1 Juan 5:6-8
EL AGUA Y LA SANGRE
“Este es el Que vino por medio de agua y sangre -Jesucristo. No fue sólo
por agua por lo que vino, sino por agua y por sangre. Y es el Espíritu el Que
testifica de esto; porque el Espíritu es la verdad; porque hay tres que
testifican, el Espíritu y el agua y la sangre, y los tres concuerdan como uno
solo”.
Al principio de su comentario sobre
este pasaje Plummer dice: " Este es
uno de los pasajes más alucinantes de la epístola, y uno de los más complicados
del Nuevo Testamento.» Sin duda, si conociéramos las circunstancias en que
Juan estaba escribiendo, y tuviéramos un conocimiento completo de las herejías
de las que estaba defendiendo a su pueblo, el sentido aparecería más claro;
pero, tal como están las cosas, no podemos hacer más que suponer. Sí sabemos bastante,
sin embargo, del trasfondo, para estar razonablemente seguros de que podemos
llegar al sentido de las palabras características de este pasaje de Juan.
Está claro que las palabras agua y
sangre en relación con Jesús tenían para Juan un significado especialmente,
místico y simbólico. En su historia de la Cruz hay un curioso par de
versículos:
«Uno de los soldados Le atravesó el
costado con la lanza, e inmediatamente salieron sangre y agua. Y el que da
testimonio de esto lo vio, y lo que dice es cierto; y él sabe que está diciendo
la verdad para que vosotros también creáis» (Jua_19:34 ).
Está claro que Juan adscribe una
importancia particular a ese incidente, y lo garantiza con un certificado de
evidencia muy especial. Para él las palabras agua y sangre en relación con
Jesús comunicaban una parte esencial del Evangelio.
El primer versículo del pasaje se
expresa oscuramente: «Este es el Que vino por medio de agua y sangre
-Jesucristo.» El sentido es que Este es el Que entró en Su mesiazgo, o Se mostró
que era el Cristo, mediante agua y sangre.
En relación con Jesús, agua y
sangre no pueden referirse nada más que a dos acontecimientos de Su vida. El
agua debe referirse a Su Bautismo. La sangre, a Su Cruz. Juan está diciendo que
el Bautismo y la Cruz de Jesús son ambos partes esenciales de Su mesiazgo. Pasa
a decir que no fue sólo por agua por lo que Él vino, sino por agua y por
sangre. Está claro que algunos decían que Jesús vino por agua, pero no por
sangre; en otras palabras: que Su Bautismo era una parte esencial de Su
mesiazgo, pero no Su Cruz. Esto es lo que nos da la clave del trasfondo de este
pasaje.
Ya hemos visto una y otra vez que
tras esta carta se trasluce la herejía del gnosticismo. Y también hemos visto
que los gnósticos, creyendo que el espíritu era totalmente bueno y la materia
totalmente mala, negaban que Dios viniera en la carne. Así es que tenían la
creencia -de la que nos habla Ireneo en relación con el nombre de Cerinto, uno
de sus principales representantes y contemporáneo de Juan- de que el Cristo
divino había descendido en el Bautismo sobre el hombre Jesús en forma de
paloma; Jesús, asociado como si dijéramos con el Cristo que había descendido
sobre Él, trajo a los hombres el mensaje del Dios que era un desconocido hasta
entonces, y vivió en perfecta virtud; pero en Getsemaní el Cristo divino Se
apartó del hombre Jesús y volvió a Su gloria, y fue solamente el hombre Jesús
el que fue crucificado en el Calvario y después resucitó. Podríamos decir más
sencillamente que Cerinto enseñaba que Jesús llegó a ser divino en Su Bautismo,
pero que esa divinidad Le dejó antes de la Cruz, y que murió como un hombre y
nada más.
Está claro que tal enseñanza
despoja la vida y la muerte de Jesús de todo su valor para nosotros. Tratando
de proteger a Dios del contacto con el dolor humano, Le excluye de la obra de
la redención.
Lo que Juan está diciendo es que la
Cruz es una parte esencial del significado de Jesús, y que Dios estuvo presente
en la muerte de Jesús exactamente lo mismo
que lo estuvo en toda Su vida.
EL TRIPLE TESTIMONIO
1Jn_5:6-8
(conclusión)
Juan pasa a
hablar del triple testimonio.
Está el testimonio del Espíritu. En
este punto Juan está pensando en tres cosas. (I) El relato del Nuevo Testamento
es claro en que en el Bautismo de Jesús el Espíritu descendió sobre Él de una
manera muy especial (Mar_1:9-11 ; Mat_3:16 s; Luc_3:21 s; Hch_10:38 ;
Jua_1:32-34 ). (II) El Nuevo Testamento es igualmente claro en que, mientras
que Juan vino a bautizar con agua, Jesús vino a bautizar con el Espíritu
(Mar_1:8 ; Mat_3:11 ; Luc_3:16 ; Hch_1:5 ; Hch_2:33 ). Vino para traer a los
hombres el Espíritu con una plenitud y poder desconocidos hasta entonces. (III)
La historia de la Iglesia Original es la prueba de que esta no fue una vana
pretensión. Empezó en Pentecostés (Hch_2:4 ), y se repitió una y otra vez en la
historia y experiencia de la Iglesia (Hch_8:17 ; Hch_10:44 ). Jesús tenía el
Espíritu, y podía dar el Espíritu a los hombres; y la continua evidencia del
Espíritu en la Iglesia era -y es- un testimonio incontestable del continuo
poder de Jesucristo.
Está el testimonio del agua. En el
Bautismo de Jesús hubo el testimonio del Espíritu descendiendo sobre Él. Fue
precisamente ese acontecimiento lo que le reveló a Juan el Bautista Quién era
Jesús. Lo que Juan quiere subrayar es que ese testimonio se mantenía en la
Iglesia Original en el Bautismo cristiano. Debemos recordar que en los orígenes
de la historia de la Iglesia el Bautismo era de adultos, ya que se trataba de
hombres y mujeres que ingresaban en la Iglesia mediante confesión de fe, porque
venían directamente del paganismo, y empezaban una vida totalmente nueva. En el
Bautismo cristiano ocurrían cosas. La persona era sumergida en el agua, y moría
con Cristo; y surgía del agua resucitada con Cristo a una nueva vida. Por
tanto, el Bautismo cristiano era un testimonio del poder continuo de Jesucristo.
Era un testimonio de que Él seguía estando vivo, y de que Él era sin duda
divino.
Está el testimonio de la sangre. La
sangre era la vida. En cualquier sacrificio, la sangre se consagraba a Dios y
sólo a Él. La muerte de Cristo fue el perfecto Sacrificio; en la Cruz derramó
Su sangre en sacrificio a Dios. La experiencia de los hombres era que el
sacrificio era eficaz y los redimía y reconciliaba con Dios dándoles la paz con
Dios. Continua y regularmente se observaba -y se observa- la Cena, la Eucaristía.
En ella se representa plenamente el sacrificio de Cristo; y en ella se da a las
personas la oportunidad, no sólo de darle gracias a Cristo por Su Sacrificio,
hecho una vez por todas, sino también de apropiarse los beneficios y de recibir
Su poder sanador. Eso sucedía en el tiempo de Juan. A la Mesa del Señor los
creyentes se encontraban con Cristo y experimentaban Su perdón y la paz con
Dios que Él traía. Y seguimos teniendo esa experiencia; y por tanto la fiesta
es un testimonio continuo del poder reconciliador del Sacrificio de Jesucristo.
El Espíritu y el agua y la sangre
se combinan para mostrar como el perfecto Mesías, el perfecto Hijo de Dios y el
perfecto Salvador a este Hombre Jesús en Quien Dios Se nos ha manifestado. El
don continuado del Espíritu, la continuada muerte y resurrección del Bautismo,
la continuada disponibilidad del Sacrificio de la Cruz a la Mesa del Señor
siguen siendo los testigos de Jesucristo.
Nota sobre 1Jn_5:7
En la versión Reina-Valera hay un
versículo que hemos omitido. Dice: «Tres son los que dan testimonio en el
cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.»
Las versiones modernas no incluyen
este texto. Véase la nota de la versión Bóver-Cantera o la nota de la Biblia de
Estudio Macarthur. Es seguro que no formaba parte del texto original.
Los Hechos son los siguientes.
Primero, que no aparece en ninguno de los manuscritos griegos anteriores al
siglo XIV. Los manuscritos clave pertenecen a los siglos III y IV, y este
versículo no aparece en ninguno de ellos. Ninguno de los primeros padres de la
Iglesia dio señales de conocerlo. La versión original de la Vulgata de Jerónimo
no lo incluye. La primera persona que lo cita es el hereje español Prisciliano,
que murió en el año 385 d C. Después se fue introduciendo gradualmente en el
texto latino del Nuevo Testamento, aunque, como hemos visto, no aparece en los
manuscritos griegos.
Entonces, ¿cómo llegó a formar
parte del texto? En su origen debe de haber sido una glosa o comentario que un
copista añadió al margen, y el siguiente pensó que estaba allí porque se había
omitido involuntariamente. Como parecía ofrecer una buena base para la doctrina
de la Trinidad, con el tiempo llegó a ser aceptado por los teólogos como parte
del texto, especialmente en aquellos días tempranos de la investigación bíblica
anterior al descubrimiento de los grandes manuscritos.
Pero, ¿cómo se mantuvo y llegó a
formar parte de la ReinaValera y otras traducciones clásicas como la Autorizada
inglesa? El primer texto del Nuevo Testamento griego que se publicó fue el de
Erasmo, en 1514, aunque el de la Biblia Políglota Complutense del cardenal
Cisneros se imprimió antes, pero no salió al público hasta después. Erasmo fue
un gran erudito; y, sabiendo que este versículo no formaba parte del texto
original, no lo incluyó en su primera edición. Pero para entonces, sin embargo,
los teólogos ya estaban usándolo. Se había incluido, por ejemplo, en la Vulgata
Latina de 1514. A Erasmo se le criticó por omitirlo. Su respuesta fue que si se
le mostraba algún manuscrito griego que lo incluyera, lo imprimiría en la
edición siguiente. Alguien le mostró un texto muy tardío y deficiente en el que
el versículo aparecía en griego; y Erasmo, fiel a su palabra pero muy en contra
de su juicio y voluntad, imprimió el versículo en su edición de 1522.
El paso siguiente fue que en 1550
Stephanus imprimió su gran edición del Nuevo Testamento griego. Esta edición de
Stephanus se llamó, mejor dicho, él mismo le dio el nombre de Textus receptus, texto tradicional, que
fue la base de la Biblia del Oso y de tantas otras traducciones clásicas y del
texto griego durante siglos. Así es como este versículo llegó a la
Reina-Valera. Por supuesto que no hay nada en él que esté mal, pero la
investigación moderna ha dejado bien claro que Juan no fue el que lo escribió,
y que es un comentario muy posterior y una añadidura a sus palabras. Y por eso
la mayor parte de las traducciones modernas lo omiten.
BIBLIOGRAFIA:
William Barclay comentario completo a Nuevo Testamento.
William Barclay fue pastor de la
Iglesia de Escocia y profesor de N.T. en la Universidad de Glasgow. Es conocido
y apreciado internacionalmente como maestro en el arte de la exposición
bíblica. Entre sus más de sesenta obras la que ha alcanzado mayor difusión y
reconocimiento en muchos países y lenguas es, sin duda, el Comentario al Nuevo
Testamento,
Muchas gracias amados hermanos, este comentario ha sido de mucha ayuda para mis estudios Bíblicos, ya que tenía duda sobre este texto 1 de Juan 5: 6 Y la aclaración con el siguiente texto, me parece íntegro que lo comentemos ya qie no añtera en nada, lo que la Biblia nos enseña acerca de la Trinidad en muchos otros versículos, nuestra preciosa BÍBLIA seguirá siendo INFALIBLE E INERRANTE.
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