jueves, 6 de agosto de 2020

DISERTACIONES SOBRE NOTAS DE ESTUDIOS VARIAS

Pon sobre él a un impío. ¿Qué peor castigo puede tener? El orgulloso no puede resistir al orgulloso, ni el opresor tolerar a otro que gobierne como él. El justo, en su paciencia, halla el gobierno de los malvados una amarga servidumbre; pero los que están llenos de pasión, de resentimiento y aspiraciones altivas son esclavos verdaderamente cuando otros de su propia clase empuñan el látigo sobre ellos.
 
Para Herodes, ser gobernado por otro Herodes sería una gran desgracia, y, con todo, no podría haber retribución más justa. ¿Qué hombre injusto puede quejarse de verse gobernado por otro como él? ¿Qué puede esperar un hombre perverso sino que los que le gobiernen sean como él? ¿Quién no admira la justicia de Dios cuando ve a los crueles romanos gobernados por Tiberio o Nerón, o a los revolucionarios franceses por Marat o Robespierre? C. H. S.
 
Y Satanás esté a su diestra. ¿No debería ser así? ¿No debería el padre de la mentira estar al lado de sus hijos? ¿Qué amigo mejor para el adversario de la justicia que el gran adversario mismo? La maldición es terrible, pero es muy natural que ocurra: los que sirven a Satanás pueden esperar tener su compañía, su ayuda, sus tentaciones y, finalmente, su sentencia. C. H. S.
 
Los hombres dicen: «Mi pecado ha de ser denunciado, no yo.» ¡Qué libertinaje no resultaría de ello para el pecado! Mi naturaleza corrompida diría: «Si no soy condenada, sino sólo mi pecado, puedo hacer lo que me plazca; no se me llamará a cuentas por ello. Me gusta pecar y puedo seguir haciéndolo.» Esto es lo que los hombres habrían dicho. No habría habido esfuerzo para librarse del pecado. ¿Por qué debería haberlo si sólo se condena al pecado y no al pecador? Pero el pecado del hombre es identificado con él, y esto le hace temblar. La ira de Dios cae sobre él a causa de su pecado. La condenación está esperándole a causa de su pecado. Esto le acucia a librarse de él. 

Frederick Whitfield. (Nota del 3 de julio 2020).

2 Tesalonicenses 1:8 NOTA CONTRA LOBBY LBGTI

1:8 en llama de fuego, (Isa_66:15-16; 2Pe_3:7-12) para dar retribución - Retribuir quiere decir pagar, recompensar. En realidad lo que el hombre reciba en Aquel Día será lo que él mismo habrá ganado : véase Rom_2:5 “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; 9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, 10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; 11 porque no hay acepción de personas para con Dios”. El hombre gana, atesora, para sí mismo “ira para el día de la ira”. Es el premio por el cual ha trabajado. 
-- a los que no conocieron a Dios, -- “ Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste (Jua_17:25). “Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio” (Hch_17:23). 
¿Nunca habían oído estos de Dios? ¿Por qué no conocieron a Dios? Esto no significa que nunca habían tenido la oportunidad de conocer a Dios. Pablo explica en Rom_1:19-21 que “lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”. El problema fue que “ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios” (Rom_1:28). Son como Faraón que dijo, “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz?” (Éxo_5:2). “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses” (Gál_4:8). Véase Efe_4:18-19. 
Pero no sólo los gentiles, sino también los judíos se incluyen entre los que no conocieron a Dios. Recuérdese que la persecución de los hermanos de Tesalónica fue causada por los judíos (Hch_17:5; véase 1Ts_2:14-16). Jua_8:55 (“vosotros no le conocéis”); 15:21 (“no conocen al que me envió”). Según estos textos muchos de los mismos hijos de Abraham, Isaac y Jacob, el pueblo escogido de Dios, no conocieron a Dios. ¿Por qué no le conocieron? (1) Porque “ni tenéis su palabra morando en vosotros” (Jua_5:38); “Erráis, ignorando las Escrituras” (Mat_22:29). (2) Porque no conocieron a Cristo; es decir, no lo aceptaron como el Hijo de Dios: Jua_14:7, “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais”. Es imposible conocer a Dios sin conocer a Cristo. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jua_1:18). “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jua_17:3). 
Para los “sabios” de este mundo el evangelio es locura, como Pablo explica en 1Co_1:21, “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”. Actualmente el humanismo, la evolución y muchas otras filosofías son la sabiduría humana que llena la mente del hombre para que no oiga el evangelio para conocer a Dios. Pablo explica lo que estaba haciendo al predicar el evangelio: “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2Co_10:5). 
Otros que profesaron conocerle eran los gnósticos, pero las cartas de Juan los exponen como falsos (véase 1Jn_2:4). Como Pablo dice en Tit_1:16, “profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan”. 
Muchos no conocen a Dios porque creen y practican la doctrina de los hombres (Mat_15:8-9; Col_2:22-23). “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso” (1Jn_2:3). Jesús dice en Mat_7:21, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. 
Aun entre los miembros de la iglesia del Señor hay personas que no conocen a Dios: “Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo” (1Co_15:34). Los hermanos corintios que negaron la resurrección no conocieron a Dios. Lo mismo se puede decir de cualquier hermano que practique o enseñe error doctrinal. 
-- ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; -- Estas dos expresiones son paralelas, pues los que no obedecen al evangelio de Cristo son los que no conocen a Dios. Los evangélicos casi no usan la expresión, “obedecer al evangelio”, porque enseñan que el hombre se salva por la fe sola, pero muchos textos hablan de obedecer para obtener la salvación: “el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hch_5:32); “muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hch_6:7); “por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe” (Rom_1:5); “pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia” (Rom_2:8); “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Rom_6:17-18); “Mas no todos obedecieron al evangelio” (Rom_10:16); “se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe” (Rom_16:26); “¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?” (Gál_5:7); “vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Heb_5:9); “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad” (1Pe_1:22); “¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?” (1Pe_4:17). Estos y muchos otros textos nos hacen ver que es imposible ser salvos sin obedecer al evangelio. Jesús dice la misma cosa en Mat_7:21, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. 
Hechos de los Apóstoles relata la conversión de muchos judíos, samaritanos y gentiles. Todos estos obedecieron al evangelio de Cristo para ser salvos: (1) Pedro dijo a los judíos en el día de Pentecostés: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo … Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil persona” (Hch_2:38; Hch_2:41); (2) “Pero cuando (los samaritanos) creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (Hch_8:12); (3) Hch_8:1-40, “35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó”; (4) Después de predicarle el evangelio, Ananías dijo a Saulo de Tarso, “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hch_22:16); (5) Pedro predicó el evangelio a Cornelio y su casa y “mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús” (Hch_10:48); (6) Lidia estaba atenta a lo que Pablo decía y “fue bautizada, y su familia” (Hch_16:14-15); (7) el carcelero de Filipos oyó la predicación del evangelio y “tomándolos en aquella misma hora de la noche … se bautizó él con todos los suyos” (Hch_16:33); (8) “muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (Hch_18:8). Estos son los ejemplos que todos deben seguir para obedecer al evangelio. Tomando estos textos en conjunto observamos que estas personas oyeron el evangelio, creyeron en Cristo como el Hijo de Dios, se arrepintieron de sus pecados, confesaron a Cristo y fueron bautizados (sumergidos) en agua para perdón de los pecados. 
El rey Saúl recibió el siguiente mandamiento de Dios: “Vé, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos” (1Sa_15:3), pero Saúl desobedeció a Dios: “Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron” (1Sa_15:9). Dijo que trajeron los animales engordados, etc. para ofrecerlos en sacrificio a Dios, pero ¿Dios aceptó eso? Siga leyendo 1Sa_15:22, “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 23 Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”. 
Siempre seamos, pues, “hijos obedientes” (1Pe_1:14).

Feliz el hombre que acierta el término medio exacto obrando de modo que crea en Dios, y creyendo en Dios de modo que obre sin temor. C. H. S.