viernes, 27 de diciembre de 2019

La oposición de Jannes y Jambres



La oposición de Jannes y Jambres
Basado en 2Ti_3:1-9 y en Éxo_7:12, Éxo_7:22 y Éxo_8:7

Debemos considerar ahora, en segundo lugar, la oposición de "Jannes y Jambres", los encantadores de Egipto. Nunca hubiésemos conocido los nombres de esos dos antagonistas de la verdad de Dios, si el Espíritu Santo no los hubiese nombrado en relación con los "tiempos peligrosos" sobre los cuales el apóstol Pablo advierte a su hijo Timoteo. Es de suma importancia que el lector cristiano comprenda bien el verdadero carácter de la resistencia que esos encantadores opusieron a Moisés; y con el fin de darle una vista completa del asunto, citaremos todo el pasaje de la epístola de Pablo a Timoteo, pasaje profundamente importante y solemne.
"Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes a los padres, ingratos, sin santidad, sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios; teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella; y a éstos evita. Porque de éstos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias; que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Jannes y Jambres resistieron a Moisés, así también estos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos acerca de la fe. Mas no prevalecerán; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquellos". (2Ti_3:1-9).
El carácter especial de esta resistencia a la verdad es un asunto particularmente importante. La oposición que "Jannes y Jambres" hicieron a Moisés consistía simplemente en imitar, hasta donde les fue posible, las señales que éste hacia. No vemos que atribuyesen a un poder engañador o maligno las señales de Moisés, sino más bien procuraron neutralizar sus efectos sobre la conciencia, haciendo ellos las mismas cosas. Lo que Moisés hacía, también ellos podían hacer, de manera que después de todo, no había una gran diferencia entre ellos. Lo mismo valía el uno que los otros. Un milagro es un milagro. Si Moisés obraba milagros para sacar al pueblo de Egipto, ellos podían obrarlos para hacerlo quedar en el país. ¿Dónde estaba pues la diferencia?
De todo esto aprendemos que la resistencia más diabólica al testimonio de Dios en el mundo viene de aquellos que, si bien imitan los efectos de la verdad, no tienen más que la "apariencia de piedad", negando "la eficacia de ella". (2Ti_3:5). Esas gentes pueden hacer las mismas cosas, adoptar las mismas costumbres, y las mismas formas, emplear el mismo lenguaje, y profesar las mismas opiniones que los creyentes. Si el cristiano verdadero, constreñido por el amor de Cristo, da de comer al que tiene hambre; da vestido al desnudo; visita los enfermos; esparce las Escrituras; distribuye tratados; ora, canta, defiende y predica el Evangelio, el formalista puede hacer otro tanto; y estemos alerta, porque este es el carácter especial de la resistencia opuesta a la verdad "en los últimos tiempos"; este es el espíritu de Jannes y Jambres. ¡Cuán necesario nos es comprender esta importante verdad! ¡Cuánto importa recordar que "de la manera que Jannes y Jambres resistieron a Moisés, así" esos hipócritas amadores de sí mismos, del mundo y de los placeres, "resisten a la verdad"! Ellos no quisieran vivir sin tener una "apariencia de piedad", pero aunque adoptan la apariencia porque ha entrado a formar parte de las costumbres, aborrecen "la eficacia" de ella, porque esto significa el renunciamiento de sí mismo. "La eficacia" de la piedad implica el reconocimiento de los derechos de Dios, el establecimiento de su reino en el corazón, y como consecuencia, la manifestación de estas cosas en el carácter y la vida entera; pero el formalista ignora todo esto. "La eficacia" de la piedad nunca podrá estar de acuerdo con ninguno de estos caracteres horribles que nos señala el pasaje de la epístola a Timoteo citado más arriba; pero "la apariencia", encubriéndoles, les permite vivir sin someterse, y esto es lo que causa el placer del formalista hipócrita. El no se cuida de subyugar sus tentaciones, de interrumpir sus placeres, de dominar sus pasiones, de poner en regla sus afectos, de que su corazón sea purificado. Solamente necesita la indispensable cantidad de religión para poder sacar el mejor partido posible de la vida presente y del mundo venidero. No sabe lo que significa abandonar el mundo presente, porque se ha hallado "la vida venidera".
Considerando las diversas formas de la oposición de Satanás a la verdad de Dios, vemos que su sistema ha sido siempre de resistir a esta verdad; en primer lugar, por la violencia, atacándola abiertamente, y luego, cuando este medio le ha fallado, procurando desacreditarla por medio de una falsificación. Así procura en primer lugar de hacer morir a Moisés (Cap. Éxo_2:15), y no pudiendo llevar a cabo su propósito, ensaya de imitar sus obras.
Lo mismo ha sido en cuanto a la verdad confiada a la Iglesia de Dios. Los primeros esfuerzos de Satanás se manifestaron por la ira de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, por los tribunales, por la cárcel y la espada. Pero en el pasaje de la segunda epístola a Timoteo, no se hace mención de tales procedimientos. El ataque frente a frente ha sido reemplazado por el medio mucho más sutil y más peligroso de una profesión vana, de una apariencia sin poder, de una falsificación humana. El Enemigo en lugar de presentarse con la espada de la persecución en la mano, se pasea cubierto con el manto de la religión, profesando e imitando aquello mismo que en otro tiempo combatió y persiguió; y por este medio obtiene por ahora ventajas inmensas. Las formas horribles que el mal moral ha revestido, y que de siglo en siglo han manchado las páginas de la historia de la humanidad, en lugar de hallarse en aquellos sitios donde naturalmente podrían buscarse, en los antros de las tinieblas humanas, se hallan ahora cuidadosamente ocultas bajo los pliegues del manto de una religiosidad fría e impotente, lo cual constituye una de las obras maestras del Diablo.
Es natural que el hombre, como ser caído y corrompido que es, sea egoísta, avaro, vanidoso, altivo, amigo de los deleites más que de Dios, pero que sea todo esto bajo la forma hermosa de la "apariencia de piedad", denota la energía especial de Satanás empleada en su resistencia a la verdad "en los postreros días". Nada tiene de extraño que el hombre mundano manifieste abiertamente esos vicios, concupiscencias y pasiones repugnantes, que son el resultado forzoso de su alejamiento de la fuente de santidad y de pureza, y es natural que así sea, porque el hombre será siempre lo que ha sido hasta el fin de su historia. Pero, por otro lado, cuando se ve asociado el santo nombre del Señor Jesús con la perversidad y maldad implacable del hombre; cuando los principios santos se ven unidos con prácticas impías; cuando se ven todas aquellas cosas que caracterizan la corrupción de los gentiles, tal como nos las describe el primer capitulo de Romanos, cubiertas con la "apariencia de piedad", entonces en verdad puede decirse: he aquí el carácter horrible de "los postreros días", la resistencia de "Jannes y Jambres".
Sin embargo, los encantadores de Egipto sólo pudieron imitar en tres cosas a los siervos del Dios vivo y verdadero: cambiaron sus varas en serpientes (Cap. Éxo_7:12); transformaron el agua en sangre (Cap. Éxo_7:22); e hicieron subir las ranas sobre el país (Cap. Éxo_8:7); pero en cuanto a la cuarta señal que requería la potencia creadora, que significaba la manifestación de la vida, unida a una prueba evidente del estado de humillación de la naturaleza, se vieron confundidos y obligados a exclamar: "Dedo de Dios es este". (Cap. Éxo_8:16-19). Lo mismo sucede con los que resisten a la verdad en los postreros días. Todo lo que hacen, es hecho según la potencia directa de Satanás, y por lo tanto, dentro de los límites de su poder. Y su fin esencial no es otro que el de "resistir a la verdad".
Las tres cosas que "Jannes y Jambres" tuvieron el poder de ejecutar, se caracterizan por la potencia satánica, la muerte y la impureza, a saber: las serpientes, la sangre y las ranas. Por estos medios "resistieron a Moisés", y "así también éstos resisten a la verdad", e impiden su acción moral sobre la conciencia. Nada contribuye más a debilitar el poder de la verdad, como el ver ciertas personas que se hallan completamente fuera de su influencia, hacer exactamente las mismas cosas que aquellos que son guiados por ella. Así obra el Diablo en el momento actual. El procura que todos los hombres sean considerados como cristianos. El quisiera hacernos creer que estamos rodeados de un "mundo cristiano", pero el pretendido "mundo cristiano" no es más que una cristiandad falsificada, que lejos de rendir testimonio a la verdad, está aquí, según los designios del Enemigo, para oponerse a la influencia de la verdad que santifica y purifica los corazones.
En una palabra, el siervo de Cristo, el testigo de la verdad de Dios, se halla rodeado por todas partes del espíritu de "Jannes y Jambres"; y es conveniente que lo recuerde, conociendo a fondo el mal contra el cual debe luchar; que no olvide que el mundo que le rodea es una imitación diabólica de la obra de Dios, no producida, por la varita mágica de un encantador abiertamente hostil y malo, sino por la acción de falsos religiosos, teniendo "apariencia de piedad", mas habiendo negado la "eficacia de ella"; gentes que hacen obras, al parecer buenas y justas, pero que no tienen la vida de Cristo en sus almas, ni el amor de Dios en sus corazones, ni tampoco la potencia de la palabra de Dios en sus conciencias.
"Mas no prevalecerán", añade el apóstol, "porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fué la de aquellos". En efecto, la "insensatez de Jannes y Jambres" fué manifiesta a todos, cuando no solamente se vieron impotentes para continuar imitando los milagros de Moisés y Aarón, sino que de hecho, fueron envueltos en los juicios de Dios lo mismo que los demás Egipcios. Este hecho es muy importante. La insensatez de todos aquellos que no poseen más que la apariencia será igualmente manifestada. No solamente serán incapaces de imitar del todo los efectos de la vida y de la potencia divina, sino que vendrán a ser el objeto de los juicios que resultarán de la resistencia a esta verdad, rechazada por ellos mismos.
¿Se dirá que todo esto no encierra grandes enseñanzas para un tiempo, como el nuestro, de tanta apariencia sin eficacia? Ciertamente que no; y estos ejemplos deberían influir sobre toda conciencia como potencia de vida, hablar a todos los corazones con acentos solemnes y penetrantes, para llevarnos a cada uno de nosotros a examinarnos seriamente y darnos cuenta de si realmente rendimos testimonio a la verdad viviendo según la eficacia de la piedad, o si somos un obstáculo a ella, neutralizando sus efectos y no teniendo más que su apariencia. Los efectos de la potencia de la verdad se mostrarán en que nosotros persistimos en las cosas que hemos aprendido. (2Ti_3:14). Sólo aquellos que han sido enseñados de Dios podrán persistir; los que por la virtud del Espíritu de Dios han bebido del agua de la vida, en la fuente pura de la inspiración divina.
Pero gracias sean dadas a Dios, en las numerosas fracciones de la Iglesia se halla un gran número de tales personas. Aquí y allá, hay algunos cuyas conciencias han sido lavadas en la sangre expiatoria del "Cordero de Dios" (Jua_1:29); los corazones de los cuales son penetrados por un verdadero afecto a la persona del Señor Jesús, gozándose en sus espíritus en la gloriosa esperanza de verle "tal como es", y ser hechos semejantes a su imagen para siempre. Pensando en éstos, se anima el corazón. Es un gozo indecible el poder tener comunión con aquellos que pueden dar razón de su esperanza, y de la posición que ocupan como hijos de Dios. ¡Que el Señor aumente de día en día el número de los verdaderos creyentes, y que la eficacia de la piedad sea esparcida en estos últimos tiempos, para que se rinda un brillante testimonio al nombre de Aquél que es digno de ser ensalzado!.
Tomado de “Estudios sobre el Éxodo” de C.H.Mackintosh.