jueves, 26 de septiembre de 2019

EL ENIGMA DE ESTER 9:7-9 Y LA PROFECÍA CUMPLIDA (OBSERVACIÓN DE LA GEMATRÍA HEBREA)


EL ENIGMA  DE ESTER 9:7-9 Y LA PROFECÍA CUMPLIDA (OBSERVACIÓN DE LA GEMATRIA HEBREA)

Mataron entonces a Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalía, Aridata, Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata, diez hijos de Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos; pero no tocaron sus bienes”. (Est 9:7-10 RV1960).

El TM presenta los nombres de los diez hijos de Amán en un formato particular, y así está reproducido en todo mss. hebreo. La Massorah prescribe que estos nombres sean escritos en una columna perpendicular al margen derecho, con la conjunción vav en el izquierdo. Según el Comentario de Soncino (Cinco Meguillot, p. 179), esta característica deriva del recuento histórico que estos personajes fueron ahorcados en patíbulos suficientemente altos como para quedar uno debajo del otro.



Sin embargo, otras razones pueden aludirse para esta peculiaridad. Las letras tav (ת), shin (ש), y zayin (ז) que integran el primero, el séptimo y el décimo nombre de los hijos de Amán, respectivamente, aparecen con un formato más pequeño. A su vez, el décimo nombre comienza con una vav (ו) elongada. Ahora bien, según su valor numérico (gematría) aplicado al calendario hebreo, es posible inferir que las letras pequeñas (tav 400 + shin 300 + zayin 7 = 707) representan siglos, décadas y años, mientras que la vav más larga destaca milenios (vav = 6), para marcar así el año 707 del sexto milenio, es decir el 5707, correspondiente a 1946 del calendario gregoriano. Este particular año registra un acontecimiento histórico significativo, que arroja luz sobre uno de los pasajes más discutidos de la Escritura (Est_9:11-14), texto que a través de los siglos ha movido a perplejidad y distorsión interpretativa.

“El mismo día se le dio cuenta al rey acerca del número de los muertos en Susa, residencia real. Y dijo el rey a la reina Ester: En Susa capital del reino los judíos han matado a quinientos hombres, y a diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las otras provincias del rey? ¿Cuál, pues, es tu petición? y te será concedida; ¿o qué más es tu demanda? y será hecha. Y respondió Ester: Si place al rey, concédase también mañana a los judíos en Susa, que hagan conforme a la ley de hoy; y que cuelguen en la horca a los diez hijos de Amán. Y mandó el rey que se hiciese así. Se dio la orden en Susa, y colgaron a los diez hijos de Amán”. (Est 9:11-14 RV1960)

Porque Ester mando a colgar otra vez a los hijos de Aman?

Para descifrar el enigma, la identificación del año es significativo, pues ese 16 de Octubre fueron ahorcados en la ciudad de Nuremberg, Alemania, diez jerarcas nazis, responsables del Holocausto Judío. Inicialmente, el número de condenados era once, pero uno de ellos se suicidó horas antes, de manera que solo diez subieron al cadalso. El séptimo en hacerlo fue un acérrimo antisemita llamado Julious Streicher, quien, mientras le ponían la soga al cuello, y como últimas palabras, inusitadamente gritó: ¡Fiesta Purim 1946! Así, 2400 años más tarde fue develada la enigmática solicitud de Ester (Est_9:13), y la orden del Rey (Est_9:14), cumplida! Y así se entiende ya porque Ester pidió por segunda vez que colgaran a los hijos de Aman. Gloria a Dios, es sencillamente maravilloso!

domingo, 1 de septiembre de 2019

ESTUDIO DE 1 JUAN 5:6-8 Y LA CONTROVERSIA GNÓSTICA


1 Juan 5:6-8
EL AGUA Y LA SANGRE
“Este es el Que vino por medio de agua y sangre -Jesucristo. No fue sólo por agua por lo que vino, sino por agua y por sangre. Y es el Espíritu el Que testifica de esto; porque el Espíritu es la verdad; porque hay tres que testifican, el Espíritu y el agua y la sangre, y los tres concuerdan como uno solo”.
Al principio de su comentario sobre este pasaje Plummer dice: " Este es uno de los pasajes más alucinantes de la epístola, y uno de los más complicados del Nuevo Testamento.» Sin duda, si conociéramos las circunstancias en que Juan estaba escribiendo, y tuviéramos un conocimiento completo de las herejías de las que estaba defendiendo a su pueblo, el sentido aparecería más claro; pero, tal como están las cosas, no podemos hacer más que suponer. Sí sabemos bastante, sin embargo, del trasfondo, para estar razonablemente seguros de que podemos llegar al sentido de las palabras características de este pasaje de Juan.
Está claro que las palabras agua y sangre en relación con Jesús tenían para Juan un significado especialmente, místico y simbólico. En su historia de la Cruz hay un curioso par de versículos:
«Uno de los soldados Le atravesó el costado con la lanza, e inmediatamente salieron sangre y agua. Y el que da testimonio de esto lo vio, y lo que dice es cierto; y él sabe que está diciendo la verdad para que vosotros también creáis» (Jua_19:34 ).
Está claro que Juan adscribe una importancia particular a ese incidente, y lo garantiza con un certificado de evidencia muy especial. Para él las palabras agua y sangre en relación con Jesús comunicaban una parte esencial del Evangelio.
El primer versículo del pasaje se expresa oscuramente: «Este es el Que vino por medio de agua y sangre -Jesucristo.» El sentido es que Este es el Que entró en Su mesiazgo, o Se mostró que era el Cristo, mediante agua y sangre.
En relación con Jesús, agua y sangre no pueden referirse nada más que a dos acontecimientos de Su vida. El agua debe referirse a Su Bautismo. La sangre, a Su Cruz. Juan está diciendo que el Bautismo y la Cruz de Jesús son ambos partes esenciales de Su mesiazgo. Pasa a decir que no fue sólo por agua por lo que Él vino, sino por agua y por sangre. Está claro que algunos decían que Jesús vino por agua, pero no por sangre; en otras palabras: que Su Bautismo era una parte esencial de Su mesiazgo, pero no Su Cruz. Esto es lo que nos da la clave del trasfondo de este pasaje.
Ya hemos visto una y otra vez que tras esta carta se trasluce la herejía del gnosticismo. Y también hemos visto que los gnósticos, creyendo que el espíritu era totalmente bueno y la materia totalmente mala, negaban que Dios viniera en la carne. Así es que tenían la creencia -de la que nos habla Ireneo en relación con el nombre de Cerinto, uno de sus principales representantes y contemporáneo de Juan- de que el Cristo divino había descendido en el Bautismo sobre el hombre Jesús en forma de paloma; Jesús, asociado como si dijéramos con el Cristo que había descendido sobre Él, trajo a los hombres el mensaje del Dios que era un desconocido hasta entonces, y vivió en perfecta virtud; pero en Getsemaní el Cristo divino Se apartó del hombre Jesús y volvió a Su gloria, y fue solamente el hombre Jesús el que fue crucificado en el Calvario y después resucitó. Podríamos decir más sencillamente que Cerinto enseñaba que Jesús llegó a ser divino en Su Bautismo, pero que esa divinidad Le dejó antes de la Cruz, y que murió como un hombre y nada más.
Está claro que tal enseñanza despoja la vida y la muerte de Jesús de todo su valor para nosotros. Tratando de proteger a Dios del contacto con el dolor humano, Le excluye de la obra de la redención.
Lo que Juan está diciendo es que la Cruz es una parte esencial del significado de Jesús, y que Dios estuvo presente en la muerte de Jesús exactamente lo mismo que lo estuvo en toda Su vida.




EL TRIPLE TESTIMONIO
1Jn_5:6-8 (conclusión)
Juan pasa a hablar del triple testimonio.

Está el testimonio del Espíritu. En este punto Juan está pensando en tres cosas. (I) El relato del Nuevo Testamento es claro en que en el Bautismo de Jesús el Espíritu descendió sobre Él de una manera muy especial (Mar_1:9-11 ; Mat_3:16 s; Luc_3:21 s; Hch_10:38 ; Jua_1:32-34 ). (II) El Nuevo Testamento es igualmente claro en que, mientras que Juan vino a bautizar con agua, Jesús vino a bautizar con el Espíritu (Mar_1:8 ; Mat_3:11 ; Luc_3:16 ; Hch_1:5 ; Hch_2:33 ). Vino para traer a los hombres el Espíritu con una plenitud y poder desconocidos hasta entonces. (III) La historia de la Iglesia Original es la prueba de que esta no fue una vana pretensión. Empezó en Pentecostés (Hch_2:4 ), y se repitió una y otra vez en la historia y experiencia de la Iglesia (Hch_8:17 ; Hch_10:44 ). Jesús tenía el Espíritu, y podía dar el Espíritu a los hombres; y la continua evidencia del Espíritu en la Iglesia era -y es- un testimonio incontestable del continuo poder de Jesucristo.

Está el testimonio del agua. En el Bautismo de Jesús hubo el testimonio del Espíritu descendiendo sobre Él. Fue precisamente ese acontecimiento lo que le reveló a Juan el Bautista Quién era Jesús. Lo que Juan quiere subrayar es que ese testimonio se mantenía en la Iglesia Original en el Bautismo cristiano. Debemos recordar que en los orígenes de la historia de la Iglesia el Bautismo era de adultos, ya que se trataba de hombres y mujeres que ingresaban en la Iglesia mediante confesión de fe, porque venían directamente del paganismo, y empezaban una vida totalmente nueva. En el Bautismo cristiano ocurrían cosas. La persona era sumergida en el agua, y moría con Cristo; y surgía del agua resucitada con Cristo a una nueva vida. Por tanto, el Bautismo cristiano era un testimonio del poder continuo de Jesucristo. Era un testimonio de que Él seguía estando vivo, y de que Él era sin duda divino.
Está el testimonio de la sangre. La sangre era la vida. En cualquier sacrificio, la sangre se consagraba a Dios y sólo a Él. La muerte de Cristo fue el perfecto Sacrificio; en la Cruz derramó Su sangre en sacrificio a Dios. La experiencia de los hombres era que el sacrificio era eficaz y los redimía y reconciliaba con Dios dándoles la paz con Dios. Continua y regularmente se observaba -y se observa- la Cena, la Eucaristía. En ella se representa plenamente el sacrificio de Cristo; y en ella se da a las personas la oportunidad, no sólo de darle gracias a Cristo por Su Sacrificio, hecho una vez por todas, sino también de apropiarse los beneficios y de recibir Su poder sanador. Eso sucedía en el tiempo de Juan. A la Mesa del Señor los creyentes se encontraban con Cristo y experimentaban Su perdón y la paz con Dios que Él traía. Y seguimos teniendo esa experiencia; y por tanto la fiesta es un testimonio continuo del poder reconciliador del Sacrificio de Jesucristo.

El Espíritu y el agua y la sangre se combinan para mostrar como el perfecto Mesías, el perfecto Hijo de Dios y el perfecto Salvador a este Hombre Jesús en Quien Dios Se nos ha manifestado. El don continuado del Espíritu, la continuada muerte y resurrección del Bautismo, la continuada disponibilidad del Sacrificio de la Cruz a la Mesa del Señor siguen siendo los testigos de Jesucristo.

Nota sobre 1Jn_5:7

En la versión Reina-Valera hay un versículo que hemos omitido. Dice: «Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.»
Las versiones modernas no incluyen este texto. Véase la nota de la versión Bóver-Cantera o la nota de la Biblia de Estudio Macarthur. Es seguro que no formaba parte del texto original.
Los Hechos son los siguientes. Primero, que no aparece en ninguno de los manuscritos griegos anteriores al siglo XIV. Los manuscritos clave pertenecen a los siglos III y IV, y este versículo no aparece en ninguno de ellos. Ninguno de los primeros padres de la Iglesia dio señales de conocerlo. La versión original de la Vulgata de Jerónimo no lo incluye. La primera persona que lo cita es el hereje español Prisciliano, que murió en el año 385 d C. Después se fue introduciendo gradualmente en el texto latino del Nuevo Testamento, aunque, como hemos visto, no aparece en los manuscritos griegos.
Entonces, ¿cómo llegó a formar parte del texto? En su origen debe de haber sido una glosa o comentario que un copista añadió al margen, y el siguiente pensó que estaba allí porque se había omitido involuntariamente. Como parecía ofrecer una buena base para la doctrina de la Trinidad, con el tiempo llegó a ser aceptado por los teólogos como parte del texto, especialmente en aquellos días tempranos de la investigación bíblica anterior al descubrimiento de los grandes manuscritos.

Pero, ¿cómo se mantuvo y llegó a formar parte de la ReinaValera y otras traducciones clásicas como la Autorizada inglesa? El primer texto del Nuevo Testamento griego que se publicó fue el de Erasmo, en 1514, aunque el de la Biblia Políglota Complutense del cardenal Cisneros se imprimió antes, pero no salió al público hasta después. Erasmo fue un gran erudito; y, sabiendo que este versículo no formaba parte del texto original, no lo incluyó en su primera edición. Pero para entonces, sin embargo, los teólogos ya estaban usándolo. Se había incluido, por ejemplo, en la Vulgata Latina de 1514. A Erasmo se le criticó por omitirlo. Su respuesta fue que si se le mostraba algún manuscrito griego que lo incluyera, lo imprimiría en la edición siguiente. Alguien le mostró un texto muy tardío y deficiente en el que el versículo aparecía en griego; y Erasmo, fiel a su palabra pero muy en contra de su juicio y voluntad, imprimió el versículo en su edición de 1522.
El paso siguiente fue que en 1550 Stephanus imprimió su gran edición del Nuevo Testamento griego. Esta edición de Stephanus se llamó, mejor dicho, él mismo le dio el nombre de Textus receptus, texto tradicional, que fue la base de la Biblia del Oso y de tantas otras traducciones clásicas y del texto griego durante siglos. Así es como este versículo llegó a la Reina-Valera. Por supuesto que no hay nada en él que esté mal, pero la investigación moderna ha dejado bien claro que Juan no fue el que lo escribió, y que es un comentario muy posterior y una añadidura a sus palabras. Y por eso la mayor parte de las traducciones modernas lo omiten.

BIBLIOGRAFIA:

William Barclay comentario completo a Nuevo Testamento.

William Barclay fue pastor de la Iglesia de Escocia y profesor de N.T. en la Universidad de Glasgow. Es conocido y apreciado internacionalmente como maestro en el arte de la exposición bíblica. Entre sus más de sesenta obras la que ha alcanzado mayor difusión y reconocimiento en muchos países y lenguas es, sin duda, el Comentario al Nuevo Testamento,