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miércoles, 29 de abril de 2020

ESTUDIO SOBRE FILIPENSES 4:12-13



ESTUDIO SOBRE FILIPENSES 4:12-13

Leamos el pasaje:

“(12) Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.  (13)  Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
 Flp 4:12-13 RV1960 .

El apóstol solía estar en cadenas, prisiones y necesidades, pero en todo aprendió a estar contento, a llevar su mente a ese estado, y aprovechar el máximo de eso. El orgullo, la incredulidad, el vano insistir en algo que no tenemos y el descontento variable por las cosas presentes, hacen que los hombres estén disgustados aun en circunstancias favorables.

Oremos por una sumisión paciente y por esperanza cuando estemos aplastados; por humildad y una mente celestial cuando estemos jubilosos. Es gracia especial tener siempre un temperamento mental sereno. Cuando estemos humillados no perdamos nuestro consuelo en Dios ni desconfiemos de su providencia, ni tomemos un camino malo para nuestra satisfacción. En estado próspero no seamos orgullosos ni nos sintamos seguros ni mundanos. Esta es una lección mucho más difícil que la otra, porque las tentaciones de la plenitud y de la prosperidad son más que las de la aflicción y la necesidad.

El apóstol no tenía la intención de moverlos a dar más, sino exhortarlos a una bondad que tendrá una recompensa gloriosa en el más allá. Por medio de Cristo tenemos la gracia para hacer lo que es bueno, y por medio de Él hemos de esperar la recompensa; como tenemos todas las cosas por Él, hagamos todas las cosas por Él y para su gloria.

Miremos la opinión de Tomas de Aquino:

La humildad unas veces significa cierta virtud: "el que se humilla será exaltado"; otras, abatimiento, abyección: "humillaron (apretaron) con grillos sus pies" (Sal 104,18). Y así habla aquí diciendo: "sé padecer humillaciones", esto es, soportar medidamente, como conviene, la abyección. Y porque a los hombres con las riquezas se les suben los humos, y con la pobreza se les bajan, por eso a la abundancia la llama exaltación. Y de entrambas partes hay peligro, pues con la abundancia engríese el ánimo contra Dios y con la pobreza queda deprimido. Por eso dice Salomón en los Proverbios 30: "no me des ni pobreza ni riquezas". Pero mejor lo dice el Apóstol, porque en un caso o en otro sabe gobernarse virtuosamente, y esto dondequiera, es a saber, en todo lugar, negocio, estado y condición; "estoy ya hecho a todo y lo he probado todo" (2Co 6).

- "Todo lo puedo en Aquel que me conforta". Pone la causa de su constancia diciendo: "todo lo puedo"; como si dijera: no pudiera soportar estos insultos y oprobios, a no confortarme la mano de Dios (Ez. 3; Is 40). Más, pues estás hecho a pasar necesidad, ¿por ventura te sobró de lo que te mandamos? No, porque, aunque sepa "padecer penuria", que es una virtud, no por eso han de retirarme el socorro (Rm 12; He. X). Está, pues, clara la causa.”

Dice pues: no me da miedo la pobreza, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. No hay cosa que ponga más de manifiesto la estatura de un perfecto sabio como el saber navegar con cualquier viento, (estar de temple a todas horas y en cualquier estado). Que así como el buen capitán maniobra con cualquier ejército según su condición; y el buen curtidor con cualquier cuero curte muy buenas suelas; así es perfecto el que sabe acomodarse al tiempo, de suerte que ni por estar en la cumbre se le suba, ni por yacer en lo más hondo se deprima. Por lo cual dice: "pues he aprendido" (Is 50). Bástame con lo poco si eso tengo, y si mucho, sé responder como el eco al mismo tono. Y así se explica diciendo: "sé vivir en pobreza y sé vivir en abundancia".

Pablo se acostumbró a vivir en cualquier circunstancia contento y feliz, en Cristo. “a contentarme en cualquier condición”(Versículo 11). Contentarme—El griego, lit., expresa “independiente de otros, y teniendo suficiencia en uno mismo”. Pero el cristianismo ha elevado el término por encima de la arrogante “autosuficiencia” del pagano estoico al contentamiento del cristiano, cuya suficiencia no está en sí mismo, sino en Dios (2Co_3:5; 1Ti_6:6, 1Ti_6:8; Heb_13:5; cf. Jer_2:36; Jer_45:5). Muy pocas personas -- aun en la iglesia -- han aprendido este secreto con respecto a la prosperidad y la pobreza.

Vemos en seguida la diferencia entre los estoicos y Pablo. Los estoicos decían: " Aprenderé a ser autosuficiente mediante un acto de mi propia voluntad.» Pablo decía: " Todo lo puedo arrostrar gracias al Cristo Que me infunde las fuerzas.» Para los estoicos, la autosuficiencia era un logro humano; para Pablo era un don divino. El estoico era auto-suficiente; Pablo era Dios-suficiente. El estoicismo fracasaba porque no era humano; el Cristianismo triunfa porque está enraizado en lo divino. Pablo podía arrostrar cualquier cosa, porque en toda situación tenía a Cristo; la persona que camina con Cristo puede arrostrarlo todo.

Miren el interesante punto de vista de Charles Spurgeon:

Saber en todo momento ser rico

“Hay muchos que “saben estar humillados”, pero que no han aprendido cómo “tener abundancia”. Si son colocados en la cima de una montaña se marean y caen de inmediato. El cristiano deshonra más a menudo su profesión en la prosperidad que en la adversidad.

Es peligroso ser próspero. El crisol de la adversidad es Una prueba menos severa para el creyente que el refinamiento de la prosperidad. ¡Cuánta debilidad de alma y cuánto descuido de lo espiritual nos ha venido a través de las mercedes y abundancias de Dios! Empero, no debe necesariamente ser así, pues el apóstol nos dice que él sabe cómo tener abundancia. Cuando tenía mucho, sabía cómo usarlo.

La gracia abundante lo capacitaba para poseer abundante prosperidad. Cuando su barco iba viento en popa, lo cargaba con mucho lastre, y así flotaba. Se necesita más que habilidad humana para llevar la rebosante copa de gozo mortal con mano firme. Sin embargo, el apóstol había aprendido aquel arte, pues dice: “En todo y por todo estoy enseñado, así para hartura como para hambre”. Saber cómo estar hartos es algo que solo Dios puede enseñarnos. Los israelitas estuvieron hartos una vez, pero, con la carne aún en sus bocas, la ira de Dios vino sobre ellos. Muchos han pedido bendiciones solo para satisfacer la codicia de sus corazones.

Aquellas personas que solo navegan en un barco pequeño por un lago no tienen historias que contar acerca de aventuras en el mar. Pero el que va a escribir un libro acerca de viajes largos debe viajar muy lejos de la tierra y contemplar el mar en tiempos de tormenta así como de calma. Quizá te convertirás en un cristiano experimentado; darás gran honor a Dios al ser el medio de consuelo para otros que serán probados de manera similar a como tú lo fuiste.

Te prepararás para ser un héroe y eso no puede lograrse excepto por medio de penas grandes y amargas que te sobrevengan. Creo que entre nosotros hay algunos a quienes Dios no puede confiarles mucho gozo. La cabeza se marearía si se le pone en un pináculo muy alto y se volvería orgullosa y autosuficiente y por lo tanto se destruiría. Dios no mataría a sus hijos con caramelos como tampoco lo haría con amargura. Cuando lo necesiten tendrán un tónico, pero si el tónico es tan amargo que pareciera que no pueden tomarlo y seguir viviendo, el Señor les quitará el tónico o les dará alguna dulzura deliciosa que quite todo el sabor amargo.”

CONCLUSIÓN:

En todo y por todo Pablo había aprendido el secreto, lo mismo de estar saciado que de tener hambre, lo mismo de tener abundancia que de padecer necesidad. ¿Y cómo había aprendido el apóstol esta lección? Sencillamente de esta manera: estaba confiado en que estaba en la voluntad de Dios. Sabía que, estuviese donde estuviese, o se encontrase en la circunstancia que fuese, estaba ahí por disposición divina.

Si tenía hambre, era porque Dios quería que tuviese hambre. Si estaba saciado, era porque así lo había planeado su Señor. Ocupado con fidelidad en el servicio de su Rey, podía decir: «Sí, Padre, porque así fue de tu agrado». El apóstol tenía fortaleza para soportarlo "todo" (vv.Flp_4:11-12), y esto incluía tanto las dificultades como la prosperidad en el mundo material. “En Cristo que me fortalece”. La palabra griega que se traduce "fortalece" significa "poner poder adentro". Gracias a que los creyentes están en Cristo (Gál_2:20), Él infunde en ellos su energía para sustentarlos hasta que reciban alguna provisión (Efe_3:16-20; 2Co_12:10). No tenía Pablo esta fuerza como resultado de cierta capacidad innata, ni tampoco por la excelencia de la resolución mental, sino que derivaba de su relación íntima con Cristo.


viernes, 27 de diciembre de 2019

La oposición de Jannes y Jambres



La oposición de Jannes y Jambres
Basado en 2Ti_3:1-9 y en Éxo_7:12, Éxo_7:22 y Éxo_8:7

Debemos considerar ahora, en segundo lugar, la oposición de "Jannes y Jambres", los encantadores de Egipto. Nunca hubiésemos conocido los nombres de esos dos antagonistas de la verdad de Dios, si el Espíritu Santo no los hubiese nombrado en relación con los "tiempos peligrosos" sobre los cuales el apóstol Pablo advierte a su hijo Timoteo. Es de suma importancia que el lector cristiano comprenda bien el verdadero carácter de la resistencia que esos encantadores opusieron a Moisés; y con el fin de darle una vista completa del asunto, citaremos todo el pasaje de la epístola de Pablo a Timoteo, pasaje profundamente importante y solemne.
"Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes a los padres, ingratos, sin santidad, sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios; teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella; y a éstos evita. Porque de éstos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias; que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Jannes y Jambres resistieron a Moisés, así también estos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos acerca de la fe. Mas no prevalecerán; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquellos". (2Ti_3:1-9).
El carácter especial de esta resistencia a la verdad es un asunto particularmente importante. La oposición que "Jannes y Jambres" hicieron a Moisés consistía simplemente en imitar, hasta donde les fue posible, las señales que éste hacia. No vemos que atribuyesen a un poder engañador o maligno las señales de Moisés, sino más bien procuraron neutralizar sus efectos sobre la conciencia, haciendo ellos las mismas cosas. Lo que Moisés hacía, también ellos podían hacer, de manera que después de todo, no había una gran diferencia entre ellos. Lo mismo valía el uno que los otros. Un milagro es un milagro. Si Moisés obraba milagros para sacar al pueblo de Egipto, ellos podían obrarlos para hacerlo quedar en el país. ¿Dónde estaba pues la diferencia?
De todo esto aprendemos que la resistencia más diabólica al testimonio de Dios en el mundo viene de aquellos que, si bien imitan los efectos de la verdad, no tienen más que la "apariencia de piedad", negando "la eficacia de ella". (2Ti_3:5). Esas gentes pueden hacer las mismas cosas, adoptar las mismas costumbres, y las mismas formas, emplear el mismo lenguaje, y profesar las mismas opiniones que los creyentes. Si el cristiano verdadero, constreñido por el amor de Cristo, da de comer al que tiene hambre; da vestido al desnudo; visita los enfermos; esparce las Escrituras; distribuye tratados; ora, canta, defiende y predica el Evangelio, el formalista puede hacer otro tanto; y estemos alerta, porque este es el carácter especial de la resistencia opuesta a la verdad "en los últimos tiempos"; este es el espíritu de Jannes y Jambres. ¡Cuán necesario nos es comprender esta importante verdad! ¡Cuánto importa recordar que "de la manera que Jannes y Jambres resistieron a Moisés, así" esos hipócritas amadores de sí mismos, del mundo y de los placeres, "resisten a la verdad"! Ellos no quisieran vivir sin tener una "apariencia de piedad", pero aunque adoptan la apariencia porque ha entrado a formar parte de las costumbres, aborrecen "la eficacia" de ella, porque esto significa el renunciamiento de sí mismo. "La eficacia" de la piedad implica el reconocimiento de los derechos de Dios, el establecimiento de su reino en el corazón, y como consecuencia, la manifestación de estas cosas en el carácter y la vida entera; pero el formalista ignora todo esto. "La eficacia" de la piedad nunca podrá estar de acuerdo con ninguno de estos caracteres horribles que nos señala el pasaje de la epístola a Timoteo citado más arriba; pero "la apariencia", encubriéndoles, les permite vivir sin someterse, y esto es lo que causa el placer del formalista hipócrita. El no se cuida de subyugar sus tentaciones, de interrumpir sus placeres, de dominar sus pasiones, de poner en regla sus afectos, de que su corazón sea purificado. Solamente necesita la indispensable cantidad de religión para poder sacar el mejor partido posible de la vida presente y del mundo venidero. No sabe lo que significa abandonar el mundo presente, porque se ha hallado "la vida venidera".
Considerando las diversas formas de la oposición de Satanás a la verdad de Dios, vemos que su sistema ha sido siempre de resistir a esta verdad; en primer lugar, por la violencia, atacándola abiertamente, y luego, cuando este medio le ha fallado, procurando desacreditarla por medio de una falsificación. Así procura en primer lugar de hacer morir a Moisés (Cap. Éxo_2:15), y no pudiendo llevar a cabo su propósito, ensaya de imitar sus obras.
Lo mismo ha sido en cuanto a la verdad confiada a la Iglesia de Dios. Los primeros esfuerzos de Satanás se manifestaron por la ira de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, por los tribunales, por la cárcel y la espada. Pero en el pasaje de la segunda epístola a Timoteo, no se hace mención de tales procedimientos. El ataque frente a frente ha sido reemplazado por el medio mucho más sutil y más peligroso de una profesión vana, de una apariencia sin poder, de una falsificación humana. El Enemigo en lugar de presentarse con la espada de la persecución en la mano, se pasea cubierto con el manto de la religión, profesando e imitando aquello mismo que en otro tiempo combatió y persiguió; y por este medio obtiene por ahora ventajas inmensas. Las formas horribles que el mal moral ha revestido, y que de siglo en siglo han manchado las páginas de la historia de la humanidad, en lugar de hallarse en aquellos sitios donde naturalmente podrían buscarse, en los antros de las tinieblas humanas, se hallan ahora cuidadosamente ocultas bajo los pliegues del manto de una religiosidad fría e impotente, lo cual constituye una de las obras maestras del Diablo.
Es natural que el hombre, como ser caído y corrompido que es, sea egoísta, avaro, vanidoso, altivo, amigo de los deleites más que de Dios, pero que sea todo esto bajo la forma hermosa de la "apariencia de piedad", denota la energía especial de Satanás empleada en su resistencia a la verdad "en los postreros días". Nada tiene de extraño que el hombre mundano manifieste abiertamente esos vicios, concupiscencias y pasiones repugnantes, que son el resultado forzoso de su alejamiento de la fuente de santidad y de pureza, y es natural que así sea, porque el hombre será siempre lo que ha sido hasta el fin de su historia. Pero, por otro lado, cuando se ve asociado el santo nombre del Señor Jesús con la perversidad y maldad implacable del hombre; cuando los principios santos se ven unidos con prácticas impías; cuando se ven todas aquellas cosas que caracterizan la corrupción de los gentiles, tal como nos las describe el primer capitulo de Romanos, cubiertas con la "apariencia de piedad", entonces en verdad puede decirse: he aquí el carácter horrible de "los postreros días", la resistencia de "Jannes y Jambres".
Sin embargo, los encantadores de Egipto sólo pudieron imitar en tres cosas a los siervos del Dios vivo y verdadero: cambiaron sus varas en serpientes (Cap. Éxo_7:12); transformaron el agua en sangre (Cap. Éxo_7:22); e hicieron subir las ranas sobre el país (Cap. Éxo_8:7); pero en cuanto a la cuarta señal que requería la potencia creadora, que significaba la manifestación de la vida, unida a una prueba evidente del estado de humillación de la naturaleza, se vieron confundidos y obligados a exclamar: "Dedo de Dios es este". (Cap. Éxo_8:16-19). Lo mismo sucede con los que resisten a la verdad en los postreros días. Todo lo que hacen, es hecho según la potencia directa de Satanás, y por lo tanto, dentro de los límites de su poder. Y su fin esencial no es otro que el de "resistir a la verdad".
Las tres cosas que "Jannes y Jambres" tuvieron el poder de ejecutar, se caracterizan por la potencia satánica, la muerte y la impureza, a saber: las serpientes, la sangre y las ranas. Por estos medios "resistieron a Moisés", y "así también éstos resisten a la verdad", e impiden su acción moral sobre la conciencia. Nada contribuye más a debilitar el poder de la verdad, como el ver ciertas personas que se hallan completamente fuera de su influencia, hacer exactamente las mismas cosas que aquellos que son guiados por ella. Así obra el Diablo en el momento actual. El procura que todos los hombres sean considerados como cristianos. El quisiera hacernos creer que estamos rodeados de un "mundo cristiano", pero el pretendido "mundo cristiano" no es más que una cristiandad falsificada, que lejos de rendir testimonio a la verdad, está aquí, según los designios del Enemigo, para oponerse a la influencia de la verdad que santifica y purifica los corazones.
En una palabra, el siervo de Cristo, el testigo de la verdad de Dios, se halla rodeado por todas partes del espíritu de "Jannes y Jambres"; y es conveniente que lo recuerde, conociendo a fondo el mal contra el cual debe luchar; que no olvide que el mundo que le rodea es una imitación diabólica de la obra de Dios, no producida, por la varita mágica de un encantador abiertamente hostil y malo, sino por la acción de falsos religiosos, teniendo "apariencia de piedad", mas habiendo negado la "eficacia de ella"; gentes que hacen obras, al parecer buenas y justas, pero que no tienen la vida de Cristo en sus almas, ni el amor de Dios en sus corazones, ni tampoco la potencia de la palabra de Dios en sus conciencias.
"Mas no prevalecerán", añade el apóstol, "porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fué la de aquellos". En efecto, la "insensatez de Jannes y Jambres" fué manifiesta a todos, cuando no solamente se vieron impotentes para continuar imitando los milagros de Moisés y Aarón, sino que de hecho, fueron envueltos en los juicios de Dios lo mismo que los demás Egipcios. Este hecho es muy importante. La insensatez de todos aquellos que no poseen más que la apariencia será igualmente manifestada. No solamente serán incapaces de imitar del todo los efectos de la vida y de la potencia divina, sino que vendrán a ser el objeto de los juicios que resultarán de la resistencia a esta verdad, rechazada por ellos mismos.
¿Se dirá que todo esto no encierra grandes enseñanzas para un tiempo, como el nuestro, de tanta apariencia sin eficacia? Ciertamente que no; y estos ejemplos deberían influir sobre toda conciencia como potencia de vida, hablar a todos los corazones con acentos solemnes y penetrantes, para llevarnos a cada uno de nosotros a examinarnos seriamente y darnos cuenta de si realmente rendimos testimonio a la verdad viviendo según la eficacia de la piedad, o si somos un obstáculo a ella, neutralizando sus efectos y no teniendo más que su apariencia. Los efectos de la potencia de la verdad se mostrarán en que nosotros persistimos en las cosas que hemos aprendido. (2Ti_3:14). Sólo aquellos que han sido enseñados de Dios podrán persistir; los que por la virtud del Espíritu de Dios han bebido del agua de la vida, en la fuente pura de la inspiración divina.
Pero gracias sean dadas a Dios, en las numerosas fracciones de la Iglesia se halla un gran número de tales personas. Aquí y allá, hay algunos cuyas conciencias han sido lavadas en la sangre expiatoria del "Cordero de Dios" (Jua_1:29); los corazones de los cuales son penetrados por un verdadero afecto a la persona del Señor Jesús, gozándose en sus espíritus en la gloriosa esperanza de verle "tal como es", y ser hechos semejantes a su imagen para siempre. Pensando en éstos, se anima el corazón. Es un gozo indecible el poder tener comunión con aquellos que pueden dar razón de su esperanza, y de la posición que ocupan como hijos de Dios. ¡Que el Señor aumente de día en día el número de los verdaderos creyentes, y que la eficacia de la piedad sea esparcida en estos últimos tiempos, para que se rinda un brillante testimonio al nombre de Aquél que es digno de ser ensalzado!.
Tomado de “Estudios sobre el Éxodo” de C.H.Mackintosh.

miércoles, 31 de julio de 2019

ANÁLISIS DE HECHOS 20:28 DIOS O SEÑOR?


“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.” RV. 60

Ahora bien, cuando reviso la versión más antigua de la RV, la versión del Oso y la 1602, me encuentro que no dice “apacentar la iglesia del señor la cual él ganó por su propia sangre” sino “apacentar la Iglesia de Dios, la cual ganó por su sangre”.

Muy interesante cambio!, primeramente comencé a investigar entonces los manuscritos tanto del textus receptus en griego, y la versión en griego Nestlé Aland, a fin de verificar directamente en los manuscritos que palabra decía, si era Kyrios (señor) o theos (Dios) y, en ambos sale claramente la palabra theos (Dios). Como explicar entonces que un buen número de versiones (incluida la RV60) pongan señor y no Dios?

Primeramente hay que acotar, (haciendo una pequeña exegesis) que está enmarcado en un discurso de Pablo a los efesios, en su tramo final, donde habla de cómo Dios nos rescató por su propia sangre, esto es llamativo, ya que Dios no tiene cuerpo y no tiene sangre (no es un ser material), entonces hay que señalar obligatoriamente que no está hablando de Dios padre, está hablando de Cristo, de la sangre de la naturaleza humana de Cristo, que derramo por nosotros en la cruz. Sin embargo, aquí en este versículo habla de la sangre de Dios. (duro golpe a los testigos de jehová que dicen que Jesús no es Dios, y también a los unicitarios que no creen en la trinidad, pero esto es tema de otro debate).

La explicación más plausible que he visto para el cambio tan radical de la palabra Dios a señor en buena parte de las traducciones es una nota a pie de página sobre dicho versículo en la traducción de la “Biblia Textual” 4ª edición: “La evidencia externa se encuentra singularmente balanceada entre iglesia de Dios e iglesia del Señor. Desde el punto de vista paleográfico, la diferencia en los mss. unciales concierne a una sola letra: QU y KU. Al decidir entre las dos variantes de lectura, uno ha de tomar en consideración las probabilidades internas. La expresión iglesia del Señor aparece siete veces en la LXX, pero ninguna en el Nuevo Pacto. Por otra parte, iglesia de Dios aparece con frecuencia moderada (once veces) en las epístolas tradicionalmente adjudicadas a Pablo, pero en ninguna otra parte del Nuevo Pacto. Es posible por tanto, que algún escriba, hallando el nombre Dios en su ejemplar, fuera motivado por pasajes del Antiguo Pacto y lo cambiara por Señor.

Por otra parte, es también posible que un escriba, influenciado por el uso Paulino, cambiara en su copia la palabra Señor por la palabra Dios. En respaldo de la originalidad de Señor, existe el argumento de un número importante de eruditos de que los copistas estuvieran más inclinados a sustituir la común frase la iglesia de Dios por la inusitada la iglesia del Señor. Por otra parte, es innegable que la variante Dios constituye la lectura más difícil, pues la cláusula siguiente habla de la iglesia que Él ganó por su propia sangre. Esto pudo originar en algún copista la pregunta ¿tiene Dios sangre? y así ser inclinado a cambiar Dios por Señor. En cambio sí Señor hubiese sido la lectura original, no hay nada extraño en la frase que llame la atención al escriba para sacarla de su balance. Estas y otras consideraciones hacen suponer que la lectura Dios haya sido alterada a Señor y no a la inversa.”

En mi opinión podría añadir que también dado el argumento filosófico que Dios es un ser inmaterial y que, por lo tanto no posee sangre, los escritores podrían haber cambiado la palabra por Señor, argumentado que, Dios es Cristo, y Cristo (nuestro Señor) fue el que pago con su sangre nuestros pecados, cambiándolo para que se entendiera de forma más cercana a la figura de Cristo, y también resolver el problema filosófico de la inmaterialidad de Dios. Pablo creía con tal vigor en la unidad de Dios el Padre y el Señor Jesucristo que podía hablar de la muerte de Cristo como el derramamiento de la sangre de Dios, quien no tiene un cuerpo (Jua_4:24; cp. Luc_24:39), por ende carece de sangre.




CONCLUSIÓN: a mi entender, el versículo debería apegarse a los manuscritos, donde aparece la palabra Dios. Tanto el Textus Receptus como los textos críticos dicen Dios en su mayoría, al menos los más confiables. Así, al apegarse estrictamente a dicha palabra, se destruiría tanto el argumento de sectas como los Testigos de Jehová, que resucitaron la filosofía de Arrio de hace más de 1500 años atrás, que dice que Jesús es un ángel o ser medio divino, y los unicitarios, que no creen en la trinidad de nuestro Dios. Por otra parte, veo con especial asombro porqué la versión de 1909, la RV60, y la Versión de 1995, no siguieron los pasos de sus anteriores versiones, donde dice Dios. La Versión RV Gómez si rescata de nuevo la palabra Dios. Concluyo diciendo que deberíamos echar un ojo a los manuscritos antiguos, tanto el TR como los críticos, en vista a las traducciones que tenemos hoy en día, así podríamos exponer aún mejor a sectas y otros desvíos de nuestra fe, tal como lo hace humildemente este pequeño versículo, un abrazo Dios los bendiga.

“Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal.”
(1Ts 5:21-22 RV1960)

Edwing Piñango 31/07/2019 Caracas, Venezuela

miércoles, 22 de agosto de 2018

HECHOS 17:22-34 EXEGESIS EN EL DISCURSO DE PABLO EN EL AEROPAGO DE ATENAS



Hch 17:22-34 RV1960: “Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos;  (23)  porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.  (24)  El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,  (25)  ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.  (26)  Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;  (27)  para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.  (28)  Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.  (29)  Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres.  (30)  Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;  (31)  por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.  (32)  Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.  (33)  Y así Pablo salió de en medio de ellos.  (34)  Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.”

Pablo al llegar a la ciudad cosmopolita de Atenas, una de las ciudades más intelectuales del mundo romano, cuna de la filosofía griega y de los más grandes filósofos de la antigüedad Sócrates, Platón, Aristóteles; emite un discurso dirigido a esa sociedad, una sociedad ateniense que adoraba a sus dioses desde hace siglos. Literalmente, eran muy temerosos de los demonios (grandes héroes que al morir fueron deificados). Tenían miedo de ofenderles; por eso fielmente les ofrecían sacrificios, adornaban sus estatuas, etc. Una vez más los Hechos de los apóstoles ponen de manifiesto cómo el odio y la persecución proporcionan nuevas posibilidades al Evangelio. Pablo llega como fugitivo a Atenas. Aun cuando ha desaparecido de esta ciudad el esplendor de un Pericles y la fama de la escuela de Platón, sin embargo, todavía se le asocia la idea de riqueza cultural y de grandeza espiritual. Los múltiples monumentos dan testimonio de la búsqueda y ansia de hombres dotados de disposiciones religiosas, siquiera se manifieste esto en ideas y fines divergentes entre sí. Hacía seiscientos años antes que Pablo pisara Atenas, hubo una peste terrible que no se podía detener de ninguna manera. Un poeta cretense, Epiménides, propuso un plan: que soltaran desde el Areópago un rebaño de ovejas blancas y negras, y donde se acostara cada una la sacrificaran al dios más cercano; y si no había ningún altar cerca, que la sacrificaran «A un dios desconocido.» De esa situación partió Pablo, el cual cita indirectamente a Epiménides. Hay una serie de pasos en su sermón:

INTRODUCCIÓN:

Extremadamente religioso (hös deisidaimonesterous). La Reina Valera de 1909 dice «más supersticiosos»; BAS y V.M., «muy religiosos».
Deisidaimön es una palabra neutra (de deidö, temer, y daimön, deidad). Los griegos la empleaban, bien en el sentido de piadoso o religioso, o bien en el malo de supersticioso. Thayer sugiere que Pablo la empleó «con una amable ambigüedad». Page cree que Lucas emplea esta palabra para representar los sentimientos religiosos de los atenienses (religiosus), que bordeaban con la superstición. La Vulgata tiene superstitiosiores. En Hch_25:19 Festo emplea el término deisidaimonia para «religión». Parece improbable que Pablo les diera un bofetón a sus oyentes al comenzar su discurso. La forma en que uno tome este adjetivo aquí colorea todo el discurso de Pablo ante el Consejo del Areópago. El comparativo aquí, como en el versículo Hch_17:21, significa más religioso que de costumbre (Robertson, Grammnar, págs. 664ss.), no expresándose el objeto de la comparación. Los atenienses tenían una tremenda reputación por su devoción a la religión, «llenos de ídolos» (v. Hch_17:16).



(1)    Dios no es hecho, sino Hacedor; y el Que lo ha hecho todo no puede ser adorado con cosas hechas por los hombres. Es un hecho que los hombres adoran muchas veces lo que ellos mismos han hecho. Si el dios de uno es aquello a lo que dedica todo su tiempo, su energía y su pensamiento, muchos adoran cosas hechas por los hombres. En el discurso de 17,22 ss, que se abre con el clásico «hombres de Atenas», Pablo a pesar de que «se consumía... en su interior viendo la ciudad repleta de ídolos» (17,16), encuentra unas palabras elogiosas para ponderar la religiosidad de sus oyentes. Se trata, con toda evidencia, de un recurso psicológico destinado a facilitar un contacto con su auditorio. En la predicación del Evangelio no se debería abordar a las personas con críticas negativas y juicios lesivos, sino que convendría estar dispuestos a ver y reconocer en su búsqueda y en sus empeños lo que para ellos es justo y sagrado. Sólo cuando el otro sienta que tenemos capacidad y voluntad de mostrarle respeto y comprensión, estará él también dispuesto a acoger nuestras palabras.

Pablo procede con tacto psicológico, sin embestir al oyente con eso que quiere anunciar. Dirige primero su atención al conocimiento de Dios. Sólo cuando la reverencia de Dios se posesiona del hombre, está éste dispuesto a escuchar también el mensaje que le habla en el Evangelio. Nuestro celo por la Iglesia ¿no adolece del efecto de que no pensamos suficientemente en este misterio fundamental de nuestra fe y nos perdemos demasiado en cuestiones secundarias y en problemas teológicos marginales? ¿No empleó Pablo un medio sumamente eficaz cuando refiriéndose al altar del Dios desconocido comenzó a interesar el ansia y la búsqueda de los hombres? No sabemos lo que pensaría el que puso en el altar la inscripción: «Al Dios desconocido.» ¿Estaba movido por el temor de pasar por alto a algún dios entre los numerosos dioses? ¿O se expresa en la inscripción la reverencia del mundo inaccesible de los dioses y de lo divino? No queremos olvidar que ya mucho tiempo antes de Pablo pensadores griegos trataban de avanzar hacia una elevada concepción y enunciación de Dios.

Pablo interpreta la inscripción en sentido del Dios único, del que él sabe por la Biblia, en tanto que judío creyente, y sobre todo como cristiano por el contacto con Cristo glorificado. No habla con sabiduría de escuela, sino como heraldo y testigo. Y sin embargo, recurre a la capacidad mental de sus oyentes, cuando de la omnipotencia absoluta del Creador deduce la gloria soberana de Dios, que no está encerrado en los estrechos límites de templos e imágenes y que, estando exento de necesidades, se abre a todas las necesidades del hombre.

El pensamiento helenístico y el bíblico se entrelazan cuando Pablo hace remontar a Dios la «vida» y «la respiración» de todos los seres. Se nos recuerda el relato bíblico de la creación, pero al mismo tiempo parece que se alude a una interpretación popular del nombre de Zeus, que en un himno viene ensalzado como el «viviente» y como «aliento de todas las criaturas». Pensamos en el Adán bíblico cuando se dice que los hombres proceden «de uno». La fe bíblica y la creencia griega se encuentran cuando se dice que Dios dirige las suertes de los hombres y en medio del cambio de los tiempos y lugares los hace habitar «sobre toda la faz de la tierra». La expresión lucana está en consonancia con unas palabras de Isaías (24,17), se halla también en Lucas 21:35.

 (2)    Dios es el Señor de -la Historia. Él estaba presente en el surgimiento y en la desaparición de las naciones del pasado, y su mano dirige el timón del presente. la idea fundamental de que Dios, en cuanto creador, es dador y no receptor, implica su libertad de toda necesidad, un pensamiento de la filosofía griega que remite a la escuela de Elea (Dibelius, Studies 42-43), pero que sólo aparece tardíamente en los LXX como premisa de la acción de gracias por el templo (2 Mac 14,35; 3 Mac 2,9). 26. hizo de uno: El contexto se opone a relacionar modalmente «él hizo» con «habitar» («él los hizo habitar»), sino que lo entiende (en continuidad con el v. 24) en el sentido de «él creó», que, en consecuencia, rige los verbos «habitar» y «buscar» como infinitivos asindéticos de finalidad. Las perspectivas bíblica y estoica se mezclan en ex henos, «de uno», que podría significar «un linaje» (neutro) o «un antepasado» (masculino). Prevalece la alusión al Génesis (Gn 1,27-28). los tiempos y los límites: De acuerdo con la misma fusión de perspectivas, estos términos podrían referirse tanto a las épocas y territorios de las naciones de la tierra (punto de vista bíblico; cf. Dn 8; Dt 32,8; Schneider; Wilson, Gentiles 201-05) como al ciclo de las estaciones y la zona habitable de la tierra (punto de vista filosófico; cf. Dibelius, Studies 29-34; Eltester, Haenchen, Weiser y la mayoría de los especialistas). El contexto y la comparación con 14,17 favorecen la última lectura. 27. con el fin de que buscaran a Dios: Claramente se refiere a la búsqueda intelectual del filósofo (Dibelius, Studies 32-33), no a la expresión con la que el AT se refiere a la obediencia y el culto (Dt 4,29 etc.). 28. uno de vuestros poetas: Es decir, el poeta estoico Arato (siglo III a.C.). La forma plural, utilizada por el Apóstol, parece aludir a un verso análogo del himno a Zeus escrito por Cleantes (también del siglo III a.C.), en su Phaenomena, probablemente por influencia del antiguo himno estoico de Cleantes (E. Lohse, New Testament Environment [Nashville 1976] 245).

 (3) Dios ha hecho a los hombres de tal manera que Le anhelan instintivamente y Le buscan a tientas en la oscuridad. Pablo barre con la cultura griega llamándola «los tiempos de esta ignorancia». Los griegos no pudieron hallar a Dios a pesar de toda su sabiduría y cultura (véase 1Co_1:18 ss). Dios ha ordenado a los hombres en todas partes que se arrepientan; y si se arrepienten y creen, Él los perdonará.

(4) Los días de ir a tientas y de la ignorancia han pasado. Cuando los seres humanos tenían que buscar en la sombra no podían conocer a Dios, y Él disculpaba sus necedades y errores; pero ahora, en Cristo, ha venido la plenitud del conocimiento de Dios y se ha terminado el tiempo de las disculpas.

(5) El Día del Juicio se acerca. La vida no es una marcha hacia la extinción como decían los epicúreos, ni hacia la absorción en la divinidad como decían los estoicos, sino un can-finar hacia el tribunal de Dios en el que Jesucristo es el Juez. Dios ha determinado un día de juicio y el Juez será su Hijo, Jesucristo. Dios lo demostró al levantarle de entre los muertos. Si confiamos en Cristo hoy, Él nos salvará; si le rechazamos, mañana Él nos juzgará.

Las reacciones de los oyentes fueron mixtas. Algunos se burlaron (esta es con frecuencia la actitud de la cultura y filosofía paganas); otros dejaron el asunto para más tarde; ¡pero algunos creyeron!
Este capítulo presenta tres actitudes diferentes hacia el evangelio, y encontramos estas actitudes en el mundo hoy. Algunas personas se oponen abiertamente a la Palabra; otros se mofan, burlan o posponen la toma de alguna decisión; y algunos reciben la Palabra y creen. Pablo persistió en seguir como siervo fiel y también debemos hacerlo nosotros «porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos» (Gál_6:9).

(6) La prueba de la Soberanía de Cristo está en la Resurrección. No se trata de aceptar a "un dios desconocido», sino al Cristo Resucitado que nos presenta el Evangelio. La parte final del discurso sólo puede verse correctamente en el contexto de toda la disputa. No tiene primariamente la intención de una elaboración teológica de la difícil cuestión de la situación de los que nunca han oído el evangelio. El discurso pretende referirse primordialmente al altar al dios no conocido (ver sobre vv. 22, 23). Este altar era una especie de culto precautorio; la adoración ofrecida a ese dios desconocido era con el fin de que la ciudad fuera librada de las catástrofes. Enfrentado con un hombre que argumentaba que to das estas precauciones estaban erradas y que por lo mismo presumiblemente eran ineficaces, cualquier buen pagano hubiera preguntado: “Si estamos tan equivocados, ¿por qué no hay una catástrofe o una plaga?” Es la pregunta que contesta el discurso. No había razón para una catástrofe, como ellos pensaban, por la ineficacia de su culto a los ídolos sino más bien por la misericordia de Dios al pasar por alto su ignorancia (nótese la vuelta al tema de la ignorancia). Ahora Dios quiere que todos los hombres, en todos los lugares, se arrepientan; la catástrofe no será alejada para siempre: ha establecido un día en el que ha de juzgar al mundo. La descripción más bien limitada de Jesús como el Hombre a quien ha designado probablemente haya sido un intento de evitar la impresión de que Jesús fuera sólo otro dios (ver sobre v. 18). De ese modo, asimismo, en vez de usar el sustantivo abstracto, “resurrección”, Pablo expuso claramente lo que quería decir con ello, demasiado claramente al parecer.

Una vez que los atenienses entendieron lo que Pablo quería decir realmente con “resurrección”, su discurso fue interrumpido abruptamente. Una cosa era la inmortalidad del alma divina, pero otra muy diferente que alguien creyera en la resucitación de cadáveres, lo que para los griegos habría parecido simplemente ingenuo y absurdo; por eso, unos se burlaban. La frase: Te oiremos acerca de esto en otra ocasión puede haber sido auténtica o sarcástica, pero hubo otro famoso caso en el que el concilio del Areópago evitó tomar una decisión ante un asesinato, postergando temporariamente el juicio ¡durante 100 años! Unas pocas personas respondieron positivamente entre las cuales estaba Dionisio, un miembro del concilio.

CONCLUSIÓN:

Las dos ideas fundamentales que Pablo hace resaltar en este discurso, conocimiento de Dios por la sola razón natural e importancia de la resurrección de Cristo para la credibilidad del Evangelio, las encontramos de nuevo claramente en sus cartas (cf. Rom_1:19-23; 1Co_15:14-15). También podemos ver en ellas, al menos insinuadas, esas otras ideas subalternas de la unidad de la especie humana y de la providencia de Dios en la historia, señalando a cada pueblo la duración de su existencia y los límites de sus dominios (v.26; cf. Rom_5:12-21; Efe_1:10-11). Parece que, mientras Pablo se mantuvo en el terreno filosófico, como fue a lo largo de toda la primera parte (v.24-29), sus oyentes le escucharon con más o menos curiosidad y atención. Incluso les agradarían esas citas de poetas griegos, de las que se vale para recalcar la idea de que Dios no está lejano a nosotros, como algo a que no es posible llegar, sino que vivimos como inmersos en él y somos linaje suyo v.13. Pero, al entrar en la segunda parte del discurso (v.30-31), que para Pablo era la más esencial, la cosa cambió totalmente. Comenzaba el elemento sobrenatural, y de esto aquellos orgullosos filósofos ni siquiera quisieron oír. La manera como lo cuenta San Lucas no puede ser más expresiva: “Cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se echaron a reír, otros dijeron: Te oiremos sobre esto otra vez” (v.32). Y Pablo ni siquiera pudo continuar el discurso.
La impresión que debió de causar en San Pablo este fracaso de Atenas tuvo que ser tremenda. Era la primera vez que se encontraba el mensaje cristiano con los representantes de la cultura paga-y el encuentro no pudo ser más desesperanzador. Pablo había intentado valerse incluso de las armas del buen decir, como lo muestran el exordio de su discurso y las alusiones a antiguos poetas griegos, y como resultado obtiene, no ya oposición y ataque, cosa que hubiera llevado mejor, sino la indiferencia más absoluta, con ese aire de superioridad despectiva que están rezumando aquellas frases: “unos se echaron a reír, y otros dijeron: Te oiremos sobre esto otra vez.” A buen seguro que este fracaso de Atenas contribuyó grandemente a que, en adelante, rechace en su predicación como inútiles las “artificiosas palabras” y los “persuasivos discursos de sabiduría humana,” pues “plugo a Dios salvar a los hombres por la locura de la predicación” (cf. 1Co_1:17.21; 1Co_2:4).
A pesar del fracaso, todavía logró convertir algunos, entre los cuales “estaban Dionisio Areopagita y una mujer llamada Damaris” (v.34). Nada más sabemos de esta mujer Damaris. Tampoco sabemos apenas nada de Dionisio Areopagita, quien, a juzgar por el sobrenombre, debía de ser miembro del Areópago. Eusebio dice que fue el primer obispo de Atenas 164, y una leyenda posterior lo identificó con otro Dionisio, obispo de París, martirizado en 250. Durante mucho tiempo se le atribuyeron diversos tratados teológico-místicos, que gozaron de gran difusión en la Edad Media, y que aparecen bajo su nombre; pero hoy está demostrado que esos escritos no son anteriores al siglo V.

BIBLIOGRAFIA:
Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno, Casa Bautista de publicaciones
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The New Jerome Biblical Commentary. Raymond E. Brown, Joseph A. Fitzmyer Roland E. Murphy (Eds).
William Barclay comentario completo a Nuevo Testamento.
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Biblia RV60, Biblia Textual 3ª edición,

lunes, 30 de julio de 2018

AUTORIA Y DOBLE TRASFONDO DE LA CARTA A LOS HEBREOS

EL DOBLE TRASFONDO

El autor de Hebreos tenía un doble trasfondo, en cuyas dos partes aparece esta misma idea. Tenía un trasfondo griego. Desde los tiempos de Platón, quinientos años antes, los griegos habían estado fascinados con el contraste entre lo real y lo irreal, lo visible y lo invisible, lo temporal y lo eterno.

Los griegos pensaban que, en algún lugar, había un mundo real del que éste no es más que una copia imperfecta. Platón creía que, en algún lugar, había un mundo de formas, o ideas, o modelos, de los que todo lo de este mundo no era más que una reproducción. Por ejemplo: en algún lugar se encontraba el modelo de la silla perfecta, de la que todas las sillas de este mundo serían copias imperfectas. Platón decía: "El Creador del mundo ha diseñado y desarrollado su obra de acuerdo con un modelo inalterable y eterno del que el mundo es simplemente una copia.» Filón, siguiendo a Platón, decía: «Dios sabía desde el principio que una copia perfecta no se puede hacer nada más que de un modelo perfecto; y que ninguno de los objetos perceptibles a los sentidos podría ser sin falta a menos que se modelara conforme a un arquetipo y a una idea espirituales; así que, cuando hizo los preparativos para crear el mundo visible, formó primero el mundo ideal, para luego constituir lo corpóreo de acuerdo con el mandato divino.» Cuando Cicerón estaba hablando de las leyes que la humanidad conoce y usa en la Tierra, dijo: "No tenemos una semejanza real y viva de la ley real y de la justicia verdadera; todo lo que tenemos son sombras y bocetos.»

Los pensadores del mundo antiguo tenían esta idea de que, en algún lugar, hay un mundo real del que éste es sólo una especie de copia imperfecta. Aquí no podemos hacer más que suponer o andar a tientas, valiéndonos de copias y reproducciones imperfectas. Pero, en el mundo invisible, están las cosas reales y perfectas. Si es así, está claro que la gran tarea de esta vida es salir de las sombras y las reproducciones y alcanzar la realidad. Exactamente esto es lo que el autor de la Carta a los Hebreos nos dice que Jesucristo nos capacita para hacer. A los griegos les decía: «Os habéis pasado la vida tratando de pasar de las sombras a la realidad. Eso es precisamente lo que Jesucristo puede capacitaros para hacer.



EL TRASFONDO HEBREO

El autor de Hebreos tenía también un trasfondo hebreo. Para los judíos siempre era peligroso acercarse demasiado a Dios. "El hombre no puede verme y seguir vivo» -le dijo Dios a Moisés ( Exo_33:20 ). La alucinada exclamación de Jacob en Peniel fue: "¡He visto a Dios cara a cara, y no he perdido la vida!» ( Gen_32:30 ). Cuando Manoa se dio cuenta de Quién había sido el Que le había visitado, le dijo a su mujer, aterrado: «Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto» (Jue_13:22 , R-V). El día más solemne del año litúrgico judío era el Día de la Expiación. Era el único día del año que el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo, en el que se creía que moraba la misma presencia de Dios. Nadie entraba allí excepto el sumo sacerdote, y sólo ese día, Cuando lo hacía, la Ley establecía que no debía permanecer en el Lugar Santísimo más de lo imprescindible, «para que no se aterrara Israel.» Era peligroso entrar a la presencia de Dios, y si uno se quedaba allí más de la cuenta podía caer fulminado.

Asi este punto de vista entró en el pensamiento judío de como era la idea del pacto. Dios, en Su Gracia y de una manera totalmente inmerecida por el hombre, se acercó a la nación de Israel y le ofreció una relación especial con Él. Pero este acceso exclusivo a Dios estaba condicionado a la observancia de la Ley que Dios había dado al pueblo. Podemos ver cuándo entró Israel en esta relación y aceptó la Ley en Exo_24:3-8 .

Así es que Israel tenía acceso a Dios, pero sólo si cumplía la Ley. El quebrantarla era pecado, y el pecado levantaba una barrera que impedía el acceso a Dios. Fue para quitar esa barrera para lo que se estableció el sistema del sacerdocio Levítico y de los sacrificios. Dios dio la Ley; el hombre pecaba; se levantaba la barrera, y se hacía el sacrificio para abrir otra vez el camino a Dios que había cerrado el pecado. Pero la experiencia de la vida era que eso era precisamente lo que el sacrificio no podía hacer. Esa era la prueba de la ineficacia del sistema: que no se acababa nunca de ofrecer sacrificios. Era una batalla perdida e ineficaz para suprimir la barrera que había levantado el pecado entre Dios y el hombre.

¿QUIÉN LA ESCRIBIÓ?


Tal vez el problema del autor de esta carta sea el más difícil de resolver. Precisamente eso fue lo que mantuvo esta carta tanto tiempo pendiente de admisión definitiva en el Nuevo Testamento. Su título desde el principio era sencillamente «A los Hebreos.» No tenía nombre de autor, y nada la conectaba especialmente con el de Pablo. Clemente de Alejandría pensaba que Pablo había podido escribirla en hebreo, y que Lucas la habría traducido, porque el estilo es diferente del de Pablo. Orígenes hizo una observación que se ha hecho famosa: «Quién escribió la Carta a los Hebreos sólo Dios lo sabe a ciencia cierta.» Tertuliano creía que había sido Bernabé. Jerónimo decía que la iglesia latina no la consideraba de Pablo, y añade: " El que escribió A los Hebreos, quienquiera que fuera...» Agustín tenía el mismo sentir. Lutero declaró que no podía haber sido Pablo el que la hubiera escrito, porque no refleja su pensamiento. Calvino decía que no podía llegar a pensar que esta carta fuera de Pablo.

En ningún momento de la historia de la Iglesia se pensó realmente que Pablo fuera el autor de Hebreos. Entonces, ¿cómo llegó a atribuírsele? Muy sencillo: cuando el Nuevo Testamento llegó a tener su contenido definitivo, se había discutido mucho, desde luego, qué libros se debían incluir y cuáles no. Para zanjar la cuestión se les aplicó una prueba: ¿Era el libro en cuestión obra de un apóstol o, por lo menos, de alguien que hubiera estado en contacto directo con alguno? Ya entonces se conocía y amaba Hebreos en toda la Iglesia. Casi todos los cristianos estaban de acuerdo con Orígenes en que sólo Dios sabía quién lo había escrito, pero lo amaban y creían que debía formar parte del Nuevo Testamento; y la única manera de conseguirlo era atribuírselo a Pablo. Hebreos se ganó la entrada en el Nuevo Testamento sencillamente por su calidad; pero para entrar tenía que incluirse entre las cartas de Pablo y figurar bajo su nombre. Todos sabían muy bien que no era de Pablo, pero lo incluyeron entre sus cartas para asegurarle la entrada, porque nadie sabía quién lo había escrito.


LA AUTORIA DE HEBREOS


¿Podríamos adivinar quién fue el autor? Se han presentado muchos candidatos. Vamos a considerar sólo tres de ellos. (aparte de Pablo por su puesto)

(1) Tertuliano decía que lo había escrito Bernabé. Bernabé era de Chipre; los chipriotas eran famosos por lo bien que conocían el griego, y Hebreos está escrito en el mejor griego del Nuevo Testamento. Era levita (Hch_4:36 ), y de todos los hombres del Nuevo Testamento sería el que tuviera un conocimiento más directo del sistema sacerdotal y sacrificial en el que se basa todo el pensamiento de esta carta. Se le llama hijo de consolación (R-V); la palabra griega es paráklesis; y Hebreos tiene esa palabra de paráklesis (13:22). Fue uno de los pocos hombres aceptables para los judíos y para los griegos, y se sentía como en su propia casa en ambos mundos de pensamiento. Puede que fuera Bemabé el que escribiera esta carta; pero en tal caso es extraño que se perdiera tan completamente su nombre.

(2) Lutero estaba seguro de que el autor había sido Apolos, que según el Nuevo Testamento era judío, natural de Alejandría, elocuente y poderoso en las Escrituras ( Hch_18:24  ss.;  1Co_1:12 ;  1Co_3:4). El que escribió esta carta conocía las Escrituras; era elocuente, y pensaba y razonaba de la manera típica de los Alejandrinos. El autor de Hebreos era, sin duda, una persona como Apolos en pensamiento y trasfondo.

(3) La conjetura más romántica es la del gran investigador alemán Harnack, que creía que tal vez habían escrito esta carta Aquila y Priscila, entre los dos. Aquila era un maestro de la iglesia (Hch_18:26 ). Su casa de Roma era una iglesia (Romanos1Co_16:5 ). Harnack pensó que es por eso por lo que la carta no empieza con saludos y por lo que se ha perdido el nombre del autor: porque el autor principal de Hebreos había sido una autora, y a las mujeres no se les permitía enseñar.

Como conclusión, tenemos que coincidir con lo que dijo Orígenes hace mil setecientos años: que sólo Dios sabe quién escribió Hebreos. El autor sigue siendo una voz, y nada más; pero debemos dar gracias a Dios por la obra de este gran anónimo que escribió con incomparable habilidad y belleza acerca de Jesús, Que es el camino a la Realidad y a Dios.

Fuente: WILLIAM BARCLAY "COMENTARIO AL NUEVO TESTAMENTO"

William Barclay fue pastor de la Iglesia de Escocia y profesor de N.T. en la Universidad de Glasgow. Es conocido y apreciado internacionalmente como maestro en el arte de la exposición bíblica. Entre sus más de sesenta obras la que ha alcanzado mayor difusión y reconocimiento en muchos países y lenguas es, sin duda, el Comentario al Nuevo Testamento.