domingo, 28 de junio de 2020

EL DIOS DE HOY EROS Y LA PERVERSION DE LA SOCIEDAD

EL DIOS DE HOY EROS Y LA PERVERSION DE LA SOCIEDAD

Lo erótico versus lo espiritual (A.W TOZER)

El período en el cual vivimos ahora bien pudiera ser recordado en la historia como la Era Erótica. El amor sexual se ha elevado al rango de un culto. El dios Eros tiene más adoradores entre los hombres civilizados de hoy que cualquier otro dios. Para millones de individuos, lo erótico ha desplazado por completo lo espiritual.

No es difícil trazar la trayectoria de cómo el mundo ha llegado a este estado. Los factores contribuyentes son el disco y la radio, que pueden difundir una canción de amor de costa a costa dentro de pocos días; la película de cine y la televisión, que permiten a la población deleitar la vista en mujeres sensuales y jóvenes enamorados en abrazos apasionados (¡y esto en las salas y salones de hogares «Cristianos» y a la vista de los ojos de niños inocentes!); horas de trabajo más cortas y una multiplicidad de electrodomésticos y artículos mecánicos para el hogar con el resultado de más horas libres para todos. Debiésemos añadir a esto las astutas campañas publicitarias ideadas, inventadas e ingeniadas para hacer del sexo el cebo no muy bien disimulado ni escondido para atraer a los compradores a casi todos los productos imaginables; los columnistas y periodistas degenerados que han consagrado sus vidas a la tarea de la publicidad de suaves, sensuales niñas con caras de ángeles y las normas morales de gatas de callejón; novelistas sin conciencia que ganan una fama dudosa y se hacen ricos por la tarea de excavar las putrefacciones literarias de los alcantarillados de las almas que proveen entretenimiento a las masas. Estos factores mencionados anteriormente nos revelan cómo Eros ha conseguido su triunfo sobre el mundo civilizado.

Si este dios Eros nos dejara solos y tranquilos a nosotros los cristianos, yo, por mi parte, dejaría solo y tranquilo a este culto pagano. Toda esta fétida suciedad, sin peso ni sustancia, caerá por su propio peso y se convertirá en estopa y pabilo para el Infierno, una justa recompensa que le corresponde, y para nosotros nos incumbe compasión por aquellos que han sido cogidos en su trágico colapso. Las lágrimas y el silencio podrían ser más apropiadas que las palabras si la situación fuera diferente a la realidad. Pero el culto a Eros está afectando seriamente a la Iglesia. La religión de Cristo, pura y sin mácula, que fluye como un río cristalino desde el corazón de Dios, se está contaminando con las aguas turbias y enlodadas que gotean y se escurren desde atrás de los altares de abominación que aparecen sobre cada monte alto y bajo todo árbol frondoso.

La influencia del espíritu erótico se cierne y siente en casi todos los círculos evangélicos por todas partes. Muchas de las canciones en cierta tipo de reuniones tiene más de romance que del Espíritu Santo. Tanto las palabras como la música tienen por designio despertar lo libidinoso. A Cristo se le corteja con una familiaridad que revela su total ignorancia de quien Él es. No es la reverente intimidad del santo que adora sino la imprudente familiaridad del amante camal.

La ficción, o las novelas, o historietas religiosas también hacen uso del sexo para interesar al público lector. La excusa o disculpa, que no sobrepasa el grosor del papel, que suelen presentar es que si el romance y la religión se entretejen en una historia, la persona común y corriente que no leería un libro puramente religioso, leerá la historia y de esta manera tendrá contacto y exposición al Evangelio. Dejando de lado el hecho que la mayoría de los novelistas religiosos modernos no son más que aficionados amateur caseros, muchos de los cuales no serian capaces de escribir una línea de literatura siquiera medianamente regular, todo el concepto detrás de la novela religiosa romántica no tiene fondo ni peso. Los impulsos libidinosos y el dulce mover del Espíritu Santo son diametralmente opuestos entre sí. La noción o idea que Eros pudiera servir como un ayudante del Señor de la gloria es una afrenta injuriosa, un ultraje violento. La película «Cristiana» que busca atraer asistentes filmando escenas de amor sensual en su publicidad es completamente falsa a la religión de Cristo. Los únicos que serán atrapados en esta red son los ciegos espirituales.

La belleza física y las personalidades bulliciosas tan en boga en la promoción religiosa son una manifestación adicional de la influencia del espíritu romántico en la Iglesia. El movimiento rítmico, la sonrisa sintética y la voz muy por demás melosa delatan al mundano religioso. Él ha aprendido su técnica de la pantalla de televisión, pero no la ha captado ni dominado bastante bien para tener éxito en el campo ni mundo profesional, así que trae su producción inadecuada a los lugares santos para comercializarlos a los Cristianos decadentes y enanos en estatura espiritual que están buscando algo para entretenerles mientras que permanecen dentro de los límites y bordes de las costumbres de la religión contemporánea.

Si mi lenguaje les parece severo, debiésemos recordar que no se dirige a ningún individuo en particular. Hacia el mundo de hombres perdidos no me resta nada más que la más profunda compasión y un deseo que todos procedan al arrepentimiento. Pero los cristianos cuyo liderazgo vigoroso pero mal dirigido ha seducido a la iglesia moderna del altar de Jehová a los altares del error, les conservo un genuino amor y simpatía. Quisiera ser el último en injuriar y perjudicarles y el primero en perdonarles, recordando mis propios pecados pasados y mi necesidad de misericordia, como también mis propias debilidades y mi tendencia e inclinación natural hacia el pecado y el error.

El asna de Balaam fue usada por Dios para reprender a un profeta. De esto pareciera que Dios no requiera gran perfección en el instrumento que Él usa para advertir y exhortar a Su pueblo. Cuando las ovejas de Dios están en peligro, el pastor no debe contemplar los cielos v meditar sobre temas «inspiracionales». Tiene la obligación moral de coger su arma y correr en su defensa. Cuando las circunstancias lo requieran, el amor puede usar la espada, aunque por su naturaleza preferiría vendar el corazón roto y administrar sanidad y salud a los quebrantados. Ha llegado la hora en que el profeta y el vidente se hagan oír de nuevo. Durante las últimas décadas, la timidez disfrazada de humildad se ha escondido en su rincón mientras que la calidad espiritual del Cristianismo espiritual ha deteriorado paulatinamente empeorando de año en año.

¡Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo!

Tomado del Libro: “Nacidos después de Medianoche” por A.W Tozer.


viernes, 26 de junio de 2020

ESTUDIO SOBRE 2 TESALONICENSES 2:3

ESTUDIO SOBRE 2 TESALONICENSES 2:3

 

Leamos el pasaje:

“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos,  (2)  que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.  (3)  Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,  (4)  el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.  (5)  ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?  (6)  Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste.  (7)  Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio.  (8)  Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;  (9)  inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos,  (10)  y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.  (11)  Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira,  (12)  a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”.

2Ts 2:1-12 RV1960 

ANALIZANDO EL PASAJE (COMENTARIO HENDRIKSEN A TESALONICENSES CAPITULO 2)

Muchos de los aspectos de la descripción de Pablo tocante al grande y final príncipe de la maldad (Hombre de pecado o anticristo) se derivan del libro de Daniel:

(1) “El hombre de desafuero”, cf. Daniel 7:25; 8:25.

(2) “el hijo de perdición”, cf. Daniel 8:26.

(3) “el que se opone”, cf. Daniel 7:25.

(4) “y se exalta contra todo lo (que es) llamado Dios o adorado”, cf. Daniel 7:8, 20, 25; 8:4, 10, 11.

(5) “de modo que se sienta en el santuario de Dios, proclamándose ser Dios”, cf. Daniel 8:9–14.

Esto no ha de extrañarnos, puesto que “el cuerno pequeño” de Daniel 7, el que creció después de los otros diez, es el anticristo, y “el cuerno pequeño” de Daniel 8, el cual salió de uno de los cuatro notables cuernos, es Antíoco Epífanes, el más conspicuo precursor del anticristo, el que profanó el templo de Jerusalén erigiendo un altar pagano sobre el altar del sacrificio, y luego ofreciendo sacrificios sobre él (lo cual fue un “horror espantoso” a los ojos de todo verdadero creyente).

Además, en Mt. 24:15 (cf. Mc. 13:14) “la abominación desoladora” (“horror espantoso”) de que habla Jesús se deriva de Daniel 11:31; 12:11 (tal vez no directamente de Dn. 9:27). La historia, en cierto sentido, se repite. Mejor dicho: la profecía se realiza en múltiples cumplimientos. El pensamiento básico es siempre el mismo. La ciudad de Dios y el santuario son profanados, ya por Antíoco Epífanes y sus sacrílegas ofrendas (Dn. 8:9–14; cf. “Gog” en Ez. 38 y 39), por los ejércitos romanos y sus normas idólatras (Lc. 21:20; Mc. 13:14); o finalmente por el anticristo mismo.

Ahora con respecto al anticristo final tal como lo describe Pablo, el pasaje que estamos tratando (2 Ts. 2:3b, 4) declara lo siguiente:

El es “el hombre de desafuero” (un semitismo), esto es, el hombre en quien se encarnará, por decirlo así, la oposición a la ley de Dios, la personificación misma de la rebelión contra las ordenanzas de Dios.

Es también “el hijo de perdición (otro semitismo), el Judas final, véase C.N.T. sobre Juan 17:12. Cf. La observación de David a Natán, “el hombre que ha hecho esto es hijo de muerte” (2 S. 12:5; i.e., ciertamente debe morir); y cf. también Mateo 23:15; “hijo del infierno”. Al hombre de desafuero se le describe aquí como alguien absolutamente perdido, destinado a perdición.

Todavía más, se le describe como “el que se opone”. Esta palabra (ἀντίκειμαι, aquí ὁ ἀντικείμενος) se halla ocho veces en el Nuevo Testamento (Lc. 13:17; 21:15; 1 Co. 16:9; Gá. 5:17; Fil. 1:28; 2 Ts. 2:4; 1 Ti.1:10; 1 Ti. 5:14). Se usa ya como verbo (finito) o como substantivo participio (como aquí).

El hombre de pecado es el adversario de Dios, de la ley de Dios, del pueblo de Dios, etc. Como tal, nos recuerda de inmediato a su maestro, Satanás, quien es “el gran adversario”.

En muy estrecha relación con esta actividad opositora resalta el hecho de que este adversario que aparecerá en el tiempo del fin “se exalta contra todo lo (que es) llamado Dios o recibe adoración”.

En su imprudente audacia y feroz insolencia se ensalza a si mismo (ὑπεραιρόμενος) no sólo contra el Dios verdadero quien se ha revelado en Jesucristo y contra los así llamados dioses, sino además contra todos los objetos sagrados, y contra todo lo que se relacione con cultos sagrados. Se refiere probablemente a objetos tales como templos, lugares de Arde en ira contra todos ellos. Reconoce solamente un dios (ello deletrearía con mayúscula: Dios), a saber, ¡él mismo! De ahí que se sienta en el santuario (el término ναός en su sentido primario, a diferencia de ἰερόν, se refiere generalmente al santuario mismo antes que a todo el complejo arquitectónico) de Dios, a saber, en la iglesia (véase 1 Co. 3:16; 6:19; 2 Co. 6:16; Ef.2:21; y véase C.N.T. sobre Ef. 2:19–22), puesto que el término ναός se usa aquí claramente en forma metafórica.

Se arroga autoridad sobre el pueblo de Dios. Por supuesto, ellos no reconocerán a este violento usurpador, y rehusarán rendirle homenaje. La consecuencia será gran tribulación para ellos (Mt. 24:15;21, 22, 29). “Puesto donde no debe estar”, proclama o públicamente declara ser Dios mismo. En el griego de aquella época el verbo (ἀποδείκνυμι) era usado para proclamar una designación para un oficio público.

Es aleccionador observar que la explicación que he dado con respecto al pasaje del “hombre de pecado” está en armonía con la que recibió el apoyo de los primeros escritores eclesiásticos. Ellos lo entendieron como una profecía referente a una persona definida que viviría en la tierra al final de la historia y que sería totalmente derrotada por Cristo a su regreso. La iglesia no debió jamás haberse apartado de esta interpretación. He aquí algunas citas:

CITAS DE PADRES DE LA IGLESIA Y DOCUMENTOS AL INICIO DE LA ERA CRISTIANA:

La Didaché (“Enseñanza de los doce apóstoles”)

“… A medida que aumente el desafuero se odiarán unos a otros y se perseguirán y traicionarán, y entonces aparecerá el engañador del mundo como un Hijo de Dios, y hará señales y maravillas … Y entonces aparecerán las señales … primero, la señal extendida en el cielo, luego la señal del sonido de la trompeta, y tercero la resurrección de los muertos” (XVI. iv–vi).

Justino Mártir, Diálogo con Trifo

“¡Qué hombres estúpidos! puesto que no han podido entender lo que se ha enseñado mediante todos estos pasajes, a saber, que han sido anunciados dos advenimientos de Cristo, el primero, en el cual se le muestra sufriendo, sin gloria, sin honor, sujeto a crucifixión, y el segundo, en el cual vendrá desde los cielos en gloria, cuando el hombre de apostasía, que habla cosas arrogantes contra el Altísimo, intentará atrevidamente perpetrar hechos ilegales contra nosotros los cristianos” (CX).

Agustín, De Civitate Dei (“Concerniente a la Ciudad de Dios”)

Al comentar sobre 2 Tesalonicenses 2:1–11 dice: “No cabe dudas que lo que se halla aquí se refiere al anticristo y al día del juicio, o como Pablo lo llama, el día del Señor …” (XX. xix).

En el mismo capítulo señala que aun en sus días la interpretación que nos aleja del único anticristo final hacia una gran multitud de anticristos ya estaba comenzando a ser popular; también agrega que la teoría de Nerón Redivivus, en sus dos formas, es muy forzada.

Habiendo ya discutido la naturaleza del hombre de pecado en forma extensa, podemos resumir la idea expresada en los versículos 3 y 4 como sigue:

El día de la gloriosa venida de Cristo no vendrá hasta que la apostasía haya llegado a ser un hecho y el hombre caracterizado por un total desprecio por la ley, hombre que con toda certeza está bajo condenación, sea revelado, de modo que tanto él mismo como su programa de acción sean visibles a todos, y el velo que ahora lo esconde de la vista (porque hasta aquí él es solamente una idea en la mente de Satanás) haya sido descorrido.

6, 7. Pablo continúa: Y lo que ahora está reteniendo (‐le) vosotros sabéis, a fin de que él sea revelado en su tiempo apropiado. 7 Porque el misterio de desafuero está ya obrando, (pero como misterio) solamente hasta que el que ahora (le) retiene, sea quitado de en medio.

Entendemos fácilmente que “el misterio de desafuero” esté ya en operación. Aun en los días de Pablo la rebelión contra Dios y sus ordenanzas se hallaba presente en el mundo. Sin embargo, no era evidente de que algún día este espíritu de desafuero se encarnaría en “el hombre de desafuero”. Esto era todavía un misterio (cf. Ro. 11:25; 1 Co. 15:51; Ef. 5:22); vale decir, una verdad desconocida aparte de la divina revelación especial. En la malvada oposición al evangelio, que mostraron algunos de los que conocían el camino, Pablo vió, como resultado de divina revelación e iluminación, una clara señal de aquel siniestro movimiento que algún día culminaría en el reinado del anticristo. Lo que el apóstol escribe se puede comparar con la declaración de Juan diciendo que el espíritu del anticristo está ya en el mundo, y que ahora muchos anticristos se han levantado (1 Jn. 4:3; 2:18).

Mucho más difícil de contestar es la pregunta, “¿Qué significa lo que o el que ahora está reteniendo (-le)” de ser revelado como “el hombre de desafuero”?

A fin de acercarnos correctamente a esta pregunta, es necesario ante todo determinar la traducción correcta. En las obras de comentaristas el verbo en cuestión (κατέχω) ha sido traducido en tres formas diferentes: a. retener o refrenar, b. sujetar o aferrar, y c. dominar o gobernar.

Comenzando por la última, el significado podría llegar a ser:

“Y lo que ahora está dominando (es decir, el misterio de desafuero) vosotros sabéis, a fin de que él (Cristo) sea revelado en su tiempo apropiado. Porque el misterio de desafuero está ya obrando, solamente hasta que el que ahora domina (es decir, Satanás) sea quitado de en medio”.

Podemos rechazar ésta de inmediato. No solamente es difícil de ajustar este significado al contexto presente, sino también: aunque el verbo aparece más o menos frecuentemente en el Nuevo Testamento, ni una vez (en cualquiera de los otros pasajes del Nuevo Testamento) tiene este significado (dominar).

El segundo significado (sujetar, aferrar) y el primero (retener, refrenar) están estrechamente relacionados, y al fin es probable que lleguen al mismo resultado en la interpretación de todo el pasaje. Recurriendo a pasajes tales como Job 7:12 (colocando guarda sobre un monstruo marino), Apocalipsis 20:1–3 (atando al dragón por mil años), y pasajes de los apócrifos, se pretende defender el punto de vista de

que al hombre de desafuero se le compara aquí con un ser mitológico (un dragón o un monstruo marino) el cual es retenido por ahora. Sin embargo, debe tenerse presente que el “dragón” en Apocalipsis 20 es un símbolo, y no representa al instrumento de Satanás sino a Satanás mismo. Y aun así el significado resultante del símbolo es el refrenamiento de Satanás, de modo que no pueda engañar más a las naciones hasta que los mil años sean cumplidos. Por lo tanto, una apelación a Apocalipsis 20, si es legítima, parecería apoyar la traducción retener, refrenar tan fácilmente como aferrar, sujetar. Algo parecido puede decirse en lo que respecta al pasaje de Job 7:12. Y en cuanto a los pasajes de los apócrifos, éstos ofrecen muy poco que sea de algún valor al respecto. Además, si el hombre de pecado está siendo sujetado, es con un propósito, propósito que en el contexto presente (en vista de lo que sigue inmediatamente en los versículos [p 209] 8 y 9) es refrenarlo por el momento para impedir que sea revelado.

En el Nuevo Testamento los varios significados del verbo pueden ser clasificados como sigue (aunque en lo que respecta a algunos existe cierta duda):

(1) poseer, tener, sujetar: 1 Corintios 7:30; 2 Corintios 6:10.

(2) tomar posesión de: Lucas 14:9.

(3) aferrar, guardar: Lucas 8:15; Romanos 7:6 (pero algunos clasificarían esto bajo el cuarto encabezamiento); 1 Corintios 11:2; 15:2; 1 Tesalonicenses 5:21 (véase sobre ese pasaje); Hebreos 3:6, 14; 10:23. Es posible que el sentido de la palabra según se usa en Hechos 27:40 no esté muy alejada de éste. Ellos “enfilaron hacia” (o fueron rumbo a) la playa.

(4) retener, refrenar, detener: Lucas 4:42 (la multitud procuraba detenerle, para impedirle que se fuera de ellos); Romanos 1:18 (hombres malvados que detienen o suprimen la verdad); Filemón 13 (Pablo hubiera deseado retener a Onésimo). En el contexto presente este significado tiene excelente sentido.

Tiene abundante apoyo en los pergaminos (véase M.M., pp. 336, 337).

Adoptando el significado (4) como el más natural en el contexto presente, nos hallamos cara a cara con el problema de identificar al que retiene. En este punto, sin embargo, los tesalonicenses estaban más adelantados que nosotros en su conocimiento de la escatología. Ellos sabían. Nosotros no. Agustín en sus días confesó francamente que aun haciendo grandes esfuerzos no se hallaba en condiciones de descubrir lo que el apóstol quiso decir (Concerniente a la ciudad de Dios. XX. xix).

Algunas interpretaciones muestran su error aun a simple vista (tales como, “Pablo”, “Dios”, “el Espíritu Santo”). Dios o el Espíritu Santo no son “quitados de en medio” (expresión que a pesar de la objeciones que se han presentado, es buen equivalente del griego ἐκ μέσου γίνεσθαι); cf. también Col. 2:14.

De todas las teorías propuestas hasta ahora, la que parece tener más peso a su favor es aquella según la cual el que retiene es “el poder del bien ordenado gobierno humano”, “el principio de la legalidad contrapuesto al de la ilegalidad” (véase el Comentario de Ellicott sobre este pasaje).

Según este punto de vista Pablo quiere decir que en tanto que la ley y el orden prevalezcan, el hombre de desafuero no puede aparecer en la escena de la historia con su programa de injusticia, blasfemia, y persecución sin precedentes.

En favor de este punto de vista nótese lo siguiente:

a. En cierto modo el contexto a su favor: “el hombre de desafuero” está siendo detenido por el dominio de la ley.

b. Explica como Pablo puede hablar a la vez de “lo que retiene” [p 210] y “el que retiene”. Piénsese en el imperio y el emperador, en la justicia y el juez, en la ley y el que la hace cumplir.

c. Esto (o algo por el estilo) es el punto de vista más frecuentemente expresado por los padres de la iglesia. Tertuliano, comentando sobre este pasaje, declara: “¿Qué obstáculo hay sino el estado romano?” (On the Resurrection of the Flesh, XXIV.)

d. Está a su favor el hecho de que Pablo se sentía orgulloso de su ciudadanía romana, que le fue útil vez tras vez, aun aquí mismo en Corinto en donde esta epístola fue escrita (Hch. 18:12–17).

Además, en un bien conocido capítulo de otra epístola habla del poder del estado romano como “ministro de Dios para tu bien”, y de los gobernantes como “un terror no en contra de la buena sino de la mala conducta”

(Ro. 13).124 Podemos decir sin temor a equivocarnos, por lo tanto, que el apóstol consideró al gobierno y sus administradores como un freno para el mal.

e. Es una teoría razonable también dado al hecho de que en cierto sentido ni la ley romana ni su orden murieron cuando el imperio cayó. En el mundo civilizado de hoy está todavía en vigencia. Sin embargo, cuando la estructura básica de justicia desaparece, y cuando los juicios falsos y las confesiones fraudulentas llegan a ser la norma del día, el escenario se halla preparado para la revelación del hombre de desafuero.

La teoría según la cual Miguel o algún otro ángel es el que ata, refrena o retiene al anticristo (los que la favorecen apelan a pasajes tales como Dn. 10:13 y Ap. 20:1–3) no explica cómo tal ángel puede ser llamado a la vez “el que” y “lo que” retiene. Sin embargo estas dos últimas teorías mencionadas—es decir, a. que lo que retiene es la ley y el orden y los que la hacen cumplir, y b. lo que retiene es un ángel— podrían no ser tan dispares como aparentan serlo. ¿Acaso las disposiciones de los gobernantes no son influidas por los ángeles? (véase Dn. 10:13, 20).

Repetimos, no obstante, que el punto de vista que hemos considerado como el mejor que se haya ofrecido hasta ahora, según nuestra opinión, bien podría no ser el correcto. No hay certeza alguna en cuanto a este punto.

En consecuencia, el sentido de todo el pasaje (versículos 6 y 7) parece ser el siguiente: En tanto que Satanás está perfectamente enterado de que él mismo no puede encarnarse, sin embargo quisiera imitar a la segunda persona de la Trinidad también en este aspecto hasta donde le fuese posible. Desea ardientemente la presencia de un hombre sobre el cual pueda tener completo control, y que cumplirá su voluntad así como Jesús cumplió la voluntad del Padre. Ha de ser un hombre de talentos sobresalientes.

Pero hasta el momento el diablo ha fracasado en su intento de poner este plan en operación. Algo y alguien está siempre “reteniendo” al hombre de desafuero, necesario instrumento del engañador. Esto, por supuesto está ocurriendo bajo dirección divina. De ahí que, por el momento, lo máximo que Satanás puede hacer es promover el espíritu de desafuero. Pero esto no le satisface. Es como si él y su hombre de pecado estuviesen aguardando el tiempo. En el momento divinamente decretado (“el tiempo apropiado”) cuando, en castigo por la cooperación voluntaria de los hombres con este espíritu, el designado como “alguien” y “algo” que ahora retiene sea quitado, Satanás comenzará a llevar a cabo sus planes:

8. Y entonces será revelado el sin ley. Este “entonces” está en contraste con el “ahora” del versículo 6: “ahora” “el sin ley” es retenido, pero “entonces” será revelado. “El sin ley” es lo mismo que “el hombre de desafuero” introducido en el versículo 3, vale decir, el antagonista final, el que abiertamente desafía todas las ordenanzas de Dios, el anticristo. Cuando el tiempo apropiado llegue, el programa de Satanás será realizado en forma visible. El misterio será reemplazado por el hombre. El sin ley aparecerá en la tierra y será revelado en sus palabras y hechos.

A fin de alentar a los creyentes, que de otro modo podrían estar llenos de injustificable alarma, Pablo inmediatamente añade: a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca, y derrotará totalmente por la manifestación de su venida.

No habrá un prolongado conflicto, con la victoria aparentamente alternando entre el sin ley y Cristo, este “round” a favor de Satanás, el otro para Cristo. Este asunto será liquidado en un instante. El Señor Jesús (véase sobre 1 Ts. 1:1) en forma muy breve y decisiva pondrá fin al anticristo y su programa. Toda la descripción es simbólica. Las dos cláusulas son paralelas, no significando esto necesariamente que las dos son completamente idénticas en significado. La primera cláusula enfatiza lo que sucederá al sin ley mismo: será matado (lo cual en esta conexión se ha interpretado [p 212] como significando que será castigado con muerte eterna, pero la idea de recibir primero muerte física no debe excluirse). El Señor simplemente soplará sobre él, tan veloz será su destrucción. La segunda cláusula indica también lo que le ha de suceder, tal vez con la idea adicional: en relación con su programa de actividades. También en

este respecto será “abolido”, “completamente derrotado”, “arruinado”, “inutilizado”, “vuelto inoperante o inactivo” (καταργέω; verbo usado por Pablo con mucha frecuencia y casi confinado sólo a él en el Nuevo Testamento; en lo que respecta al grado particular de significado en la presente relación véase especialmente pasajes tales como Ro. 3:31; 4:14; 1 Co. 1:28; Gá. 3:17; Ef. 2:15; 2 Ti. 1:10). En relación paralela a “aliento de su boca” está “manifestación de su venida”. La apariencia misma (ἐπιφάνεια, epifanía, que en otros lugares del Nuevo Testamento solamente se halla en las pastorales: 1 Ti. 6:14; 2 Ti.1:10; 4:1, 8; Tit. 2:13) de la venida de Cristo (Parousía; véase sobre 1 Ts. 2:19), el primer destello del advenimiento, será suficiente para arruinar al sin ley, para inutilizarlo.

El aspecto total, veloz, y repentino de la derrota del anticristo se describe aquí en lenguaje simbólico. El carácter decisivo de su caída es el pensamiento único y central. Simplemente por el aliento y apariencia de Cristo el “hombre de desafuero” será derrotado. No se debe tratar de sacar más de este pasaje. Por ejemplo, no se debería comenzar a embellecer la interpretación argumentando que “el aliento de su boca (de Cristo)” significa la Palabra de Dios, que esta palabra es siempre efectiva, etc. Si hay necesidad de mayor comentario debe leerse Isaías 11:4 y Apocalipsis 1:16. 9, 10. Habiendo consolado a los lectores con el pensamiento de la decisiva intervención del Señor Jesús al venir a juzgar, de modo que el pasaje relacionado con el final antagonista pierde todo su terror para los que creen, Pablo da ahora una más amplia descripción del carácter del sin ley y de su actividad.

Se podría decir que la descripción ya comenzada en el versículo 4 continúa aquí; pero con la siguiente diferencia: en tanto que el versículo 4 describió la relación del anticristo con el reino divino, los versículos 8 y 9 exponen su relación con el reino del mal: (aquel) cuya venida es según la operación de Satanás, acompañada de todo poder y señales y prodigios mentirosos y por todo engaño que se origina en la injusticia para los que están pereciendo porque no aceptaron el amor por la verdad para que fuesen salvos.

La venida o parousía del sin ley (para el significado del término véase sobre 1 Ts. 2:19) está (presente profético: lo será ciertamente) en completo acuerdo con la poderosa actividad de Satanás, su amo.

Aquella “operación de Satanás” será la base de comparación. De ahí que esta venida será acompañada por (o: investida con) todo poder y señales y prodigios; vale decir, habrá grandioso despliegue de poder (δύναμις, cf. dinamita); habrá señales (σημεῖα), hazañas sobrenaturales que apuntarán hacia el que los realiza, a saber, el anticristo controlado por el diablo (véase C.N.T. sobre Jn. 2:11); y prodigios o maravillas (τέρατα), las mismas pasmosas hazañas vistas ahora bajo el aspecto de su carácter insólito y su efecto sobre los que las presencian. Pero todo este despliegue (poder, señales, prodigios) será producto de la falsedad, del deseo de engañar. Por eso sigue, “y por todo engaño que se origina en la injusticia”. El sustantivo engaño es usado por Pablo también en Col. 2:8 (“filosofías y huecas sutilezas”; y véase el verbo compuesto, derivado de la misma raíz, en 2 Ts. 2:3). El engaño será inspirado por la injusticia. Esto no ha de sorprendernos, puesto que el anticristo recibe su energía del diablo mismo. Véase también C.N.T. sobre Juan 8:44.

Ahora bien, la venida del final antagonista, con su poder mentiroso, sus señales y maravillas, aunque observado por creyentes y no creyentes, tiene su efecto engañador sobre los que están pereciendo (i.e. los que entonces estén pereciendo); cf. 1 Co. 1:18; 2 Co. 2:15; 4:3. La causa por lo que perecen no está en Dios sino en ellos mismos. Perecen porque no aceptaron (tiempo pasado mirado desde el punto de vista de los días inmediatamente anteriores al juicio final) el amor por la verdad.

Pero ¿qué significa la expresión “el amor por la verdad”? Contestamos como sigue:

Al ser proclamado el evangelio, se insta a los oyentes a aceptar a Cristo con todos sus beneficios. Tales beneficios no son solamente objetivos, como el cielo, la resurrección del cuerpo, etc., sino también subjetivos, como el amor y la esperanza. Los oyentes que perecen llegan a este destino porque han rechazado lo que se les ha rogado aceptar, en este caso: “el amor por la verdad” (genitivo objetivo) como está Cristo (la verdad evangélica). El propósito de su aceptación hubiera sido “para que fuesen salvos”.

Es verdad que ningún hombre puede aceptar “el amor por la verdad” en sus propias fuerzas. Pero éste, sin embargo, no es el énfasis aquí. Lo que aquí se subraya es la culpa del hombre. Cuando el hombre se pierde, es siempre su propia culpa, jamás la de Dios.

11. Y por esta razón Dios les envía una engañadora fuerza para que crean en la mentira. Vale decir, los hombres del tiempo del fin, que se endurezcan contra la fervorosa exhortación para arrepentirse y recibir el amor por la verdad, sufriran el castigo de ser endurecidos. Dios les envíe (i.e. por cierto les enviará) una “energía de (i.e., para) error”. Será un poder que actuará poderosamente dentro de ellos, alejándoles aún más, de modo que creerán la mentira del anticristo.

12. Así será en el tiempo del fin. Dios enviará una engañadora fuerza a los corazones de los que tercamente rehusaron aceptar su verdad redentora; y esto, para que sean condenados todos los que no creyeron la verdad sino que se deleitaron en la injusticia.

Esto tiene referencia al juicio final. Entonces todos los engañados serán juzgados, i.e., condenados (en cuanto al verbo κρίνω véase C.N.T. sobre Jn. 3:17). Esta sentencia de condenación será justa e imparcial, puesto que éstos sobre los cuales es pronunciado, lejos de entregarse a la redentora verdad de Dios, hallaron su deleite (εὐδοκήσαντες, véase sobre 3:1) en lo que es francamente opuesto, es decir, en la injusticia (Véase sobre el versículo 9 más arriba). Tal antítesis entre verdad e injusticia (véase también Ro. 1:18;2:8; 1 Co. 13:6) indica que no se puede separar el intelecto humano de la voluntad y las emociones.

Cuando una persona realmente acepta la verdad de Dios, practicará la justicia; cuando no lo hace, sino que acepta la mentira del anticristo (¡ser neutral es imposible!), se deleitará en la injusticia.

El verdadero creyente jamás debe temer pertenecer a la minoría. Sólo el remanente será salvo. Todos los demás serán condenados.