viernes, 27 de marzo de 2020

LA OBJECIÓN DE EHRMAN A LOS EVANGELIOS RESUELTA


En este estudio, hablaremos de todas las objeciones presentadas por el Historiador Bart Ehrman a los evangelios y les daremos contestación, en el ámbito plenamente histórico.

OBJECIÓN 1 DE EHRMAN: Hay inconsistencias en los evangelios, solo en el evangelio de Juan Jesús se declara hijo de Dios. Por lo tanto  carece de veracidad, ya que el evangelio de Juan es tardío.

Para ilustrar las diferencias entre los Evangelios, Ehrman ofrece representaciones opuestas de Jesús hablando de sí mismo. En el libro de Juan, Jesús habla de sí mismo y proclama quién es, diciendo: "Yo soy el pan de vida". Mientras que en Marcos, Jesús enseña principalmente sobre el reino venidero y casi nunca se menciona a sí mismo directamente. Estas diferencias ofrecen pistas sobre las perspectivas de los autores y las épocas en las que escribieron sus respectivos Evangelios, según Ehrman.

Añade Ehrman: "En el Evangelio de Marcos, Jesús no está interesado en enseñar sobre sí mismo. Pero cuando lees el Evangelio de Juan, eso es prácticamente lo único de lo que Jesús habla es de quién es, cuál es su identidad, de dónde vino", dice Ehrman. "Esto es completamente diferente a todo lo que se encuentra en Marcos o en Mateo y Lucas. E históricamente crea todo tipo de problemas, porque si el Jesús histórico realmente decía que era Dios, es muy difícil creer que Mateo, Marcos y Lucas omitieron esa parte, ya sabes, como si esa parte no fuera importante mencionar. Pero, de hecho, no lo mencionan. Y así, esta visión de la divinidad de Jesús en sus propios labios se encuentra solo en nuestro último Evangelio, el Evangelio de Juan".


RESPUESTA:
Ehrman dice que Jesús en el evangelio de Marcos no está interesado en enseñar quien es el, sin embargo podemos desmentirlo de forma sencilla. Primero, Jesús en Marcos (Mar 2:10) se identifica como el “hijo del hombre” en clara alusión a Daniel (Dan_7:13-14) y, sabemos mediante este versículo, que el Hijo del Hombre es aquel a quien Dios le dará reino y gobernanza en la tierra y que su gobierno no tendrá fin.

En segundo lugar tenemos que Jesús no le interesaba (ya que no era su verdadera misión) que la gente, debido a su fama por los milagros, lo nombraran Rey y se sublevaran contra Roma. Para ellos, haber proclamado a Jesús como el Mesías habría solo aumentado el error de que este sería un líder político / militar. La reacción inmediata sería que los judíos, deseosos de librarse del yugo romano, tratarían de hacer rey a Jesús por la fuerza (Jua_6:15; cp.Mar_12:12-19) (Fijémonos bien los sucesos acaecidos 30 años después en la rebelión judía descrita por F. Josefo). Hay que dejar bien claro que lo que Jesús ordena a los discípulos no es que no le cuenten a la gente acerca de él —ya que Jesús era bien conocido—, sino que no le cuenten a nadie que él era el Mesías.

 Por otro lado, la misión mesiánica de Jesús no puede ser entendida separadamente de la cruz, que los discípulos aun no entendían (cp. los vv.Mar_8:31-33; Mar_9:30-32).  Se pensaba que Jesús era un profeta como Juan el Bautista, Elías o algún otro, quien anunciaba el pronto advenimiento de la era mesiánica, un rol que ya de por sí era desestabilizador para el poder político de entonces, tanto el de Herodes como el de César. Marcos describe a Jesús precisamente así en Mar_1:14-15, pero los discípulos tenían en mente otra idea. Pedro, tentativamente, expresa la opinión del grupo cuando dice: “Tú eres el Cristo (Mesías)” (Marcos 8:27-30). Sin embargo, hay algo que todavía no encaja en el rompecabezas teológico de los discípulos. Si Jesús es el Mesías, ¿por qué tiene entonces que sufrir y morir?. Por eso, Jesús no muestra demasiado entusiasmo al oír la declaración de Pedro, pero sí les pide a los discípulos que no divulguen su contenido, ya que ellos no entienden cabalmente qué tipo de Mesías llegaría a ser. Seguramente, Jesús no quería que la gente se confundiera y esperara de él lo que nunca iba a darles, esto es, una liberación política y una insurrección armada contra Roma. Por eso, ordena a los discípulos que no se lo cuenten a nadie.

En tercer lugar tenemos que el evangelio de Marcos atestigua una gran cantidad de milagros, exorcismos, el caminar sobre las aguas, y la transfiguración de Jesús ante los apóstoles. Por lo que se deja ver, implícitamente, quién es Jesús.

Por otra parte, en el nivel de la macro estructura del evangelio, queremos sugerir que Marcos utiliza un quiasmo que abarca todo su Evangelio. Dicho de otra manera, organiza sus materiales en forma quiásmica. Unas de las claves de esta organización es la geografía. El Evangelio de Marcos tiene entonces que ver más con el discipulado que con la cristología, y más con el problema de quién es el verdadero discípulo que con el problema de quién es el verdadero Mesías. En efecto, éste es presentado en este Evangelio más como un ejemplo de discipulado que de divinidad, y allí, por ende la diferencia con el evangelio de Juan, eminentemente cristológico.

Por último, permítanme desmentir a B. Ehrman cuando dice que “Y así, esta visión de la divinidad de Jesús en sus propios labios se encuentra solo en nuestro último Evangelio, el Evangelio de Juan", ya que al mencionarse así mismo en Mar 2:10 como “hijo del hombre”, reafirma su divinidad (Mat. 12:8, Mat.16:27, Mat.19:28), podríamos nombrar también el juicio en el sanedrín, donde le pregunta Caifás a Jesús si es el hijo de Dios y el responde positivamente, además les dijo que, “desde ahora, verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poderoso, y venir en las nubes del cielo.» (Mat 26:63-64, Luc 22:70) y también al afirmar la respuesta de Pedro que él era Cristo el hijo de Dios reafirma su divinidad (Mat 16:16-17).

OBJECIÓN 2 DE EHRMAN: “poca evidencia real para las atribuciones tradicionales de autoría de los evangelios”, y continua Ehrman: los Evangelios fueron escritos anónimamente, y ninguno de los escritores afirma ser un testigo ocular. Los nombres se adjuntan a los títulos de los Evangelios ("el Evangelio según Mateo"), pero estos títulos son adiciones posteriores a los Evangelios, proporcionados por editores y escribas para informar a los lectores que los editores pensaron que eran las autoridades detrás de las diferentes versiones. Que los títulos no son originales de los Evangelios mismos debe quedar claro sobre alguna simple reflexión. Quien escribió Mateo no lo llamó "El Evangelio según Mateo". Las personas que le dieron ese título le están diciendo quién, en su opinión, lo escribió. Los autores nunca titulan sus libros "según".

RESPUESTA:

Expondré el ejemplo de cada uno de los evangelios y porqué su autoría, no está discutida actualmente por ningún historiador (con la excepción de Ehrman):

MATEO: (tomado de https://crossexamined.org/quien-escribio-el-evangelio-de-mateo/#_ftn6 autor Brian Chilton, traducido por Jairo Izquierdo)

La iglesia primitiva es unánime en su aceptación de Mateo como el escritor del Primer Evangelio. Papías, Ireneo, Panteno y Orígenes relatan a Mateo como el escritor del Primer Evangelio. Papías (c. d.C. 60-130) escribió: “Mateo reunió los oráculos [del Señor] en el idioma hebreo, y cada uno los interpretó como mejor pudo”.( Papías, “Fragments de Papías”, en The Apostolic Fathers with Justin Martyr and Irenaeus, ed. Alexander Roberts, James Donaldson y A. Cleveland Coxe, vol. 1, The Ante-Nicene Fathers (Buffalo, NY: Christian Literature Company, 1885), 155.) Aunque no tenemos una edición hebrea o aramea del Evangelio de Mateo, hay informes de que una pudo haber existido en la iglesia primitiva (Jerónimo reporta haber visto un Evangelio hebreo de Mateo). No obstante, uno no debe sorprenderse de que Mateo, que necesitaría tener un gran conocimiento del griego en el mundo de los negocios, originalmente escribió su Evangelio en hebreo o arameo, sólo para revisar el Evangelio en griego. Incluso si su Evangelio fue escrito en griego por otro, incluso decir un amanuense (Es decir, un escribano que escribe las palabras que se dictan a sí mismo. A algunos amanuenses se les dio libertad para agregar sus propias expresiones a un grado). Esto no negaría la autoría de Mateo.

Panteno también confirmó que Mateo fue el autor del Primer Evangelio. El gran historiador de la iglesia, Eusebio de Cesárea, escribe que Panteno, un líder de la iglesia a finales del siglo 2 o posiblemente a principios del siglo III, se encontró con la versión hebrea del Evangelio de Mateo. Eusebio señala que Panteno fue “un hombre muy distinguido por su aprendizaje, encargado de la escuela de los fieles en Alejandría”.( Eusebio de Cesárea, “The Church History of Eusebius,” en Eusebius: Church History, Life of Constantine the Great, and Oration in Praise of Constantine, ed. Philip Schaff y Henry Wace, trans. Arthur Cushman McGiffert, vol. 1, A Select Library of the Nicene and Post-Nicene Fathers of the Christian Church, Second Series (New York: Christian Literature Company, 1890), 224.) Lo que sigue es el informe de Eusebio sobre el encuentro de Panteno con la edición hebrea del Evangelio de Mateo:

Se ha informado de que entre las personas que conocían a Cristo, encontró el Evangelio según Mateo, que había anticipado su propia llegada. Porque Bartolomé, uno de los apóstoles, les había predicado y les había dejado la escritura de Mateo en lengua hebrea, la cual habían conservado hasta entonces. (Ibid. 225)

Con la adición de Orígenes y la aceptación de Ireneo de Mateo como escritor del Primer Evangelio, uno está muy presionado para desestimar sus afirmaciones.

MARCOS:
La afirmación explícita más antigua que hallamos sobre Marcos como autor del evangelio procede de Papías de Hierápolis (principios del s. II d.C., citado en Eusebio, HE 3.39.15). Papías afirma: «Marcos, habiéndose convertido en intérprete de Pedro, puso por escrito rigurosamente todo lo que éste recordaba de lo que Señor había dicho o hecho, pero sin darle un orden». Fundamentándose en la declaración de Papías y en la afirmación de otros escritores cristianos antiguos, el evangelio se atribuyó tradicionalmente a Marcos, «el intérprete de Pedro», que lo escribiría en Roma tras la muerte del apóstol (ca. 64-67 d.C.).

Al mismo efecto escribe Ireneo (Contra Herejías, 3:1): "Mateo publicó un Evangelio, mientras que Pedro y Pablo predicaban y fundaban la iglesia en Roma; y después de la partida (o fallecimiento) de ellos, Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, también nos dio por escrito las cosas que eran predicadas por Pedro". Clemente de Alejandría es todavía más preciso, en un mensaje conservado para nosotros por Eusebio (Historia Eclesiástica, 6:14) : "Habiendo Pedro predicado la Palabra en Roma, y hablado del Evangelio por el Espíritu Santo, muchos de los que estaban presentes exhortaron a Marcos, quien había sido por mucho tiempo seguidor de él, y que se acordaba de lo que había dicho, a que escribiera lo que había sido pronunciado; y habiendo preparado su Evangelio, lo entregó a los que se lo habían pedido; lo cual, cuando Pedro llegó a saberlo, ni se lo prohibió decididamente ni lo estimuló a hacerlo." El testimonio propio de Eusebio, sin embargo, según otros relatos, es algo diferente: 

Que los oyentes de Pedro fueron tan conmovidos por su predicación, que no dieron descanso a Marcos, como seguidor de Pedro, hasta que consintió en escribir su Evangelio como memorial de las enseñanzas de Pedro; y "que el apóstol, cuando supo por revelación lo que había sido hecho, se agradó del celo de aquellos hombres y sancionó la lectura del escrito (es decir, del Evangelio de Marcos) en las iglesias" (Historia Eclesiástica, 2:15). Y al asentar en otra de sus obras un aserto similar, dice que "Pedro, por exceso de humildad, no se creía preparado para escribir el Evangelio; pero Marcos a quien conocía tan bien y quien fue su discípulo, se dice que escribió sus relatos de las enseñanzas de Jesús. Pedro da testimonio a estas cosas él mismo; porque todas las cosas relatadas por Marcos son, según se dice, memorias de los discursos de Pedro". No creemos necesario ir más lejos, hasta Orígenes, quien dice que Marcos compuso su Evangelio "según Pedro le guiaba", o "según él dirigía, quien en su Epístola lo llama su hijo", etc., ni hasta Jerónimo, quien es sólo un eco de Eusebio. La tradición patrística es unánime en atribuir el evangelio a Marcos.

Por otra parte, ninguna tradición es más antigua, más uniforme y mejor apoyada por evidencia interna, que la que sostiene que Marcos, en su Evangelio, fué "el intérprete de Pedro", quien, al final de su Primera Epístola habla de él como "Marcos mi hijo" (1Pe_5:13), queriendo decir, sin duda, que era su hijo en el evangelio, convertido a Cristo por su ministerio.


LUCAS:

La identidad del autor del evangelio aparece en siete importantes testimonios antiguos: Canon de Muratori, Ireneo, el Prólogo al evangelio de finales del s. II, Tertuliano, Orígenes, Eusebio y Jerónimo. En estos testimonios hay que distinguir aquellos datos que no pueden deducirse del NT (el autor fue Lucas, un sirio de Antioquía, que escribió un evangelio procedente de Pablo, en Acaya [o en Roma o Bitinia]), y aquellos otros que sí pueden deducirse (era médico y compañero o colaborador de Pablo). Podemos aceptar la tradición de que Lucas fue quien compuso el evangelio, pues no parecen existir razones para que la Iglesia antigua inventase este dato y convirtiese al autor de un evangelio en una figura relativamente oscura.
Hay también cierto rasgo de autoría, en el momento cuando se unió a la compañía de Pablo por su cambio (cap. Hechos 16:10) desde la tercera persona singular "él" a la primera persona plural "nosotros".

JUAN:

Es casi indudable que el que escribió este evangelio sea el Apostal Juan. El padre de la iglesia primitiva Ireneo (ca. 130-200 d.C.) fue un discípulo de Policarpo (ca. 70-160 d.C.), quien a su vez fue un discípulo del apóstol Juan, y él testificó en la autoridad de Policarpo que Juan escribió el Evangelio durante su residencia en Éfeso en Asia Menor cuando él era avanzado en edad (Against Heresies [Contra herejías] 2.22.5;; 3.1.1). Después de Ireneo, todos los padres de la iglesia dieron por sentado que Juan era el escritor del Evangelio. Clemente de Alejandría (ca. 150-215 d.C.) escribió que Juan, consciente de los hechos establecidos en los otros Evangelios y siendo guiado por el Espíritu Santo, compuso un "evangelio espiritual" (vea Ecclesiastical History [Historia de la iglesia] de Eusebio 6.14.7).

Reforzando la tradición de la iglesia primitiva hay características significativas internas del Evangelio. Mientras que los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) identifican al apóstol Juan por nombre aproximadamente veinte veces (incluyendo paralelos), él no es mencionado directamente por nombre en el Evangelio de Juan. En lugar de esto, el autor prefiere identificarse a sí mismo como el discípulo "al cual Jesús amaba" (Jua_13:23; Jua_19:26; Jua_20:2; Jua_21:7; Jua_21:20). La ausencia de cualquier mención del nombre de Juan directamente es impresionante cuando uno considera la participación importante que tuvieron otros discípulos que son nombrados en este Evangelio. Sin embargo, la designación continua de sí mismo como el discípulo "al cual Jesús amaba", una evasión deliberada por parte de Juan de su nombre personal, refleja su humildad y celebra su relación para con su Señor Jesús. Ninguna mención de su nombre fue necesaria debido a que sus lectores originales claramente entendieron que él era el autor del Evangelio.

Los Sinópticos dicen que los hijos de Zebedeo eran pescadores, y que Jesús los llamó para ser sus apóstoles y les dio el apodo de "Hijos del trueno" (Mar_3:17). En tres ocasiones Jesús escogió a estos dos -- junto con Pedro -- para acompañarle (cuando levantó a la hija de Jairo, cuando fue al monte para ser transfigurado y cuando estuvo en Getsemaní).

 Jua_21:24 dice, "Este es el discípulo que da testimonio de esta cosas, y escribió estas cosas". ¿Cuál de ellos? "Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?" (21:20). Es muy obvio que el que "escribió estas cosas" es "el discípulo a quien amaba Jesús". Este versículo confirma que "el discípulo a quien amaba Jesús" era uno de los apóstoles (porque los doce apóstoles estuvieron con Jesús en la última cena), y seguramente si era "el discípulo a quien amaba Jesús", era uno de los tres escogidos, Pedro, Santiago y Juan, Mat_17:1; Mat_26:37; Luc_8:51. Al hablar de los otros apóstoles Juan especifica el nombre de ellos; por lo tanto, la única conclusión lógica es que esta descripción se puede aplicar sólo a él. Juan se refiere a sí mismo seis veces en este libro como "el discípulo a quien amaba Jesús" (13:23-26; 19:25-27; 20:2-10; 21:7; 21:20-23; 21:24). El autor del libro y Pedro eran íntimos amigos (1:41; 13:24; 18:15; 20:2; 21:7; Hch_3:1; Hch_8:14).
Si el Historiador B. Ehrman minimiza o rechaza la tradición como base sólida, para atestiguar como autores de los evangelios a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, haría mal, ya que está sobrecargando de pruebas o mejor dicho, pasa por alto cómo los historiadores estiman los documentos históricos. Les podría poner el ejemplo de varios documentos históricos, donde los historiadores, aun con menos pruebas y documentación, aceptan la autoría de dicho documento. Aquí les daré un par de ellos.

Los comentarios de las Guerras de las Galias:

De esta extraordinaria obra de Julio Cesar, tenemos los siguientes datos: la copia más antigua está fechado en el 9 A.C (nombrado por Suetonio), el manuscrito que tenemos más antiguo es del siglo X, se tiene en total 251 copias o manuscritos antiguos de él.

Comparémoslo con los evangelios:



Los historiadores no niegan que el autor de la Guerra de las Galias sea Julio Cesar, ya que está atestiguado por Suetonio, en pocas palabras lo que la tradición dice! Los evangelios aportan y con mucho, mas proximidad a los testigos y a los hechos que allí cuentan (menos de 70 años a los sucesos de la vida de Jesús) son redactados en menos de 70 años a los hechos, lo atestigua una tradición temprana, (menos de 30 años), y se poseen 24.632 copias! ¿Hay una prueba más convincente que ello? Ningún historiador hoy en su sano juicio pondría en duda que J. Cesar escribió La Guerra de las Galias, con tan solo un testigo de la tradición (Suetonio) que lo afirmò 150 años después de haberse redactado, que no conoció, ni tomó fuente cercana de los testigos próximos, (como si los evangelios), y que, tan solo poseemos 251 manuscritos antiguos hechos 950 años después de haberse realizado la obra!. Ehrman dice que fue la tradición quien le puso nombre a los evangelios, ¿y que prueba tienen los historiadores que Julio Cesar fue el autor? La respuesta es: la tradición.