lunes, 11 de mayo de 2020

JUICIO AL LIBRO DE DANIEL

JUICIO A DANIEL EL PROFETA.

PERSONAJES:

FISCAL ACUSADOR: SATANÁS

“JUEZ SUPREMO SEÑOR DE LA VERDAD”: JEHOVÁ-TSIDKENU

ACUSADO: PROFETA DANIEL.

TESTIGO ESTRELLA: JESUCRISTO

MIEMBRO DEL JURADO QUE NARRA LOS HECHOS: AMADA P.

 

En un día soleado, 4:30 Pm, yo, Amada Pérez, fui llamada para ser jurado (1 de 7 miembros) ante un juicio en el tribunal. No era la primera vez que me llamaban, sin embargo, sentía dentro de mí que este juicio tenía algo en particular, principalmente por el hecho de que era la primera vez que me llamaban a un juicio por fraude.

Llego el día, del juicio, ante el Supremo Tribunal, llegue temprano a la corte, y salude efusivamente a mis compañeros que, al igual que yo, seriamos Jurado. Al instante cuando se abrieron las puertas para que entrara el público, me di cuenta la gran cantidad de personas que asistirían al juicio. Vaya vaya! –Exclamé-, parece que el acusado es muy famoso. Pero resulta que no era el acusado el famoso. El dueño de la fama era el fiscal acusador, conocido por todos como el “acusador estrella”,  con centenares de casos victoriosos bajo su manga, y centenares de miles de prisioneros en sus celdas infernales, eran pocos los que se libraban de su lengua viperina y acusadora en el juicio. En lo particular lo conocía ya, hace años, cuando el muy miserable intentó acusarme ante el Juez Supremo, Señor de la Verdad, de mentirosa y de violar la “Ley”. Gracias a Dios, tuve a alguien que ya había pagado mi fianza, por mi castigo; mi amigo Jesús. Sin embargo esa es otra historia…

Al llenarse ya el estrado, los alguaciles, nos pidieron que nos sentáramos en el estrado del jurado. Cuando empezaron a llegar los verdaderos protagonistas. Primeramente llegó el Fiscal acusador, extraordinariamente vestido para la ocasión, con dos sujetos (de muy mal aspecto) llevando toda clase de carpetas y documentos, él por supuesto no llevaba nada en las manos, ya que quería saludar a toda la gente, que pedía con ansias tomarse una foto con él. Hasta le pedían asesoría!

Dentro de mí me preguntaba: ¿pero cómo la gente podría pedirle algo a ese sujeto? ¿Por qué lo aman? Si es su principal acusador! Tarde o temprano él los acusaría, y no nada más a él le vale el acusar, no, sino que también por medio de sus esbirros, hacer caer a las personas en infracciones de la Ley, así él podría llenar sus celdas infernales con sus almas, ese era su más preciado objetivo. Pero la gente prefería dejarse llevar por sus dulces encantos, y esperar un tiempo, para que no los acusara. Pero nunca era así.

En fin, después de saludar a todos, se sentó con sus dos “ayudantes” para tratar de ordenar las carpetas.

Minutos después llegó el joven Daniel, elegante, serio, en silencio, acompañado por sus amigos, Sadrac y Abednego, con una simple carpeta, al parecer sin mucha documentación. Eso me condujo primeramente a una mala impresión: pensé que Daniel no había preparado su defensa adecuadamente, además que no conocía a sus amigos como abogados, por lo que sé, sus profesiones era de “profetas” o “adoradores del Señor Verdadero”. Pero, después sabría que había hecho una conclusión precipitada…

El Fiscal acusador, al ver sentarse a Daniel y sus amigos en el estrado de los acusados, vio rápidamente con sus ojos intrigantes la carpeta, pero, al verla, soltó una sonrisilla de autosuficiencia, y dijo entre sus “ayudantes”: -“esto será pan comido”.

En ese momento el alguacil, grito a gran voz: “todos de pie, entra el Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad”. Todos grandes y pequeños, nos pusimos de pie para aclamar a nuestro Juez, que en cierto sentido, siempre lo veíamos, y lo sentíamos como nuestro Padre. En lo particular siempre me gustaba ver al Gran Juez, lo amaba tanto! Sentía tanta paz, tanto amor al solo verlo!. También me gustaba ver como el Fiscal acusador se mordía la lengua y hacia su referencia hacia el Juez, hasta doblaba la rodilla! No sin antes poner muy mala cara, el muy condenado quería esa adoración para sí, no para el Gran Juez…

El Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, tomo asiento en su silla, y pidió al alguacil, que diera comienzo al Juicio.

El alguacil exclamo: “caso número 16-09, el señor Daniel, de nacionalidad hebrea, nacido según consta en fecha en el siglo VI A.C…, en ese momento, se paró furibundo el Fiscal acusador y gritó: Objeción! El acusado falsea su fecha de nacimiento!

El Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, dijo: ha lugar…. Alguacil por favor diga la fecha exacta o muestre documento de identidad. El alguacil exclamo, señor Juez Daniel no ha mostrado su documentación.

El Fiscal acusador, sonrió maliciosamente, al Ver que Daniel se paraba y pedía la palabra: “Señor Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, lastimosamente, perdí mi documentación en el sitio a Jerusalén por el rey Nabucodonosor, en el año 606 A.C, sin embargo, puedo jurar por el Dios de mis padres que nací el año 620 A.C”.

El Fiscal acusador, enterró sus ojos llenos de ira en Daniel, exclamando: Juez Supremo, no tomará una simple juramentación como verdad?

El  Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, dio dos golpes con su martillo, calmando el cuchicheo que se escuchaba entre el público general, y dijo: Daniel ha jurado, basado en la verdad, porque según dice la escritura sagrada:

Dan 1:1-6 RV1960: “En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió.  (2)  Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.  (3)  Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes,  (4)  muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.  (5)  Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.  (6)  Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá”.

¿En qué fecha exacta fue el sitio de Babilonia a Jerusalén, donde el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios? Preguntó El Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad al alguacil. Éste, dio unos pasos y busco en los archivos “del Rey de Reyes”, localizada a espaldas de la silla del Juez Supremo. Saco un pesado libro, y hojeándolo, exclamó: “año 606 A.C  Señor Juez”. El Gran Juez le preguntó a Daniel: cuantos años tenías tu cuando sucedieron estos hechos? Daniel respondió: - quince su señoría-…

El Juez dijo: entonces esta hecho, naciste en el año 620 A.C… prosiga Señor Alguacil…

El Fiscal acusador quería interferir, seguramente, arguyendo cualquier palabrería de su malvada mente, pero al ver el dictamen del Juez Supremo, guardo sus palabras y se sentó… el alguacil prosiguió la apertura del expediente, “como decíamos, de nacionalidad hebrea, acusado de fraude por el Fiscal acusador, y de ser un falso, tanto en su fecha de nacimiento, como en la autoría del libro de “Daniel”, como de “vaticinium ex evento”, ósea vaticinios o profecías que se escribieron después de ocurrido el evento, en su libro”.

Al terminar el alguacil, el Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, proclamo: - ¿cómo se declara el acusado?-  a lo que Daniel respondió: “inocente su señoría”. El Fiscal acusador soltó un Ja! Con un remedo de autosuficiencia, notorio de su personalidad…

El Gran Juez, le dio la palabra al Fiscal acusador: (el cual mostraré íntegramente, a fin de que quede para la posteridad, la clase de patrañas y mentiras que dice y de lo que es capaz…)

- “Señor Juez, Gran Juez, estoy aquí en este tribunal, para acusar hoy a este señor “Daniel” (hizo con las manos seña de abrir comilla) un falso en toda regla por los delitos presentados ya por el alguacil; sin más, dada su sabiduría Gran Juez, daré comienzo a mi acusación:

(En ese momento, el Fiscal dio la orden a uno de sus “ayudantes” que le pasaran unas carpetas, que se veían gruesas con abundante documentación).

FISCAL ACUSADOR:  “La autoría del libro de Daniel fue puesta en duda desde la disputa entre San Jerónimo y el filósofo pagano Porfirio, quien afirmaba que las profecías del libro de Daniel eran vaticinium ex eventu, ósea vaticinios o profecías que se escribieron después de ocurrido el evento. Un ejemplo clásico  de ello, Señor Juez, es por ejemplo el siguiente pasaje de Lucas: Lc 21:20 “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado”. Ahora sabemos que Lucas se escribió aproximadamente en el año 90 d.C. Esto quiere decir que cuando se escribió este pasaje, ya había ocurrido la destrucción del Templo de Jerusalén por las legiones romanas comendadas por Tito”…

En ese momento, Abednego, amigo de Daniel, se levantó y protestó: -Objeción Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, el Evangelio de Lucas y Hechos parecen haber sido escritos alrededor del mismo tiempo. Lucas primero, después Hechos. Combinados, constituyen una obra de dos tomos dirigida a "Teófilo" (Luc_1:3; Hch_1:1;) dando una historia general del establecimiento del cristianismo, desde el nacimiento de Cristo hasta el encarcelamiento de Pablo bajo arresto en una casa en Roma (Hch_28:30-31).

El libro de Hechos termina con Pablo aún en Roma, lo cual lleva a la conclusión de que Lucas escribió estos libros desde Roma durante el encarcelamiento de Pablo allí (alrededor del 60-62 d.C.). Lucas registra la profecía de Jesús de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C. (Luc_19:42-44; Luc_21:20-24) pero no hace mención del cumplimiento de esta profecía, sea aquí o en Hechos. Lucas se enfocó en registrar tales cumplimientos proféticos (cp. Hch_11:28), por esta razón es extremadamente improbable que él escribiera estos libros después de la invasión romana de Jerusalén. Hechos tampoco incluye mención alguna de la gran persecución que comenzó bajo Nerón en el 64 d.C. Además, muchos eruditos establecen la fecha del martirio de Jacobo en el 62 d.C. y si eso fue antes de que Lucas terminara su historia, él ciertamente lo habría mencionado. Entonces, la fecha más probable para este Evangelio es el 60 o 61 d.C. -.

- A lugar! Dijo el Gran Juez, ofuscando al Fiscal acusador, el cual prosiguió con su acusación: “Actualmente señor Juez, la crítica histórica le daría la razón a Porfirio, y entraremos a detallar por qué”.

Se piensa que este señor Daniel, fue el autor del Libro que lleva su nombre por las siguientes razones:

En las Sagradas Escrituras, Daniel 1-6: aparece como personaje principal ambientado en la corte Babilónica.

En las Sagradas Escrituras, Daniel 7-12: está escrito en primera persona, por esto hace suponer que Daniel, escribió los demás capítulos del Libro.

En las Sagradas Escrituras, Daniel 13-14: son las adiciones griegas del Libro o las adiciones deutero-canónicas, iguales que los caps. 1-6, Daniel es el autor es el personaje principal.

Sin embargo afirmar que  este señor, Daniel fue el autor del Libro conlleva los siguientes problemas su señoría:

En primer lugar, tendremos problemas de Idioma:

(El Fiscal acusador, pidió a sus ayudantes que mostraran al público y al Gran Juez, los documentos fotografiados de los libros y prosiguió):

“El libro de Daniel está escrito en 3 idiomas; hebreo, arameo y griego, ya que el griego es una adición que apareció en los LXX. Me centraré solo en el hebreo y arameo”.

En ese momento, Sadrac se levantó y exclamó: - “Objeción su señoría no podemos decir que”…sin embargo, la lengua ya entrenada del Fiscal Acusador fue más rápida que la de Sadrac, y gritó -por favor! No puedes objetar nada, no he terminado mi explicación!

A lo que el Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, dijo: Prosiga Fiscal… Sadrac se sentó, un poco triste…

“Continúo su Señoría”:

“Como lo podemos ver en las imágenes mostradas por mis ayudantes, Daniel 1-2,4; 8-12 está escrito en hebreo”.

“Daniel 2,4b-7 en arameo”.

“Daniel 3,24-90 y 13-14 (que son por demás, adiciones deutero-canónicas en griego)”.

“Es difícil defender la autoría de una sola persona si el libro está escrito en más de un idioma (hebreo y arameo) en conclusión, su señoría, este falso hombre no escribió ese libro”!.

El Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, al ver que se sentaba el Fiscal acusador exclamó:  “alguacil, pásenme la documentación presentada por el Fiscal acusador”, el alguacil, se la dio en sus manos, y el Gran Juez la leyó y pidió que el alguacil diera copia de ella al jurado. Seguido a esto, dijo: -“tiene la palabra la defensa”.

Se levantó Sadrac, y dijo:

“Su señoría, nos encontramos ante un ataque por parte del Fiscal acusador, de las Sagradas Escrituras, nuestro amado libro de Daniel.  Su escritor, que es mi amigo, el acusado hoy en día, Daniel, es un hombre de renombrada integridad. El libro que lleva su nombre ha gozado de amplio respeto durante más de dos mil años. Dicho libro, una obra de historia auténtica escrita por Daniel el acusado el día de hoy, que ejerce el cargo de profeta hebreo y que vivió en los siglos VII y VI A.C Según la precisa cronología bíblica, el libro comprende un período que se extiende desde alrededor del año 618 a.E.C. hasta el 536 a.E.C., fecha en la que se terminó su escritura. No obstante, sobre él pesa una falsa acusación. Algunas enciclopedias y otras obras de consulta financiadas o inspiradas por el Fiscal acusador, dan a entender —o afirman categóricamente— que es un fraude”.

Prosiguió Sadrac:

“Varios versículos indican que el escritor claramente es Daniel (Dan_8:15; Dan_8:27; Dan_9:2; Dan_10:2; Dan_10:7; Dan_12:4-5), cuyo nombre quiere decir: "Dios es mi Juez". Él escribió en primera persona de manera autobiográfica del Dan_7:2 en adelante.”

El Fiscal Gritó: - Objeción, su señoría!

“Pido al señor alguacil que lea de los archivos del “Rey de Reyes” la Enciclopedia Británica en lo referente a la autenticidad del Libro”:

El Gran Juez, Dijo, “a lugar, proceda alguacil”

El alguacil, tomo el libro, y lo leyó en voz alta:

Enciclopedia Británica: “reconocemos que hubo un tiempo en el que “generalmente se le consideraba [al libro] de historia auténtica y profecías verdaderas”. Pero después, afirmamos que, en realidad, Daniel “se escribió en un período de crisis nacional más tardío, cuando los judíos sufrían una intensa persecución a manos del rey de Siria Antíoco IV Epífanes”. La enciclopedia sitúa la fecha del libro entre el 167 y el 164 A.C. y afirma que su escritor no predice el futuro, sino que sencillamente presenta “acontecimientos que para él son historia pasada como si fueran profecías de sucesos venideros”.

-He aquí-, dijo el Fiscal acusador dirigiéndose al público, haciendo alarde y con gestos de señalamiento a Daniel, que estaba sentado, con una cara de apacibilidad digna de imitar, -“una prueba irrefutable que este señor es un farsante!”-.

Sadrac, exclamó: Gran Juez, quiero Proseguir con la defensa del acusado!

-A lugar! Prosiga la defensa!- Dijo el Gran Juez.

Sadrac prosiguió:

“¿Cuándo empezaron las críticas al libro de Daniel, y qué dio lugar a una crítica similar en siglos más recientes?”

“Las críticas al libro de Daniel no son una novedad. Se remontan al siglo III D.C., cuando un filósofo llamado Porfirio pensó —al igual que otros muchos ciudadanos del Imperio romano— que la influencia del cristianismo representaba una amenaza. Con el objetivo de desacreditar aquella religión “novedosa”, escribió quince libros. En el duodécimo dirigió un ataque directo contra el libro de Daniel, denunciándolo como una falsificación realizada por un judío del siglo II A.C. En los siglos XVIII y XIX se lanzaron acusaciones similares. La alta crítica y el racionalismo, ésta última financiada y apoyada por el Fiscal acusador,  juzgan imposible la profecía, es decir, la predicción de acontecimientos futuros. El acusado se convirtió en uno de sus blancos predilectos. En cierto modo, tanto a mi amigo Daniel como a su libro se les sometió a juicio sin posibilidad de defenderse. Los críticos afirmaron que había muchas pruebas de que no fue Daniel quien escribió esa obra durante el exilio judío en Babilonia, sino alguien que vivió varios siglos después. Tantos fueron los ataques que un escritor hasta compuso una apología titulada Daniel en el foso de los críticos”.

Prosiguió Sadrac:

- ¿Tienen las rotundas declaraciones del Fiscal acusador el aval de las pruebas? ¿O respaldan estas a la defensa? La cuestión es de primordial importancia, pues no solo está en la balanza el prestigio de esa obra antigua, sino también nuestro porvenir. Si el libro de Daniel es un fraude, sus promesas para el futuro de la humanidad no son más que palabras vacías. Si, por el contrario, contiene profecías auténticas, sin duda querrá saber cuál es su significado para nosotros hoy. Con esas ideas presentes, examinaremos y nos defenderemos de todas las acusaciones hechas por el Fiscal acusador hoy, de las que ha sido objeto Daniel.

“En referencia a la acusación de los tres idiomas distintos, mi compañero Abednego expondrá lo siguiente”:

Palabras de Abednego:

- “Su señoría, el libro de Daniel se terminó de escribir hacia el año 536 a.E.C. Se redactó en hebreo y arameo, e incorpora algunas palabras griegas y persas. Esta mezcla de idiomas no es frecuente en las Escrituras, pero tampoco insólita. El libro bíblico de Esdras se escribió también en hebreo y arameo. No obstante, algunos críticos alegan que el uso que da el autor de Daniel a esos idiomas demuestra que la escritura data de una fecha posterior al 536 a.E.C. Se cita frecuentemente el argumento de uno de ellos, según el cual la presencia de palabras griegas en Daniel exige una fecha posterior de redacción. Afirma que el hebreo apoya tal fecha tardía y el arameo, cuando menos, la permite, y que esta incluso podría ser tan reciente como el siglo II A.C”.

“Sin embargo, no todos los lingüistas comparten esta opinión. Algunas autoridades en la materia han comentado que el hebreo que se utilizó en Daniel es parecido al de Ezequiel y Esdras, y distinto al de Eclesiástico y otras obras apócrifas posteriores. En cuanto al uso del arameo en Daniel, pongamos por caso dos documentos que se hallaron entre los Rollos del mar Muerto. Están escritos también en arameo y datan de los siglos I y II a.E.C., es decir, no mucho tiempo después de la supuesta falsificación de Daniel. Ahora bien, los expertos han observado que hay una marcada diferencia entre el arameo de esos documentos y el de Daniel. De ahí que algunos de ellos hayan indicado que este último debe ser varios siglos más antiguo de lo que sus críticos aseguran.

-“Objeción su señoría”!-  vociferó el Fiscal acusador: -esto nos es un problema de lingüística!-

- NO PROCEDE!- Dijo el Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, -prosiga por favor la defensa!

Siguió Abednego:

¿Qué podemos decir de las “problemáticas” palabras griegas de Daniel? Se ha descubierto que algunas de ellas no son griegas en absoluto, sino persas. Las únicas palabras que aún se cree que son griegas son los nombres de tres instrumentos musicales. ¿Realmente exige la presencia de esas tres palabras una fecha posterior para Daniel? De ningún modo. Los arqueólogos han descubierto que la cultura griega ya ejercía su influencia varios siglos antes de que Grecia se convirtiera en una potencia mundial. Además, en el supuesto de que el libro de Daniel se hubiera redactado durante el siglo II A.C, cuando la cultura y la lengua griegas eran universales, ¿contendría apenas tres palabras en ese idioma? No sería lógico. Lo más probable es que hubieran sido muchas más. Por lo tanto, el aspecto lingüístico en realidad respalda la autenticidad de Daniel.

-“Es todo su señoría”-, y se sentó Abednego, mirando al Fiscal, el cual, puedo decir yo, Amada Pérez, sentada en el jurado, le respondía la mirada con un poco de nerviosismo.

-“Tiene la palabra el Fiscal acusador”-

El Fiscal acusador, se levantó y empezó su segunda acusación:

“Tomemos, por ejemplo, la imputación que hace The Encyclopedia Americana: “Muchos detalles históricos de los períodos más tempranos [como el del exilio en Babilonia] aparecen gravemente distorsionados” en el libro de Daniel. ¿Es cierto eso? Veamos, uno por uno, tres supuestos errores:

Dn 1,1-2. En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.

El tercer año del reinado de Joacim sería el 606 a.C, pero Nabucodonosor fue rey en el 605 a.C y Jerusalén fue sitiada en el 597 a.C, poco después de morir Joacim. Por tanto este es un error histórico , el autor probablemente se basó en 2 Re 24,1 , donde se menciona el vasallaje del Rey Joacim y la deportación de Joacim a Babilonia durante 3 años junto con los utensilios del Templo en 2 Cr 36,5-7.

Dn 5,1-2. El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.

En el texto masorético es bélsa'ssar y en los LXX es Baltasar, Belsasar fue el hijo del último rey babilónico, Nabonid y como príncipe asistió en el gobierno de su Padre pero nunca fue rey, prueba de ellos es que nunca celebró el festival del Año Nuevo en Babilonia, que era un derecho exclusivo del rey en los años en que Nabonid estuvo ausente en la capital. El pasaje presenta a Belsasar como hijo de Nabucodonosor, cuando en realidad fue su abuelo.

Dan 9:1 En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, Darío el medo no es un personaje histórico, el autor probablemente se refiere a Darío I, quien no fue hijo de Asuero sino su padre, ( Asuero es Jerjes).

 

Son debido a estas razones que actualmente los exegetas descartan a Daniel como autor del libro ya que si Daniel hubiera escrito el libro no hubiera incurrido en varios errores históricos además de haberlo escrito en un solo idioma y como detalle en los artículos anteriores debido al contexto histórico de las visiones del libro se ajusta más al periodo de la rebelión Macabea”.

Terminado este discurso, el Fiscal acusador, se dirigió al estrado del Jurado y dijo estas palabras:

-“Miembros del Jurado, ante estas pruebas irrefutables, he expuesto a este charlatán a lo que es realmente. Un experto en fraude, falso profeta y mentiroso, engañador y embustero, que da falsas esperanzas a la gente de un futuro que no es ni será jamás. El hombre labra su propio destino”-

Y concluyó, esta vez dirigiéndose al Gran Juez: -“su señoría, espero que esta vez no haya nada ni nadie que pague su deuda, y mucho menos que muera por él. Exijo que la pena sea, la humillación y que, en cada libro de Daniel impreso en la tierra, sean puestas estas palabras: “Falso Profeta, que nació después de suceder estos hechos descritos en este libro, haciendo vaticinium ex evento”.-

El fiscal acusador, terminado su largo discurso, les hizo señas a sus ayudantes para que entregaran copia de los documentos al Jurado y al Gran Juez Supremo Señor de la Verdad, levantando gran aplauso entre el público que lo admiraba.

El gran Juez, golpeo el martillo dos veces y pidió silencio a la audiencia, seguido a esto, tomo la palabra y dijo:

-“Debo aclararle al Fiscal acusador, que el que determina la condena soy yo, y no usted-, tiene la palabra la defensa”

El Fiscal acusador hizo una mueca como de desaprobación pero no dijo nada, sabia dentro de sí que el Juez Supremo tenía razón, así que hizo como que no había escuchado.

Se levantó Abednego y dijo estas palabras:

“Daniel escribió que Belsasar, “hijo” de Nabucodonosor, era quien reinaba en Babilonia cuando la ciudad cayó (Daniel 5:1, 11, 18, 22, 30). Los críticos atacaron durante mucho tiempo esta afirmación, pues el nombre de Belsasar no aparecía en ningún lugar aparte de la Biblia. Los historiadores de la antigüedad pensaban, más bien, que Nabonido, un sucesor de Nabucodonosor, fue el último rey de Babilonia. Por consiguiente, en 1850 Ferdinand Hitzig dijo que Belsasar era obviamente un producto de la imaginación del escritor. ¿No le parece esa conclusión un tanto precipitada? Al fin y al cabo, ¿constituiría el hecho de que no se mencionara a ese rey una verdadera prueba de que nunca existió, máxime tratándose de un período del que se reconoce que hay muy poca documentación histórica? Pues bien, en 1854 se desenterraron unos cilindros pequeños de arcilla en las ruinas de la antigua ciudad babilónica de Ur, en lo que ahora es el sur de Irak. Entre esos documentos cuneiformes del rey Nabonido figuraba una oración por “Bel-sar-ussur, mi hijo mayor”. Hasta los críticos tuvieron que admitirlo: se trataba del Belsasar que aparece en el libro de Daniel.”

En ese momento se levantó el Fiscal y grito lleno de ira: -“Objeción su señoría este hombre… Pero el Juez con un martillazo y una seña con la mano, obligo al Fiscal a sentarse de nuevo, -“prosiga por favor”- Dijo el Juez Supremo.

Prosiguió Abednego:

“Aun así, no se dieron por satisfechos. “Eso no prueba nada”, escribió uno de ellos, H. F. Talbot. Este alegó que era posible que el hijo al que la inscripción aludía no fuera más que un niño, en tanto que Daniel lo presenta como un rey en el poder. Sin embargo, solo un año después de publicarse los comentarios de Talbot, se desenterraron más tablillas cuneiformes que indicaban que Belsasar disponía de secretarios y servidumbre. Evidentemente, no era ningún niño. Otras tablillas zanjaron definitivamente la cuestión, pues revelaron que Nabonido se ausentaba de Babilonia por períodos de varios años, durante los cuales “confiaba el reino” de Babilonia a su hijo mayor (Belsasar). En esas ocasiones Belsasar era rey en funciones, corregente con su padre”.

El Juez Supremo dijo:

-“Ahora sí, Fiscal acusador, puede hablar”-

El Fiscal acusador dijo: -“ante lo dicho por la defensa, en mi entender no prueba nada ya que no responde estas preguntas. ¿En qué sentido pudo decir Daniel que Belsasar era el hijo de Nabucodonosor? b) ¿Por qué se equivocan los críticos al afirmar que Daniel ni siquiera dejó entrever la existencia de Nabonido?.

Abednego respondió:

-“Ciertamente, hay todavía disconformes, algunos críticos protestan porque la Biblia no llame a Belsasar el hijo de Nabonido, sino de Nabucodonosor, e insisten en que Daniel ni siquiera dejó entrever la existencia de Nabonido. Pero ambas objeciones se desmoronan al examinarlas. Al parecer, Nabonido se casó con la hija de Nabucodonosor, lo que haría de Belsasar el nieto de este. Ni en hebreo ni en arameo existen las palabras abuelo o nieto; hijo de puede significar “nieto de” o hasta “descendiente de” (compárese con Mateo 1:1). Además, el relato bíblico nos permite identificar a Belsasar como el hijo de Nabonido. Aterrorizado por la premonitoria escritura en la pared, Belsasar, en su desesperación, ofreció el tercer lugar del reino al que lograra descifrar aquellas palabras (Daniel 5:7). ¿Por qué el tercero y no el segundo? De la oferta se deduce que el primer y el segundo lugar ya se hallaban ocupados. En efecto, lo estaban: por Nabonido y por su hijo Belsasar”.

(En este momento dentro de mí, presentía que estaba a punto de darse una batalla entre los “abogados” de Daniel y el Fiscal acusador, éste pidió una carpeta gruesa la hojeó y pidió la palabra ante el Juez Supremo).

Fiscal acusador: -“¿Por qué contiene el relato de Daniel más pormenores sobre la monarquía babilónica que el de otros historiadores de la antigüedad? Y otra pregunta, ¿Quién fue, según Daniel, Darío el medo, pero qué se ha dicho de él?

Sadrac se levantó y dijo: -“la mención que hace Daniel de Belsasar no prueba que se ‘distorsionaron gravemente’ los hechos históricos. Al contrario: aunque no pretendía escribir la historia de Babilonia, Daniel nos presenta un cuadro más detallado de la monarquía babilónica que los historiadores antiguos, como Heródoto, Jenofonte o Beroso. ¿Por qué pudo Daniel consignar los hechos que ellos omitieron? Porque él estaba allí, en Babilonia. Su libro es la obra de un testigo ocular, no la de un impostor de siglos posteriores”.

En base a la segunda pregunta: “Daniel nos dice que tras la caída de Babilonia comenzó a gobernar un rey llamado “Darío el medo” (Daniel 5:31).

En ese momento se levantó el Fiscal acusador y grito -es falso! La Enciclopedia Británica afirma que este Darío es “un personaje ficticio! Salido de la mente de este impostor!.-

Sadrac lo miró y replicó: “Puesto que ni en fuentes históricas ni arqueológicas se ha encontrado aún ninguna alusión a Darío el medo,” ¿Por qué deberían los críticos de la Biblia informarse mejor antes de declarar rotundamente que Darío el medo jamás existió? Mencionaré al menos una posibilidad respecto a la identidad de Darío el medo y las pruebas que la respaldan.

Algunos eruditos han sido más cautos que el Fiscal acusador. Saben que en un tiempo los críticos también tildaron a Belsasar de “ficticio”. Es de esperar que suceda algo similar en el caso de Darío. Las tablillas cuneiformes ya han revelado que Ciro el persa no asumió el título de “Rey de Babilonia” inmediatamente después de la conquista. Un investigador apunta: “Quien ostentó la designación de ‘Rey de Babilonia’ era un rey vasallo de Ciro, no el propio Ciro”. ¿Podría ser Darío el nombre o título de gobernante de un poderoso dignatario medo al que se dejó a cargo de Babilonia? Hay quienes se inclinan a pensar que Darío fue un tal Gubaru a quien Ciro nombró gobernador de Babilonia y que, según confirman los anales seglares, tuvo mucho poder. Una tablilla cuneiforme indica que Gubaru designó subgobernadores sobre Babilonia. Es de interés que Daniel explique que Darío nombró a 120 sátrapas para gobernar el reino de Babilonia (Daniel 6:1)”.

El Fiscal acusador preguntó: -“¿Qué razón lógica pudiera explicar por qué se menciona a Darío el medo en el libro de Daniel, pero no así en las crónicas seglares? Responda!-

Abednego contestó: “Puede que con el tiempo salgan a la luz más pruebas concretas sobre la identidad exacta de este rey. En todo caso, el aparente silencio de la arqueología a este respecto no es motivo para que se tache de “ficticio” a Darío, y mucho menos para que se descarte todo el libro de Daniel por fraudulento. Es mucho más razonable considerar que el relato de Daniel es la declaración de un testigo presencial, más detallada que las crónicas seglares que han llegado hasta nosotros”.

Mi conclusión su Señoría, Es que es muy posible que Darío no sea un nombre, sino un título honorífico para Ciro, quien al lado de su ejército entró a Babilonia el 29 de octubre de 539 a.C. Se emplea en varias inscripciones para hacer referencia a por lo menos cinco reyes persas. La historia no menciona a un individuo específico que se llamó Darío de Media. En Dan_6:28 pudo traducirse "el Darío de Media, quien es también Ciro de Persia". Una posibilidad menos probable es que Darío sea otro nombre de Gubaru, el rey designado por Ciro para gobernar la parte de su imperio que incluía Babilonia. Este Gubaru (o Gobiras) no debe confundirse con Ugbaru el general, quien murió poco después de conquistar Babilonia”-.

El Fiscal acusador, pidió la palabra y le preguntó directamente a Daniel: -“¿Por qué no existe ninguna discrepancia entre tu Libro de Daniel y Jeremías respecto a los años del reinado de Joacim?-

Daniel se paró y con voz fuerte respondió al Fiscal acusador:  -“en mi libro de Daniel 1:1 dice: “En el año tercero de la gobernación real de Joacim el rey de Judá, Nabucodonosor el rey de Babilonia vino a Jerusalén y procedió a ponerle sitio”. Los críticos señalan falsamente que hay un error en este texto porque al parecer discrepa de Jeremías, quien dice que el cuarto año de Joacim fue el primero de Nabucodonosor (Jeremías 25:1; 46:2). ¿Contradijo mi libro de Daniel a Jeremías? La cuestión se resuelve fácilmente con más elementos de juicio. En el año 628 a.E.C., el faraón Nekó proclamó rey a Joacim, y este se convirtió en un simple títere de aquel gobernante egipcio. Esto sucedió unos tres años antes de que Nabucodonosor sucediera a su padre en el trono de Babilonia (624 a.E.C.). Poco después, en 620 a.E.C., Nabucodonosor invadió Judá y convirtió a Joacim en un rey vasallo de Babilonia (2 Reyes 23:34; 24:1). Para un judío que viviera en Babilonia, el “tercer año” del rey Joacim habría sido el tercer año de su vasallaje a Babilonia. Yo escribí desde esa óptica. Jeremías, en cambio, escribió desde el punto de vista de los judíos que moraban en la misma Jerusalén, así que fijó el comienzo del reinado de Joacim en el momento en que el faraón Nekó lo hizo rey”.

-Por lo tanto-,  siguió Daniel, -“las supuestas discrepancias solo refuerzan la prueba de que yo, Daniel escribí mi libro en Babilonia mientras me contaba entre los judíos exiliados. Sin embargo, en la argumentación del Fiscal acusador contra mi libro de Daniel, su Señoría,  hallo otra enorme brecha. Recordemos que yo tenía a mi alcance el libro de Jeremías, y que incluso me referí a él (Daniel 9:2). Si yo fuera un hábil falsificador según aducen los críticos y el Fiscal acusador, ¿me hubiera arriesgado a contradecir a una fuente tan respetada como Jeremías, y además, en el mismo primer versículo de su libro? Por supuesto que no”-.

(En ese instante la cara del Fiscal acusador estaba roja de ira y odio contra Daniel. La extraordinaria explicación dada, por él mismo, había desarticulado sus falsos planes, a todas luces se veía expuesto ante el público y ante nosotros, el Jurado).

El gran Juez Supremo, pidió un receso de quince minutos, a fin de dar concluido la primera parte del caso.

Yo, Amada Pérez, quise preguntar a mis compañeros del Jurado que opinaban sobre el caso. Casi en su mayoría, para mi sorpresa se inclinaban a por la tesis del Fiscal, que el libro de Daniel era un fraude. Yo les explicaba que no, ya que las pruebas estaban expuestas y refutadas por la defensa claramente, pero pensaban:  -“esto de las profecías, me parece muy irreal, e increíble”-. Era inaudito lo que escuchaba….

Al pasar los quince minutos, el Juez reabrió el juicio y dio la palabra al Fiscal acusador:

-“¿Prueban los factores externos que Daniel sea una falsificación? ¿Qué afirman los críticos en cuanto al lugar que Daniel ocupa en el canon de las Escrituras Hebreas?

Uno de los argumentos que con más frecuencia se esgrimen contra el libro de Daniel tiene que ver con el lugar que ocupa en el canon de las Escrituras Hebreas. Los rabinos de la antigüedad agruparon los libros de estas en tres secciones: la Ley, los Profetas y los Escritos. A Daniel no lo situaron con los Profetas, sino con los Escritos. Ese es un indicio de que el libro no debía de conocerse para el tiempo en que se recopilaron las obras de los demás profetas, y supongo que se le incluyó en los Escritos debido a que estos se recopilaron más tarde.-

Abednego contesto:

-No todos los biblistas coinciden en que los antiguos rabinos dividieran el canon de una forma tan rigurosa o en que excluyeran a Daniel de los Profetas. Pero aunque los rabinos lo hubieran catalogado entre los Escritos, ¿probaría ese hecho que el libro data de una fecha posterior? De ningún modo. Prestigiosos eruditos han propuesto varias razones por las que los rabinos pudieron excluirlo de los Profetas. Por ejemplo, quizá lo hicieron porque les ofendiera o porque consideraran a Daniel un profeta distinto a los demás por haber ocupado un puesto en la administración de un país extranjero. Sea como fuere, lo verdaderamente importante es que los judíos de la antigüedad sentían un profundo respeto por el libro de Daniel y lo tenían por canónico. Además, las pruebas indican que el canon de las Escrituras Hebreas quedó completo mucho antes del siglo II A.C. Y no se admitieron incorporaciones posteriores, ni siquiera las de algunos libros escritos durante dicho siglo-.

El Fiscal acusador rebatió:

-“Todos aquí sabemos Cómo se ha utilizado el libro apócrifo de Eclesiástico contra el libro de Daniel, y demuestra que el razonamiento tiene base”-.

Sadrac contestó:

-“Resulta irónico que una de estas obras posteriores que se descartaron como inspiradas por Dios, se haya utilizado contra el libro de Daniel. El libro apócrifo de Eclesiástico, de Jesús Ben Sirá, se cree que data de alrededor del año 180 A.C. Los críticos gustan de señalar que Daniel no figura en la larga relación de hombres justos que aparece en el libro, por lo que razonan que en aquel entonces no se le conocía. Este argumento goza de amplia aceptación entre los especialistas. No obstante, pensemos en lo siguiente: esa misma lista omite a Esdras y Mardoqueo (a quienes los judíos de después del exilio tenían por héroes), al buen rey Josafat y al recto Job; de todos los jueces, solo incluye a Samuel. ¿Calificaremos de ficticios a todos esos personajes debido a que no se encuentran en una lista que no pretende ser completa y que se halla en un libro no canónico? Es ridículo siquiera pensarlo.-

El Gran Juez Supremo tomo la palabra y dijo: -“ya expuestas las dos partes, me gustaría que expusieran sus puntos finales”.-

Daniel se levantó y tomó la palabra:

-Señor Gran Juez, mi conocimiento de los pormenores de la antigua Babilonia constituye una prueba convincente de la historicidad de mi relato. Por ejemplo, Daniel 3:1-6 nos dice que Nabucodonosor erigió una enorme estatua para que todo el pueblo la adorara. Los arqueólogos han descubierto pruebas de que ese monarca fomentó las prácticas nacionalistas y religiosas entre sus súbditos. De igual modo, en el libro de Daniel se refiere a la jactancia de Nabucodonosor por sus logros arquitectónicos (Daniel 4:30). Los arqueólogos no han podido confirmar sino hasta fechas recientes que Nabucodonosor fue, efectivamente, el promotor de gran parte de las edificaciones de Babilonia. Tal era su engreimiento, que incluso mandó estampar su nombre en los ladrillos. Quienes critican mi libro de Daniel no pueden explicar cómo un supuesto farsante del tiempo de los macabeos (167-63 A.C) pudo saber de esas construcciones unos cuatro siglos después de que se erigieron, y mucho antes de que la arqueología las sacara a la luz.

Mi libro de Daniel revela asimismo algunas diferencias fundamentales entre la ley babilónica y la medopersa. Por ejemplo, en conformidad con la ley babilónica, se arrojó a los tres compañeros de Daniel a un horno ardiente por no someterse al mandato del rey. Unas décadas más tarde, se me echó a mí mismo al foso de los leones por negarme a acatar una ley persa que violaba mi conciencia (Daniel 3:6; 6:7-9). Hay quienes han intentado desacreditar el relato del horno ardiente calificándolo de legendario, pero los arqueólogos han descubierto una carta babilónica de la época que menciona de modo específico esa forma de castigo. Para los medos y los persas, en cambio, el fuego era sagrado, así que estos optaron por otros métodos despiadados de tortura. De ahí que la referencia al foso de los leones no nos sorprenda.-

En ese momento se escuchó una risa maquiavélica en la corte. Era el Fiscal acusador, que, entre risas preguntó: -¿Qué contraste entre las legislaciones babilonia y medopersa se pone de manifiesto en el falso libro de Daniel?-

Daniel contestó: -“yo muestro que Nabucodonosor tenía la potestad de promulgar y cambiar decretos a su antojo, pero Darío no podía hacer nada para modificar ‘las leyes de los medos y los persas’, ni siquiera las que él mismo había aprobado (Daniel 2:5, 6, 24, 46-49; 3:10, 11, 29; 6:12-16). Ante esto me gustaría señalar lo dicho por el historiador John C. Whitcomb, quien escribe: “La historia antigua corrobora esta diferencia entre Babilonia, donde la ley estaba sujeta al rey, y Medopersia, donde el rey estaba sujeto a la ley”.

El Fiscal acusador pidió la palabra y preguntó:  -¿Qué pormenores del banquete de Belsasar reflejan que Daniel conocía por experiencia propia las costumbres babilónicas? No muestra nada este falso!-

Sadrac le respondió:  -“El sobrecogedor relato del banquete de Belsasar, que se halla en el capítulo 5 de Daniel, proporciona muchos detalles. Parece ser que los invitados empezaron a comer con alegría y a beber en abundancia, puesto que se hacen varias referencias al vino (Daniel 5:1, 2, 4). De hecho, en relieves escultóricos de banquetes similares es lo único que se ve consumir a los invitados. Es evidente, pues, que el vino era muy importante en esas celebraciones. Daniel también menciona la presencia de mujeres en el banquete: las esposas secundarias y las concubinas del rey (Daniel 5:3, 23). La arqueología confirma esta característica de las costumbres babilónicas. Tanto los judíos como los griegos del período macabeo consideraban inaceptable la idea de que las esposas se unieran a los hombres en los banquetes. Tal vez sea esta la razón por la que las versiones más antiguas de la traducción Septuaginta griega omitan la referencia a aquellas mujeres. Ahora bien, el supuesto falsificador del libro de Daniel habría vivido en el mismo ambiente cultural helenizado (griego) que produjo la Septuaginta, y posiblemente hasta en la misma época”.-

A lo que el Fiscal replicó:  -¿Cuál es la explicación más lógica según ustedes, de que Daniel tuviera un conocimiento personal de la época del destierro en Babilonia, así como de las costumbres de aquel entonces?-.

Abednego contestó:

-A la vista de esos detalles, cuesta entender que la Enciclopedia Británica, y los críticos afirmen que el autor del libro de Daniel solo tenía un conocimiento “superficial e inexacto” de los tiempos del exilio. ¿Cómo podía un farsante de siglos posteriores conocer tan a fondo las costumbres antiguas de Babilonia y Persia? Recordemos, asimismo, que los dos imperios habían caído mucho antes del siglo II A.C. Al parecer, en aquellos tiempos no había arqueólogos ni tampoco los judíos de la época se preciaban de conocer la cultura y la historia de otras naciones. Solo el profeta Daniel, testigo presencial de la época y de los sucesos que relata, pudo escribir el libro bíblico que lleva su nombre.

El Fiscal pidió la palabra y Dijo: -“no hay testimonios externos que avalen este libro de Daniel, por ende es falso, y fue escrito después de suceder los hechos, las pruebas son indudables”.-

Sadrac replicó: - “el Fiscal dice mentiras grandes aquí su Señoría y miembros del jurado. Me gustaría que volvamos a los aspectos positivos de la cuestión. Se ha dicho que ningún otro libro de las Escrituras Hebreas está tan corroborado como el de Daniel. A modo de ejemplo, el célebre historiador judío Josefo atestigua su autenticidad, pues indica que cuando Alejandro Magno llegó a Jerusalén en su ofensiva contra Persia en el siglo IV A.C, los sacerdotes judíos le enseñaron una copia del libro de Daniel. El propio Alejandro Magno comprendió que las palabras proféticas de Daniel que se le señalaron se referían a su propia campaña militar contra Persia. Este hecho habría ocurrido un siglo y medio antes de la “falsificación” que suponen los críticos. Por supuesto, estos han atacado el mencionado pasaje de Josefo y su alusión al cumplimiento de algunas profecías de Daniel. Sin embargo, como dijo el historiador Joseph D. Wilson, “es probable que Josefo supiera más al respecto que todos los críticos del mundo”.-

“Les tengo otra prueba, ante ustedes, y son los Rollos del Mar Muerto. El descubrimiento de los Rollos del mar Muerto en las cuevas de Qumrán (Israel) ratificó todavía más la autenticidad del libro de Daniel. Entre los hallazgos que salieron a la luz en 1952 figura una cantidad sorprendentemente elevada de rollos y fragmentos del mismo. Se ha determinado que el más antiguo data de finales del siglo II A.C, de lo que se desprende que en esa fecha temprana el libro de Daniel ya era popular y muy respetado. The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible señala: “Debe desestimarse ya la época macabea al fijar la antigüedad de Daniel, aunque solo sea porque no permite suficiente tiempo entre la escritura del libro de Daniel y la aparición de copias de este en la biblioteca de una secta religiosa macabea”.-

El Fiscal respondió: -no hay ninguna prueba antigua de que Daniel vivió durante el destierro en Babilonia y era muy conocido ya en aquella época!-.

Abednego respondió: -“claro que si contamos con pruebas. Contamos con un testimonio mucho antiguo y fidedigno. Ezequiel fue un contemporáneo de Daniel y también profeta en la época del destierro en Babilonia. Su libro menciona a Daniel por nombre en varias ocasiones (Ezequiel 14:14, 20; 28:3). Esas referencias demuestran que a Daniel ya se le conocía incluso durante su propia vida (siglo VI A.C.) como alguien justo y sabio, digno de que se le mencionara junto a hombres piadosos como Noé y Job.-

ES TODO SU SEÑORÍA. 

El Fiscal rabioso ya, ante una posible derrota hizo un último intento por derrotar a  Daniel. Pidió la palabra para concluir ante el Gran Juez y dijo:

-“Todos sabemos lo falso y mentiroso que eres Daniel, si hubieras sido un verdadero profeta, de esos que una vez que otra manda para mal nuestro ese Dios, habrías profetizado sobre los últimos tiempos y ese mismo Dios habría corroborado con su palabra lo dicho en tu libro, ante esto, no tienes nada que decir ni que contestar… jajajaja!-.

(Increíblemente, ante su risa, la defensa de Daniel, sus amigos Sadrac y Abednego estuvieron en Silencio, no hallaban como responderle al fiscal acusador!)

Pero Daniel se levantó y dijo:  -“quiero llamar al estrado, ante esta falsedad y calumnia sin igual, a JESUCRISTO REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.-

Todo el público se levantó de estupor y temor, el Juez alzo sus ojos y accedió a que el alguacil, abriera la puerta del tribunal para que entrara el “mayor testigo que ha tenido el mundo”…

En ese momento vi la cara del Fiscal, quien ya se había enfrentado a Jesús en innumerables juicios anteriores, (incluido el mío) y había resultado vencido, pero de forma humillante, ante el Cordero de Dios. Su cara era de un poema, no hallaba que hacer si huir o inclinarse… o sentarse!.

Todo lo contrario de la cara de Jesucristo entrando al estrado, seguro, firme, apacible, lleno de paz, y firmeza, se parecía tanto al Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad!, es más dentro de mi sabía que eran iguales y uno solo…

Jesús entro y se paró delante del fiscal, que yacía de pie estupefacto al ver a Jesús.

El alguacil dijo a gran voz: -“Escuchemos por último al mayor de todos los testigos que avalan la autenticidad de Daniel: el propio Jesucristo”.-

El Fiscal acusador, tartamudeando se acercó al Juez y replicó: -“Juez Supremo este testigo no fue invitado”-; a lo que el Gran Juez le contesto: -“y ¿cómo no va a ser invitado? Jesús se refirió a “Daniel el profeta” y a una de sus profecías (Mateo 24:15; Daniel 11:31; 12:11).-

PALABRAS DE JESUS:

- “Su Señoría, miembros del Jurado, público en general que está el día de hoy en este tribunal, si la teoría macabea de los críticos fuera cierta, también lo sería una de estas dos afirmaciones: o esa falsificación me engañó a mí, Jesús, o yo nunca dije las palabras que Mateo puso en su evangelio. Ninguna de estas opciones es posible. El Evangelio de Mateo es fidedigno. El apóstol Pablo escribió: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16). Por lo tanto, si Daniel fue un fraude, entonces Pablo también lo fue. ¿Podría yo, Jesús estar engañado? Difícilmente, ya que yo existía en el cielo cuando el libro de Daniel se escribió. Incluso dije: “Antes que Abrahán  llegara a existir, yo he sido” (Juan 8:58). De todos los seres humanos que han vivido, A mí sería a quien mejor podríamos preguntar respecto a la autenticidad de Daniel”.  

“Yo soy el camino la verdad y la vida. Mi resurrección de los muertos, y la tumba vacía, demuestran que todo lo que dije, reflejado en gran parte en los evangelios, tiene el sello, el imprimatur divino. Yo no vi necesario hasta el día de hoy mostrarme ante ustedes en este tribunal. Como hemos visto, el testimonio de mi siervo Daniel, y sus pruebas presentadas ante la corte hoy, no podría estar más claro. Pero quiero aclarar un punto especial”….

Prosiguió Jesucristo: - “en el mismo momento de mi bautismo, en ese instante, se dio cumplimiento a una profecía de Daniel relativa a sesenta y nueve semanas de años (Daniel 9:25, 26; véase el capítulo 11 de este libro). Incluso si la teoría expuesta por el Fiscal acusador, de la fecha tardía, como podríamos llamarla, estuviera en lo cierto, el escritor de Daniel todavía hubiera conocido el futuro con unos doscientos años de antelación. Es evidente que Dios no inspiraría a un farsante para que pronunciara profecías auténticas con un nombre falso”.

“Las personas fieles a Dios, mis ovejas fieles, aceptan de todo corazón mi testimonio. Aunque todos los entendidos y críticos del mundo se aliaran para denunciar a Daniel, mi testimonio los desmentiría, pues YO SOY “el testigo fiel y verdadero” (Apocalipsis 3:14).-

El Fiscal acusador, gritó (esta vez con la voz un poco insegura) - Objeción! No es convincente lo dicho por Jesús!-

A lo que Jesús contestó: -“Ni siquiera mi testimonio les basta a muchos críticos y enemigos de la Biblia. Tras un examen minucioso de la cuestión, uno no puede menos que preguntarse si jamás se convencerían, sin importar la cantidad de pruebas que se presentasen. Nada se gana con responder a las objeciones mientras persista la idea preconcebida de que “no puede haber profecías sobrenaturales”. De modo que el prejuicio los ciega y su prejuicio es el negar que existe un Dios verdadero, que Inspiró  por su Espíritu Santo las Sagradas Escrituras, y mandó a su Hijo Jesucristo para salvación de las almas. Pero esa es su decisión.

En ese momento, el Fiscal cayó de rodillas, con sus ojos hinchados de odio, derrotado ya ante las evidencias, y lo dicho por Jesús. El Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, le pidió al alguacil que pidiera al Jurado cuál era su veredicto:  -yo, Amada Pérez, estaba segura que Daniel había escrito el libro, desde un principio, por las pruebas dadas, y sobre todo por mi fe. Mis demás compañeros del Jurado, me confesaron después, que estaban como hipnotizados por el Fiscal y no fue, hasta la llegada de Jesús, que vieron la verdad. Pasamos nuestro veredicto al gran Juez, el cual lo leyó, y dijo: -“concordamos en la decisión”-.

-TODOS DE PIE-, GRITO A GRAN VOZ EL ALGUACIL.

PALABRAS DEL GRAN JUEZ SUPREMO, SEÑOR DE LA VERDAD:

“Quisiera enfatizar... que ninguno de los profetas ha hablado tan claramente acerca de Cristo como lo ha hecho éste, mi Profeta Daniel. Pues no sólo declaró que Él (y señaló a Jesús) vendría, una predicción común también entre los demás profetas, sino que además señaló la fecha concreta en la que vendría. Además citó a los diferentes reyes en orden, declarando el número histórico de años implicados, y anunció de antemano las señales más claras de los acontecimientos futuros”.

“Daniel es uno de los libros más fascinantes y también entre los más cruciales del Antiguo Testamento. Seguramente debido a sus predicciones precisas, profecías mesiánicas, y ejemplo inspirador de limpia separación de la religión apóstata del mundo, Daniel ha sufrido los ataques de la erudición racionalista e incrédula, como todos hemos visto hoy”.

“Porfirio, el atacante del cristianismo en el tercer siglo, sostuvo que el libro de Daniel era una falsificación hecha en el tiempo de los Macabeos, 170-164 antes de Cristo, un tiempo cuando confesadamente no había profetas; escrito después de los acontecimientos en cuanto a Antíoco Epífanes, los cuales el libro profesa predecir; lo sostuvo porque los detalles son muy exactos. Esto es una prueba concluyente de la inspiración de Daniel, si se puede probar que sus profecías habían sido hechas antes de los acontecimientos”.

“Ahora sabemos por Josefo, que los judíos en los días de Jesús, reconocían el libro de Daniel como parte del canon. Zacarías, Esdras y Nehemías, siglos antes de Antíoco, hacen referencias al libro. Jesús se refiere a él en su título característico: "Hijo del Hombre", Mat_24:30 (Dan_7:13); también expresamente por nombre, y como "profeta", en Mat_24:15 (véase Mat_24:21 con Dan_12:1, etc.); y en el momento que decidió su vida (Mat_26:64) o su muerte, cuando el sumo sacerdote le conjuró por el Dios viviente. También, en Luc_1:19-26, "Gabriel" se menciona, cuyo nombre no aparece en ningún otro lugar de las Escrituras excepto en Dan_8:16; Dan_9:21. Además de las referencias a él en el Apocalipsis, Pablo confirma la parte profética del libro, en cuanto al rey blasfemo (Dan_7:8, Dan_7:25; Dan_11:36), en 1Co_6:2; 2Th_2:3-4; la parte narrativa, acerca de la liberación milagrosa de "los leones" y "del fuego", en Heb_11:33-34. De modo que el libro es expresamente atestiguado por el Nuevo Testamento sobre los tres puntos que formaban la piedra de tropiezo de los modernistas: las predicciones, el relato de milagros, y las manifestaciones de los ángeles”.

“El hecho de que desde el versículo cuatro del capítulo dos hasta el fin del capítulo siete, el idioma del libro es caldeo, y lo demás hebreo, no es un argumento en contra sino a favor de su autenticidad. Así también en Esdras se hallan los dos idiomas. La obra, si es de un solo autor, habría sido compuesta por alguno que estuviera en las mismas circunstancias de Daniel, es decir, por alguno conocedor de los dos idiomas. Ningún hebreo, nacido en Palestina, que no hubiera vivido en Caldea, habría conocido el caldeo tan bien como para usarlo con la misma libertad idiomática que su lengua nativa; las mismas impurezas gramaticales en el uso que Daniel hace en ambas lenguas, eran tan naturales para algunos en sus circunstancias, pero no naturales para algunos de tiempos posteriores, o para algunos que no fueran medio hebreo y medio caldeo en cuanto a su residencia, como lo era Daniel”.

“Aquellas partes de Daniel, que conciernen al mundo entero, son mayormente caldeas, en aquel entonces el idioma de un imperio mundial. Así el griego fué hecho el idioma del Nuevo Testamento, que fué destinado a todo el mundo. Las partes que conciernen a los judíos, están en su mayoría en hebreo; y éste no es tan impuro como el lenguaje de Ezequiel. El caldeo de éste, es una mezcla de hebreo y arameo. Dos predicciones solas son suficientes para convencernos de que Daniel era profeta verdadero. 1. Que sus profecías alcanzan más allá de Antíoco, es decir, él predijo el desarrollo de cuatro grandes monarquías: Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma (siendo la de Roma desconocida en los días de Daniel, más allá de los límites de Italia, más correctamente, de el Lacio), y que ningún otro reino terrenal conquistaría al cuarto, Roma, sino que se dividiría en partes”.

“Todo esto se ha cumplido. Ninguna quinta monarquía se ha levantado, aunque se ha hecho la tentativa, como por Carlomagno, Carlos V y Napoleón. 2. El tiempo de la venida del Mesías, como fechada desde cierto decreto; que sería rechazado, y que la ciudad de Jerusalén sería destruida”. "Quien niega las profecías de Daniel—dijo Sir Isaac Newton—socava los cimientos del cristianismo, que se funda sobre las profecías de Daniel acerca de Cristo."

“POR ENDE, MI DECISIÓN ES QUE EL PROFETA DANIEL, QUEDA LIBERADO DE LOS CARGOS FALSOS PRESENTADOS POR EL FISCAL ACUSADOR, Y SE DECLARA INOCENTE”-.

En ese momento el público, otrora admirador del Fiscal acusador, ahora ponía su duda en él. Aplaudían la valentía de Daniel y de sus amigos, su defensa brillante ante cada trampa, ante cada flecha lanzada por el Fiscal acusador. Éste, ahora expuesto a su público, y avergonzado se sentía desnudo ante la verdad redentora de Jesús y su testimonio, huyendo despavorido de la corte con sus ayudantes. Hasta sus falsas pruebas y carpetas las había dejado!. Que sirvan éstas para la historia que el Fiscal acusador, lo que busca es robar, matar y destruir… alerta a ello!

Al dar el alguacil el permiso para que saliéramos de la corte, note dos cosas que me llamaron poderosamente la atención. La primera, fue el abrazo entre Daniel y sus amigos con Jesús, al saber el veredicto, sus lágrimas de alegría, y como dialogaban alegremente, escuche a Jesús que decía jocosamente: -“este juicio no fue tan caluroso como el horno ¿ah Sadrac?- Y todos reían.

Lo segundo que noté, que gran parte del público, como en otras ocasiones, al huir del tribunal el Fiscal acusador ni lo nombró, ni le pidió autógrafos (como otras veces vi), sino que lo ignoró totalmente. El público estaba fijando su mirada en Jesús. Prestando atención a sus gestos, recordando sus palabras. Otros, se acercaron y pidieron a Jesús casi de rodillas y llorando que sea su salvador, ya que les había llegado un mensaje del Fiscal acusador, que les iba a presentar querella por delitos cometidos en su vida!

Jesús salió del Tribunal, acompañado de Daniel, Sadrac y Abednego, y todo el público tras él; querían indagar y saber más de ÉL, para gloria de Dios!. Antes de salir, Jesús me miró directo a los ojos y me guiñó un ojo, sonriendo, dijo mi nombre y me pidió que lo siguiera. Desde ese día, llevo toda mi vida siguiéndolo.

¿CUÀNDO LE ABRIRÁS TU CORAZÓN A JESÚS PARA QUE ÉL ENTRE A TU VIDA Y SEAS SALVO?

 

A MODO DE EPÍLOGO

 

Si comprendes que no existe ninguna razón justificada para dudar de la autenticidad del libro de Daniel, entonces estás listo para emprender un emocionante viaje de descubrimientos. Quedará cautivado por la narrativa de Daniel y admirado por sus profecías. Y lo que es más importante, con cada capítulo su fe seguirá fortaleciéndose. Nunca se arrepentirá de haber prestado mucha atención a las profecías de Daniel.

Jesús es nuestro Señor y Salvador. Nada más y nada menos que Él, en su profético discurso del monte de los olivos, relativo al final de los tiempos, nombro al Profeta Daniel. En muchas de sus enseñanzas, se hallan por inferencia numerosas referencias a la profecía de Daniel, particularmente en su uso de la frase “Hijo del Hombre”. En Mat_24:30, leemos: “Verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” Palabras que parecen un eco claro de Dan_7:13-14 : “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre y le fue dado dominio, gloria y reino” (cf. Mat_16:27-28).

Quisiera terminar con Lutero:

“Recomendamos a todos los piadosos cristianos leer este libro de Daniel, el cual les resultará consolador y útil en estos últimos tiempos miserables. Empero, a los impíos no les presta utilidad alguna, como el autor mismo dice al final: "Los impíos" quedan incrédulos y "no lo comprenderán". Pues semejante profecía de Daniel y las de la misma índole, no sólo se han escrito para que se sepan la historia y las tribulaciones futuras y para satisfacer la curiosidad de novedades, sino para consolar con ellas a los piadosos y alegrarlos; para fortalecer su fe y esperanza en la paciencia cuando ven y oyen aquí que su miseria terminará y que, libres de pecado, muerte, diablo, mal (como lo ansían), vendrán al cielo con Cristo a su bienaventurado reino eterno, como también Cristo en Lucas 21 consuela a los suyos por medio de anuncios terroríficos, diciendo: "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca", etc. Por ello vemos también aquí que Daniel termina siempre todas las visiones y ensueños, por horribles que sean, con una nota de alegría, a saber, con el reino y la venida de Cristo. Por causa de esta venida como el acontecimiento principal, más importante y definitivo se han formado, interpretado y escrito tales visiones y ensueños. Quien quiera leerlos con provecho no debe apegarse o adherirse a los cuentos o a las historias y conformarse con esto, sino que ha de alegrar y consolar su corazón con la prometida y cierta venida de nuestro Salvador Jesucristo, que es la redención feliz y dichosa de este valle de lágrimas y miseria. Para ello nos ayude nuestro amado Señor y Salvador, juntamente con el Padre y el Espíritu Santo loados en la eternidad. Amén y amén”.

Espero que este Librito les haya servido para entender un poco más sobre el libro de Daniel.

EDWING PIÑANGO.  (Autor.-)


sábado, 2 de mayo de 2020

ESTUDIO SOBRE 2 REYES 22:8

ESTUDIO SOBRE 2 REYES 22:8

Leamos el pasaje:

Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó”.
2Re 22:8 RV1960 

ANALIZANDO EL PASAJE (CB. BEACON)

Josías, lo mismo que Ezequías, fue altamente estimado por el historiador. Acerca de Ezequías, dijo que no hubo rey que confiara en el Señor como él (2Re_18:5). Acerca de Josías, escribió que no hubo nadie que prestara más atención a la obediencia de la ley de Moisés (2Re_23:25).

Dos personas mencionadas ya antes, el sumo sacerdote Hilcías y el escriba Safán (2Re_22:8), o secretario, fueron los responsables de informar a Josías del hallazgo del libro de la ley. A pesar de las muchas sugestiones modernas, parece evidente que este ejemplar de la ley se remontaba a las fuentes mosaicas originales. 

No era meramente un conjunto de leyes originadas en el tiempo de Manasés o de Josías. Además, parece haber sido la copia oficial del templo, que por algún tiempo había sido perdida de vista. No era necesariamente el único ejemplar existente de la ley. Las porciones que establecían las responsabilidades específicas del rey y el pueblo le fueron leídas a Josías.

TEORÍA DE J. MACARTHUR

Es posible que Manasés hubiera destruido todas las copias de la ley de Dios que no habían quedado ocultas. Esta podría haber sido la copia oficial puesta junto al arca del pacto en el Lugar santísimo (Deu_31:25-26). Puede que fuera quitada de su lugar bajo los reinados de Acaz, Manasés o Amón (cp. 2Cr_35:3), pero se encontró durante las obras de reparación.

CONCLUSIÓN:

MATTHEW HENRY:

La temprana sucesión de Josías, que fue un hecho diferente de la de Manasés, debe atribuirse a la gracia distintiva de Dios; pero, probablemente, las personas que lo formaron fueron instrumentos para producir la diferencia. Su carácter fue excelente. Si el pueblo se hubiera unido de todo corazón a la reforma, como él perseveró en ella, hubiera tenido benditos efectos. Pero eran malos y neciamente se dedicaron a la idolatría. No tenemos el pleno conocimiento del estado de Judá en los relatos históricos, a menos que nos refiramos a los escritos de los profetas de la época.

Mientras reparaban el templo se halló el libro de la ley y lo llevaron al rey. Parece que el libro de la ley estaba perdido y faltaba; negligentemente guardado y olvidado, como algunos tiran sus Biblias en un rincón, o escondido malignamente por algunos de los idólatras. El cuidado de Dios con la Biblia demuestra claramente su interés por ella. Fuera esta o no, la única copia existente, su contenido eran nuevo para el rey y para el sumo sacerdote. Los resúmenes, los extractos, ni las recopilaciones de la Biblia pueden transmitir y preservar el conocimiento de Dios y de su voluntad como la Biblia misma.

 No era sorprendente que el pueblo estuviera tan corrupto cuando el libro de la ley era tan escaso; los que los corrompieron usaron indudablemente malas artes para quitar ese libro de las manos de ellos. La abundancia actual de Biblias agrava nuestro pecado nacional, porque, ¿qué mayor desprecio de Dios podemos mostrar si nos negamos a leer su Palabra cuando la ponen en nuestras manos o, si la leemos, nos negamos a creerla y a obedecerla? El conocimiento del pecado es por la santa ley, y el conocimiento de la salvación es por el bendito evangelio. Cuando se entiende el primero en su estrictez y excelencia, el pecador empieza a preguntar, ¿qué debo hacer para ser salvo? Y los ministros del evangelio le señalan a Jesucristo, como el fin de la ley para justicia de todo el que cree.

A MODO PERSONAL:

En una de las veces en que Safan y Helcías convinieron en el templo para retirar las limosnas del cepillo, el sumo sacerdote comunicó al secretario real una noticia de gran trascendencia: “He encontrado en el templo el libro de la Ley.” ¿En qué lugar lo encontró? ¿En qué circunstancia? ¿Qué se entiende por “libro de la Ley”? ¿Cuál era su contenido? ¿Encontróse todo el Pentateuco o el código de la alianza (Lev c. 17-26), todo el Deuteronomio o parte del mismo? El laconismo del relato bíblico da pie a la formulación de todas estas preguntas, para concluir que parte de las mismas no admiten respuesta satisfactoria y definitiva.

No fueron los obreros (Naville), sino el sumo sacerdote el que, revolviendo quizá en un cuarto o departamento donde habíanse arrinconado diversos objetos de culto, topó con el rollo de la Ley 

1.

En cuanto a la naturaleza del rollo encontrado discrepan los autores. Unos pocos lo entienden de todo el Pentateuco (Βεα). La doble lectura del rollo en un solo día sugiere que se trataba de un trozo literario reducido. Unos (Fríes) lo limitan al c.34 del Deuteronomio; otros (Van Hoonacker) al código de santidad (Lev c. 17-26). Los más sostienen que Helcías encontró el Deuteronomio, todo (Ricciotti, Vaccari, Landersdorfer) o la parte legislativa del mismo (De Vaux, Dhorme, Clamer). Esta última parece ser la sentencia más probable, ya que en 23:2-21 y2Cr_34:30 se habla del libro de la alianza (Exo_24:7). Este hallazgo sirvió de base para que emprendiera el rey su reforma famosa, en la que predominan las prescripciones contenidas en el Deuteronomio c. 12-26 

2.

Las características de la reforma de Josías corresponden al contenido del Deuteronomio: i) Monoteísmo absoluto, con anulación de los cultos de la gentilidad, especialmente astrales (Deu_4:19; Deu_17:3; 2Re_23:4-5). 2) Extirpación de la prostitución sagrada (Deu_23:18-19; 2Re_23:7). 3) Condenación de la magia (Deu_18:9-14; 2Re_23:24). 4) Unidad de santuario (Deu_12:5; Deu_11:21; 2Re_23:8-27). 5) Como aconseja Deu_13:3-4; Deu_13:19-91Deu_30:6-10-20, Josías renueva la alianza y la observancia de la Ley “con todo su corazón y toda su alma” (Deu_23:3; Mediebelle). (Fuente: Comentarios de Prof. De Salamanca)

CONCLUSIÓN PERSONAL (Edwing Piñango):

Tras una larga tiranía idolatra (Manases y Amón), llegó Josias al reinado de Judá. Fíjense que era recto a los ojos de Jehova, es decir, cumplía los mandamientos que Dios les había dado, y no adoraba dioses falsos, Jehova hizo que hallaran el libro de la ley (pudiera ser fragmentos o toda la Torá) exactamente bajo su reinado, y esto tiene una razón.

Primeramente, Jehova en su infinita misericordia quiere que su pueblo se redima, y halle gracia ante sus ojos, ve a Josias un rey fiel que camina rectamente y que es capaz de liderar a su pueblo hacia la fé verdadera. Lastimosamente, el pueblo no se redimió, como seguimos leyendo hasta el final del capitulo 22 y 23 de 2 reyes y por el contrario siguió decayendo moralmente, pecando y haciendo mal a los ojos del Señor.

Pero me quiero detener  en estudiar lo bondadoso que es nuestro Dios. Más de medio siglo en que un pueblo rebelde, infiel y pecaminoso desoyó las palabras de su Ley!; sin embargo, Dios les dio una última oportunidad, un Rey piadoso y bueno, Josías, el hallazgo de su Ley, para que la tomaran en cuenta y obraran en sus vidas conforme a ella, y la puesta en práctica de una vida recta y sana adorando al Dios verdadero.

Igualmente estamos hoy en día en nuestra sociedad: nuestro Rey ya fue enviado a darnos su palabra, a darnos salvación y vida eterna, JESÚS. Somos una sociedad, que estamos mucho peor en términos de moralidad y pecado que ese pueblo de Israel, sin embargo Dios a través de Jesucristo, nos ha dado su palabra, no la desdeñes! No la rechaces! Dios no va a mandar otro Rey ni otro profeta, no habrá más oportunidad, Cristo es el único camino, la única verdad, y el único que otorgara vida eterna.


Busca tu Biblia que tienes en tu casa, (ES NUESTRA LEY) y empieza a darte cuenta de todo lo que tú y tu estilo de vida está haciendo mal ante los ojos de Dios, estamos en los últimos tiempos, y en nuestro corazón sabemos que es así, NO HAY TIEMPO! ENTRÉGATE A JESÚS!