viernes, 18 de septiembre de 2020

EL PORQUE CENTRARNOS EN CRISTO

 

EL PORQUE CENTRARNOS EN CRISTO

Hermanos hoy les hablare sobre la extrema importancia de centrarnos y enfocarnos en tener mas conocimiento de Cristo, nuestro Salvador y Redentor.

Para ello tome extractos de John Flavel en su libro “The Fountain Of Life” que me parecen muy importantes para dicha exhortación.

Dice John Flavel:

“Ojalá el conocimiento de Cristo more en abundancia en nosotros… que nuestro conocimiento de Cristo no sea un conocimiento impotente, estéril y poco práctico: ¡Oh, que en su paso desde nuestro entendimiento a nuestros labios, pueda derretir, endulzar y arrebatar poderosamente nuestros corazones! Recuerden, hermanos, que un santo llamamiento nunca salvó a ningún hombre sin un corazón santo. Cuidemos de no privar a la gente de nuestro conocimiento de Cristo con injusticia. Ojalá nuestros labios dispersen conocimientos y alimenten a muchos”.

Primeramente hermanos, tengamos cuidado de no rechazar y despreciar esta luz, este camino, y esta verdad, nuestro Campeón, Jesucristo. Esto se puede hacer de dos maneras:

Punto Uno, cuando desprecias los medios del conocimiento por simple desprecio y desprecio por él. Seguramente, si rechazas así el conocimiento, Dios te rechazará por ello.

Leamos las palabras de Jesús cuando dijo: “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.  (Jua 12:48). Notemos que son inseparables sus enseñanzas y El mismo. Fijémonos en el verbo tiene; de tener, esta en presente y eso quiere decir que se le está juzgando a esa persona en vida, desde el mismo momento que rechaza el evangelio. Como dijo W. Partain y B. Reeves en sus comentarios: “al estar en juicio desde que rechazas a Cristo, cada uno está delante del tribunal de Cristo, porque el verdadero juez de la humanidad es el evangelio” (Rom 2:16).

Las palabras o enseñanzas del Señor Jesús serán suficientes para condenar a la persona que libremente rechace y desprecie a Jesucristo, el Hijo de Dios. Flavel tenía razón: Dios también te rechazará si tú lo rechazas. Es el desprecio del regalo más rico que jamás Cristo le dio a la iglesia; y sin embargo es un desprecio que comienza bajo, tal vez con un simple “no tengo tiempo”, o tal vez “me gusta lo que hago” y parece que hasta es no es un NO definitivo; sin embargo, créanlo, es un pecado audaz que vuela más alto de lo que ustedes saben, Lucas 10:16 "El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió".

En segundo lugar, desprecias el conocimiento de Cristo, cuando desprecias las direcciones y las amorosas limitaciones de ese conocimiento; cuando te niegas a ser guiado por su conocimiento, tu luz y tus deseos luchan y luchan dentro de ti.

Flavel dice: “Oh, es triste cuando tus deseos dominan tu luz. No pequéis como pecan los paganos que no conocen a Dios”. Entonces: como podrías rechazar tal conocimiento? Como podrías rechazar a tu Salvador, que te tiende la mano para sacarte del pozo del pecado y la condenación, que quiere limpiarte, santificarte, y darte tesoros que todo el mundo jamás te podría dar? Peor aun! Los que desprecian a los fieles ministros de Cristo, los que piensan mal de ellos y se burlan de ellos, serán reconocidos como los que despreciaron a Dios y Cristo. Y te aseguro, que si eres de esas personas bravuconas, en la calle, que insultas y te burlas de los predicadores de la palabra en la calle, serás señalado para adversidad, delante del trono majestuoso de nuestro Señor Jesús, me gustaría saber si serás tan valiente allí… “si, pues no tengo miedo” yo te digo: escúchame cuando estés delante de su Gloria y de su trono, estarás derretido de miedo y pavor como un soplete derrite a una vela, a menos que te arrojes a los pies de Cristo!

William Barclay comenta sobre Lucas 10:16: “El haber escuchado la Palabra de Dios conlleva una gran responsabilidad. Seremos juzgados según lo que hayamos tenido oportunidad de saber. A un niño se le consienten cosas que se condenarían en un adulto; a un salvaje se le perdonan cosas que se castigarían en un civilizado. La responsabilidad es la otra cara del privilegio.

Es un error terrible el rechazar la invitación de Dios. En cierto sentido, todas las promesas de Dios que hayamos escuchado pueden convertirse en nuestra condenación. Si las recibimos, son nuestra mayor gloria; pero cada una de las que hemos rechazado será algún día un testigo en contra nuestra”.

Punto Dos, tengamos cuidado de no estar satisfecho con ese conocimiento de Cristo que hemos alcanzado, y queramos añadirle “toques personales” para que sea “perfecto”.

Flavel Dice: “Es el orgullo y la ignorancia de muchos profesores, cuando tienen algunas nociones crudas y sin digerir, llenarse de vanidad por sus excelentes logros. Y es el pecado, incluso del mejor de los santos, cuando ven cuán profundo es el conocimiento de Cristo, y qué esfuerzos deben tomar para cavar en busca de él, arrojar la pala del deber y clamar: “Cavar no podemos”. O “ya extraje suficiente de Cristo, ya no hay más de El”. A su trabajo, cristianos, a su trabajo; No dejéis que vuestra vela y sed de Jesús se apague: recluidos en su estudio, Biblia en mano, mirad qué inagotable es el conocer de El”.

Cuando pasemos a la eternidad y veamos su rostro, pasaremos de gloria en gloria, de eternidad en eternidad, conociéndolo mas, y aun no llegaríamos al 1% del evangelio del Señor Jesucristo!

Recordemos a Juan en su evangelio cuando dijo: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro”. (Jua 20:30) y también: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén”.  (Jua 21:25).

Solo en su Pasión y muerte hay un sin numero de profundidades que, con ya 2000 años de historia cristiana se siguen sacando innumerables pensamientos, poemas, canciones, estudios, millones de libros, sin contar la infinita piedad que genera de ella hacia la humanidad; amor, sacrificio, obediencia, justicia, victoria…

Es un serio error intentar añadir a nuestras iglesias, estrategias humanas, planes de prosperidad, y demás sabiduría humana, cuando tenemos ante nosotros la Diadema que brilla en nuestra Biblia, la fuente de todas las doctrinas: EL EVANGELIO DE JESUCRISTO.

William Macdonald dice:

“Jesús es Dios, y por ello mismo es infinito. No hay límite al significado de Sus palabras ni al número de Sus obras. Mientras Él estaba aquí en la tierra, era todavía el Sustentador de todas las cosas -el sol, la luna y las estrellas-. ¿Quién podría jamás describir lo que mantiene el universo en movimiento? Incluso acerca de Sus milagros sobre la tierra, sólo recibimos la descripción más sucinta. Pensemos en los nervios, músculos, corpúsculos sanguíneos y otros miembros que Él controlaba. Pensemos en Su control sobre los microorganismos, peces, y vida animal. Pensemos en Su conducción en los asuntos de los hombres. Pensemos en Su control sobre la estructura atómica de cada fragmento de materia en el universo. ¿Podría el mundo mismo posiblemente contener estos infinitos detalles? La respuesta es un «No» rotundo”.

Paul Washer en su Libro “El Llamado del Evangelio y la Conversión Verdadera” dice:

“El evangelio de Jesucristo es el más grande de todos los tesoros dado a la iglesia y al cristiano. No es un mensaje entre muchos otros, sino el mensaje sobre todos. Es el poder de Dios para salvación a los pecadores y la revelación más grande de la multiforme sabiduría de Dios para los hombres y los ángeles. Es por esta razón que el apóstol Pablo dio al evangelio el primer lugar en su predicación, esforzándose por proclamarlo claramente e incluso imprecando a aquellos que pervirtieran su veracidad.

Cada generación de cristianos es administradora del mensaje del evangelio, y, a través del poder del Espíritu Santo, Dios la llama a guardar este tesoro que le ha sido confiado. Si queremos ser fieles administradores, debemos concentrarnos en el estudio del evangelio, hacer todo lo posible por entender sus verdades, y comprometernos a guardar su contenido.

Al hacerlo así, aseguramos la salvación tanto para nosotros como para aquellos que nos escuchan. Uno de los crímenes más grandes cometido por la presente generación de cristianos es su descuido del evangelio, y es de este descuido que surgen otros males. No es tanto que el mundo perdido está endurecido hacia el evangelio sino que es más bien ignorante del evangelio, puesto que muchos de aquellos que proclaman el evangelio son ignorantes de sus verdades más básicas.

 Los temas esenciales que conforman la esencia del evangelio —la justicia de Dios, la depravación radical del hombre, la propiciación por sangre, la naturaleza de la conversión verdadera y la base bíblica de la seguridad— están ausentes de demasiados púlpitos. Las iglesias reducen el mensaje del evangelio a unas pocas declaraciones doctrinales, enseñan que la conversión es una decisión puramente humana y declaran seguridad de salvación sobre cualquiera que pronuncia la oración del pecador.

El resultado de esta reducción del evangelio ha tenido un enorme alcance. Primero, endurece los corazones de los no convertidos. Pocos de los “convertidos” hoy alguna vez se integran a la iglesia, y aquellos que lo hacen frecuentemente caen o tienen vidas marcadas por la carnalidad. Incontables millones caminan por nuestras calles y se sientan en las bancas de las iglesias sin ser cambiados por el verdadero evangelio de Jesucristo, aunque estén convencidos de su salvación porque alguna vez levantaron la mano en una campaña evangelística o repitieron una oración.

Este sentido falso de seguridad crea una enorme barrera que muchas veces aísla a los individuos de escuchar el verdadero evangelio. Segundo, este evangelio deforma a la iglesia de un cuerpo espiritual de creyentes regenerados a una reunión de hombres carnales que profesan conocer a Dios, pero lo niegan con sus hechos.

Con la predicación del evangelio verdadero, los hombres vienen a la iglesia sin esperar ser entretenidos con algún espectáculo, con actividades especiales o con la promesa de beneficios más allá de los ofrecidos por el evangelio. Aquellos que vienen lo hacen porque tienen un profundo anhelo por Cristo y están hambrientos por la verdad bíblica, la adoración sincera y oportunidades de servir. Cuando la iglesia proclama un evangelio inferior, se llena de hombres carnales que muestran poco interés por las cosas de Dios y se convierten en una carga para la iglesia.

La iglesia entonces baja las demandas radicales del evangelio a una moralidad conveniente, y la verdadera devoción a Cristo da paso a actividades diseñadas para satisfacer lo que sus miembros sienten como necesidades. La iglesia llega a estar impulsada por actividades en vez de estar centrada en Cristo, y filtra o empaqueta cuidadosamente la verdad de manera que no ofenda a la mayoría carnal. La iglesia deja a un lado las grandes verdades de la Escritura y el cristianismo ortodoxo; el pragmatismo (es decir, lo que sea que mantenga a la iglesia funcionando y creciendo) se convierte en la orden del día.

Tercero, este evangelio reduce el evangelismo y las misiones a poco más que un proyecto humanístico impulsado por estrategias de mercado ingeniosas, basadas en un cuidadoso estudio de las últimas tendencias en la cultura. Después de años de ser testigos de la falta de poder de un evangelio no bíblico, muchos evangélicos parecen estar convencidos de que el evangelio no funcionará y que el hombre se ha convertido en un ser muy complejo como para ser salvado y transformado por un mensaje tan simple y asombroso. Ahora hay más énfasis en tratar de entender nuestra cultura caída y sus modas pasajeras que en tratar de entender y proclamar el único mensaje que tiene el poder para salvarla.

Como resultado, el evangelio es constantemente empacado para que se ajuste a lo que la cultura contemporánea considera más relevante. Hemos olvidado que el verdadero evangelio es siempre relevante a toda cultura porque es la palabra eterna de Dios para todo hombre. Cuarto, este evangelio trae deshonra al nombre de Dios. A través de la proclamación de un evangelio inferior, los carnales y los inconversos se incorporan en la comunión de la iglesia, y, a través del casi total abandono de la disciplina eclesiástica bíblica, se les permite permanecer sin corrección o reprensión.

Esto mancha la pureza y la reputación de la iglesia, y es blasfemado el nombre de Dios entre los no creyentes. Al final, Dios no es glorificado, la iglesia no es edificada, los miembros inconversos de la iglesia no son salvados y la iglesia tiene poco o ningún testimonio para el mundo incrédulo. No es propio que nosotros como ministros o laicos estemos tan cerca y no hagamos nada cuando vemos “el glorioso evangelio del Dios bendito” ser reemplazado por un evangelio de menor gloria.

Como administradores de este encargo, tenemos la obligación de recuperar el único evangelio verdadero y proclamarlo con valentía y claridad a todos. Haríamos bien en prestar atención a las palabras de Charles Haddon Spurgeon:

En estos días me siento impulsado a ir, una y otra vez, a las elementales verdades del evangelio. En tiempos de paz nos sentimos libres de incursionar en los interesantes espacios de la verdad que yacen en la lejanía; pero ahora debemos permanecer en casa y vigilar las creencias fundamentales de la iglesia, defendiendo los principios básicos de la fe. En esta época se han levantado hombres en la propia iglesia que hablan de cosas perversas. Hay muchos que nos inquietan con sus filosofías y sus nuevas interpretaciones, con las que ellos mismos niegan las doctrinas que dicen enseñar y atacan la fe que ellos han prometido guardar. Es bueno que algunos de nosotros, que sabemos lo que creemos y no tenemos significados secretos para nuestras palabras, afinquemos nuestro pie y nos mantengamos firmes, defendiendo la palabra de vida y declarando llanamente las verdades fundamentales del evangelio de Jesucristo.

A que esperamos por estudiar, conocer y amar más a nuestro Campeón y Rey Jesucristo?

Edwing Piñango.