EL PORQUE CENTRARNOS EN CRISTO
Hermanos
hoy les hablare sobre la extrema importancia de centrarnos y enfocarnos en
tener mas conocimiento de Cristo, nuestro Salvador y Redentor.
Para
ello tome extractos de John Flavel en su libro “The Fountain Of Life” que me
parecen muy importantes para dicha exhortación.
Dice
John Flavel:
“Ojalá
el conocimiento de Cristo more en abundancia en nosotros… que nuestro
conocimiento de Cristo no sea un conocimiento impotente, estéril y poco
práctico: ¡Oh, que en su paso desde nuestro entendimiento a nuestros labios,
pueda derretir, endulzar y arrebatar poderosamente nuestros corazones!
Recuerden, hermanos, que un santo llamamiento nunca salvó a ningún hombre sin
un corazón santo. Cuidemos de no privar a la gente de nuestro conocimiento de
Cristo con injusticia. Ojalá nuestros labios dispersen conocimientos y
alimenten a muchos”.
Primeramente
hermanos, tengamos cuidado de no rechazar y despreciar esta luz, este camino, y
esta verdad, nuestro Campeón, Jesucristo. Esto se puede hacer de dos maneras:
Punto Uno, cuando desprecias los medios del conocimiento por simple
desprecio y desprecio por él. Seguramente, si rechazas así el conocimiento,
Dios te rechazará por ello.
Leamos
las palabras de Jesús cuando dijo: “El
que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que
he hablado, ella le juzgará en el día postrero. (Jua 12:48). Notemos que son inseparables sus
enseñanzas y El mismo. Fijémonos en
el verbo tiene; de tener, esta en
presente y eso quiere decir que se le está juzgando a esa persona en vida,
desde el mismo momento que rechaza el evangelio. Como dijo W. Partain y B.
Reeves en sus comentarios: “al estar en juicio desde que rechazas a Cristo, cada
uno está delante del tribunal de Cristo, porque el verdadero juez de la
humanidad es el evangelio” (Rom 2:16).
Las
palabras o enseñanzas del Señor Jesús serán suficientes para condenar a la
persona que libremente rechace y desprecie a Jesucristo, el Hijo de Dios.
Flavel tenía razón: Dios también te rechazará si tú lo rechazas. Es el desprecio del regalo más rico que jamás Cristo le
dio a la iglesia; y sin embargo es un desprecio que comienza bajo, tal vez con
un simple “no tengo tiempo”, o tal vez “me gusta lo que hago” y parece que
hasta es no es un NO definitivo; sin embargo, créanlo, es un pecado audaz que
vuela más alto de lo que ustedes saben, Lucas 10:16 "El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a
mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió".
En
segundo lugar, desprecias el conocimiento de Cristo, cuando desprecias las
direcciones y las amorosas limitaciones de ese conocimiento; cuando te niegas a
ser guiado por su conocimiento, tu luz y tus deseos luchan y luchan dentro de
ti.
Flavel
dice: “Oh, es triste cuando tus deseos dominan tu luz. No pequéis como pecan
los paganos que no conocen a Dios”. Entonces: como podrías rechazar tal
conocimiento? Como podrías rechazar a tu Salvador, que te tiende la mano para
sacarte del pozo del pecado y la condenación, que quiere limpiarte,
santificarte, y darte tesoros que todo el mundo jamás te podría dar? Peor aun! Los
que desprecian a los fieles ministros de Cristo, los que piensan mal de ellos y
se burlan de ellos, serán reconocidos como los que despreciaron a Dios y Cristo.
Y te aseguro, que si eres de esas personas bravuconas, en la calle, que
insultas y te burlas de los predicadores de la palabra en la calle, serás
señalado para adversidad, delante del trono majestuoso de nuestro Señor Jesús,
me gustaría saber si serás tan valiente allí… “si, pues no tengo miedo” yo te
digo: escúchame cuando estés delante de su Gloria y de su trono, estarás
derretido de miedo y pavor como un soplete derrite a una vela, a menos que te
arrojes a los pies de Cristo!
William
Barclay comenta sobre Lucas 10:16: “El haber escuchado la Palabra de Dios
conlleva una gran responsabilidad. Seremos juzgados según lo que hayamos tenido
oportunidad de saber. A un niño se le consienten cosas que se condenarían en un
adulto; a un salvaje se le perdonan cosas que se castigarían en un civilizado.
La responsabilidad es la otra cara del privilegio.
Es
un error terrible el rechazar la invitación de Dios. En cierto sentido, todas
las promesas de Dios que hayamos escuchado pueden convertirse en nuestra condenación.
Si las recibimos, son nuestra mayor gloria; pero cada una de las que hemos
rechazado será algún día un testigo en contra nuestra”.
Punto Dos, tengamos cuidado de no estar satisfecho con ese
conocimiento de Cristo que hemos alcanzado, y queramos añadirle “toques
personales” para que sea “perfecto”.
Flavel
Dice: “Es el orgullo y la ignorancia de muchos profesores, cuando tienen
algunas nociones crudas y sin digerir, llenarse de vanidad por sus excelentes
logros. Y es el pecado, incluso del mejor de los santos, cuando ven cuán
profundo es el conocimiento de Cristo, y qué esfuerzos deben tomar para cavar
en busca de él, arrojar la pala del deber y clamar: “Cavar no podemos”. O “ya
extraje suficiente de Cristo, ya no hay más de El”. A su trabajo, cristianos, a
su trabajo; No dejéis que vuestra vela y sed de Jesús se apague: recluidos en su
estudio, Biblia en mano, mirad qué inagotable es el conocer de El”.
Cuando
pasemos a la eternidad y veamos su rostro, pasaremos de gloria en gloria, de
eternidad en eternidad, conociéndolo mas, y aun no llegaríamos al 1% del
evangelio del Señor Jesucristo!
Recordemos a Juan en su
evangelio cuando dijo: “Hizo además
Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están
escritas en este libro”. (Jua 20:30) y también: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se
escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que
se habrían de escribir. Amén”. (Jua 21:25).
Solo
en su Pasión y muerte hay un sin numero de profundidades que, con ya 2000 años
de historia cristiana se siguen sacando innumerables pensamientos, poemas,
canciones, estudios, millones de libros, sin contar la infinita piedad que
genera de ella hacia la humanidad; amor, sacrificio, obediencia, justicia,
victoria…
Es
un serio error intentar añadir a nuestras iglesias, estrategias humanas, planes
de prosperidad, y demás sabiduría humana, cuando tenemos ante nosotros la
Diadema que brilla en nuestra Biblia, la fuente de todas las doctrinas: EL
EVANGELIO DE JESUCRISTO.
William
Macdonald dice:
“Jesús
es Dios, y por ello mismo es infinito. No hay límite al significado de Sus
palabras ni al número de Sus obras. Mientras Él estaba aquí en la tierra, era
todavía el Sustentador de todas las cosas -el sol, la luna y las estrellas-.
¿Quién podría jamás describir lo que mantiene el universo en movimiento?
Incluso acerca de Sus milagros sobre la tierra, sólo recibimos la descripción
más sucinta. Pensemos en los nervios, músculos, corpúsculos sanguíneos y otros
miembros que Él controlaba. Pensemos en Su control sobre los microorganismos,
peces, y vida animal. Pensemos en Su conducción en los asuntos de los hombres.
Pensemos en Su control sobre la estructura atómica de cada fragmento de materia
en el universo. ¿Podría el mundo mismo posiblemente contener estos infinitos
detalles? La respuesta es un «No» rotundo”.
Paul
Washer en su Libro “El Llamado del Evangelio y la Conversión Verdadera” dice:
“El
evangelio de Jesucristo es el más grande de todos los tesoros dado a la iglesia
y al cristiano. No es un mensaje entre muchos otros, sino el mensaje sobre
todos. Es el poder de Dios para salvación a los pecadores y la revelación más
grande de la multiforme sabiduría de Dios para los hombres y los ángeles. Es por
esta razón que el apóstol Pablo dio al evangelio el primer lugar en su
predicación, esforzándose por proclamarlo claramente e incluso imprecando a
aquellos que pervirtieran su veracidad.
Cada
generación de cristianos es administradora del mensaje del evangelio, y, a
través del poder del Espíritu Santo, Dios la llama a guardar este tesoro que le
ha sido confiado. Si queremos ser fieles administradores, debemos concentrarnos
en el estudio del evangelio, hacer todo lo posible por entender sus verdades, y
comprometernos a guardar su contenido.
Al
hacerlo así, aseguramos la salvación tanto para nosotros como para aquellos que
nos escuchan. Uno de los crímenes más grandes cometido por la presente generación
de cristianos es su descuido del evangelio, y es de este descuido que surgen
otros males. No es tanto que el mundo perdido está endurecido hacia el
evangelio sino que es más bien ignorante del evangelio, puesto que muchos de
aquellos que proclaman el evangelio son ignorantes de sus verdades más básicas.
Los temas esenciales que conforman la esencia
del evangelio —la justicia de Dios, la depravación radical del hombre, la
propiciación por sangre, la naturaleza de la conversión verdadera y la base
bíblica de la seguridad— están ausentes de demasiados púlpitos. Las iglesias reducen
el mensaje del evangelio a unas pocas declaraciones doctrinales, enseñan que la
conversión es una decisión puramente humana y declaran seguridad de salvación
sobre cualquiera que pronuncia la oración del pecador.
El
resultado de esta reducción del evangelio ha tenido un enorme alcance. Primero,
endurece los corazones de los no convertidos. Pocos de los “convertidos” hoy
alguna vez se integran a la iglesia, y aquellos que lo hacen frecuentemente
caen o tienen vidas marcadas por la carnalidad. Incontables millones caminan por
nuestras calles y se sientan en las bancas de las iglesias sin ser cambiados
por el verdadero evangelio de Jesucristo, aunque estén convencidos de su
salvación porque alguna vez levantaron la mano en una campaña evangelística o
repitieron una oración.
Este
sentido falso de seguridad crea una enorme barrera que muchas veces aísla a los
individuos de escuchar el verdadero evangelio. Segundo, este evangelio deforma
a la iglesia de un cuerpo espiritual de creyentes regenerados a una reunión de
hombres carnales que profesan conocer a Dios, pero lo niegan con sus hechos.
Con
la predicación del evangelio verdadero, los hombres vienen a la iglesia sin
esperar ser entretenidos con algún espectáculo, con actividades especiales o con
la promesa de beneficios más allá de los ofrecidos por el evangelio. Aquellos
que vienen lo hacen porque tienen un profundo anhelo por Cristo y están
hambrientos por la verdad bíblica, la adoración sincera y oportunidades de
servir. Cuando la iglesia proclama un evangelio inferior, se llena de hombres
carnales que muestran poco interés por las cosas de Dios y se convierten en una
carga para la iglesia.
La
iglesia entonces baja las demandas radicales del evangelio a una moralidad
conveniente, y la verdadera devoción a Cristo da paso a actividades diseñadas
para satisfacer lo que sus miembros sienten como necesidades. La iglesia llega
a estar impulsada por actividades en vez de estar centrada en Cristo, y filtra
o empaqueta cuidadosamente la verdad de manera que no ofenda a la mayoría carnal.
La iglesia deja a un lado las grandes verdades de la Escritura y el
cristianismo ortodoxo; el pragmatismo (es decir, lo que sea que mantenga a la
iglesia funcionando y creciendo) se convierte en la orden del día.
Tercero,
este evangelio reduce el evangelismo y las misiones a poco más que un proyecto
humanístico impulsado por estrategias de mercado ingeniosas, basadas en un
cuidadoso estudio de las últimas tendencias en la cultura. Después de años de
ser testigos de la falta de poder de un evangelio no bíblico, muchos
evangélicos parecen estar convencidos de que el evangelio no funcionará y que el
hombre se ha convertido en un ser muy complejo como para ser salvado y
transformado por un mensaje tan simple y asombroso. Ahora hay más énfasis en
tratar de entender nuestra cultura caída y sus modas pasajeras que en tratar de
entender y proclamar el único mensaje que tiene el poder para salvarla.
Como
resultado, el evangelio es constantemente empacado para que se ajuste a lo que la
cultura contemporánea considera más relevante. Hemos olvidado que el verdadero
evangelio es siempre relevante a toda cultura porque es la palabra eterna de
Dios para todo hombre. Cuarto, este evangelio trae deshonra al nombre de Dios.
A través de la proclamación de un evangelio inferior, los carnales y los
inconversos se incorporan en la comunión de la iglesia, y, a través del casi
total abandono de la disciplina eclesiástica bíblica, se les permite permanecer
sin corrección o reprensión.
Esto
mancha la pureza y la reputación de la iglesia, y es blasfemado el nombre de
Dios entre los no creyentes. Al final, Dios no es glorificado, la iglesia no es
edificada, los miembros inconversos de la iglesia no son salvados y la iglesia
tiene poco o ningún testimonio para el mundo incrédulo. No es propio que
nosotros como ministros o laicos estemos tan cerca y no hagamos nada cuando
vemos “el glorioso evangelio del Dios bendito” ser reemplazado por un evangelio
de menor gloria.
Como
administradores de este encargo, tenemos la obligación de recuperar el único
evangelio verdadero y proclamarlo con valentía y claridad a todos. Haríamos
bien en prestar atención a las palabras de Charles Haddon Spurgeon:
En estos días me siento impulsado a ir,
una y otra vez, a las elementales verdades del evangelio. En tiempos de paz nos
sentimos libres de incursionar en los interesantes espacios de la verdad que
yacen en la lejanía; pero ahora debemos permanecer en casa y vigilar las
creencias fundamentales de la iglesia, defendiendo los principios básicos de la
fe. En esta época se han levantado hombres en la propia iglesia que hablan de
cosas perversas. Hay muchos que nos inquietan con sus filosofías y sus nuevas
interpretaciones, con las que ellos mismos niegan las doctrinas que dicen
enseñar y atacan la fe que ellos han prometido guardar. Es bueno que algunos de
nosotros, que sabemos lo que creemos y no tenemos significados secretos para
nuestras palabras, afinquemos nuestro pie y nos mantengamos firmes, defendiendo
la palabra de vida y declarando llanamente las verdades fundamentales del
evangelio de Jesucristo.
A
que esperamos por estudiar, conocer y amar más a nuestro Campeón y Rey
Jesucristo?
Edwing
Piñango.