miércoles, 29 de abril de 2020

ESTUDIO SOBRE FILIPENSES 4:12-13



ESTUDIO SOBRE FILIPENSES 4:12-13

Leamos el pasaje:

“(12) Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.  (13)  Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
 Flp 4:12-13 RV1960 .

El apóstol solía estar en cadenas, prisiones y necesidades, pero en todo aprendió a estar contento, a llevar su mente a ese estado, y aprovechar el máximo de eso. El orgullo, la incredulidad, el vano insistir en algo que no tenemos y el descontento variable por las cosas presentes, hacen que los hombres estén disgustados aun en circunstancias favorables.

Oremos por una sumisión paciente y por esperanza cuando estemos aplastados; por humildad y una mente celestial cuando estemos jubilosos. Es gracia especial tener siempre un temperamento mental sereno. Cuando estemos humillados no perdamos nuestro consuelo en Dios ni desconfiemos de su providencia, ni tomemos un camino malo para nuestra satisfacción. En estado próspero no seamos orgullosos ni nos sintamos seguros ni mundanos. Esta es una lección mucho más difícil que la otra, porque las tentaciones de la plenitud y de la prosperidad son más que las de la aflicción y la necesidad.

El apóstol no tenía la intención de moverlos a dar más, sino exhortarlos a una bondad que tendrá una recompensa gloriosa en el más allá. Por medio de Cristo tenemos la gracia para hacer lo que es bueno, y por medio de Él hemos de esperar la recompensa; como tenemos todas las cosas por Él, hagamos todas las cosas por Él y para su gloria.

Miremos la opinión de Tomas de Aquino:

La humildad unas veces significa cierta virtud: "el que se humilla será exaltado"; otras, abatimiento, abyección: "humillaron (apretaron) con grillos sus pies" (Sal 104,18). Y así habla aquí diciendo: "sé padecer humillaciones", esto es, soportar medidamente, como conviene, la abyección. Y porque a los hombres con las riquezas se les suben los humos, y con la pobreza se les bajan, por eso a la abundancia la llama exaltación. Y de entrambas partes hay peligro, pues con la abundancia engríese el ánimo contra Dios y con la pobreza queda deprimido. Por eso dice Salomón en los Proverbios 30: "no me des ni pobreza ni riquezas". Pero mejor lo dice el Apóstol, porque en un caso o en otro sabe gobernarse virtuosamente, y esto dondequiera, es a saber, en todo lugar, negocio, estado y condición; "estoy ya hecho a todo y lo he probado todo" (2Co 6).

- "Todo lo puedo en Aquel que me conforta". Pone la causa de su constancia diciendo: "todo lo puedo"; como si dijera: no pudiera soportar estos insultos y oprobios, a no confortarme la mano de Dios (Ez. 3; Is 40). Más, pues estás hecho a pasar necesidad, ¿por ventura te sobró de lo que te mandamos? No, porque, aunque sepa "padecer penuria", que es una virtud, no por eso han de retirarme el socorro (Rm 12; He. X). Está, pues, clara la causa.”

Dice pues: no me da miedo la pobreza, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. No hay cosa que ponga más de manifiesto la estatura de un perfecto sabio como el saber navegar con cualquier viento, (estar de temple a todas horas y en cualquier estado). Que así como el buen capitán maniobra con cualquier ejército según su condición; y el buen curtidor con cualquier cuero curte muy buenas suelas; así es perfecto el que sabe acomodarse al tiempo, de suerte que ni por estar en la cumbre se le suba, ni por yacer en lo más hondo se deprima. Por lo cual dice: "pues he aprendido" (Is 50). Bástame con lo poco si eso tengo, y si mucho, sé responder como el eco al mismo tono. Y así se explica diciendo: "sé vivir en pobreza y sé vivir en abundancia".

Pablo se acostumbró a vivir en cualquier circunstancia contento y feliz, en Cristo. “a contentarme en cualquier condición”(Versículo 11). Contentarme—El griego, lit., expresa “independiente de otros, y teniendo suficiencia en uno mismo”. Pero el cristianismo ha elevado el término por encima de la arrogante “autosuficiencia” del pagano estoico al contentamiento del cristiano, cuya suficiencia no está en sí mismo, sino en Dios (2Co_3:5; 1Ti_6:6, 1Ti_6:8; Heb_13:5; cf. Jer_2:36; Jer_45:5). Muy pocas personas -- aun en la iglesia -- han aprendido este secreto con respecto a la prosperidad y la pobreza.

Vemos en seguida la diferencia entre los estoicos y Pablo. Los estoicos decían: " Aprenderé a ser autosuficiente mediante un acto de mi propia voluntad.» Pablo decía: " Todo lo puedo arrostrar gracias al Cristo Que me infunde las fuerzas.» Para los estoicos, la autosuficiencia era un logro humano; para Pablo era un don divino. El estoico era auto-suficiente; Pablo era Dios-suficiente. El estoicismo fracasaba porque no era humano; el Cristianismo triunfa porque está enraizado en lo divino. Pablo podía arrostrar cualquier cosa, porque en toda situación tenía a Cristo; la persona que camina con Cristo puede arrostrarlo todo.

Miren el interesante punto de vista de Charles Spurgeon:

Saber en todo momento ser rico

“Hay muchos que “saben estar humillados”, pero que no han aprendido cómo “tener abundancia”. Si son colocados en la cima de una montaña se marean y caen de inmediato. El cristiano deshonra más a menudo su profesión en la prosperidad que en la adversidad.

Es peligroso ser próspero. El crisol de la adversidad es Una prueba menos severa para el creyente que el refinamiento de la prosperidad. ¡Cuánta debilidad de alma y cuánto descuido de lo espiritual nos ha venido a través de las mercedes y abundancias de Dios! Empero, no debe necesariamente ser así, pues el apóstol nos dice que él sabe cómo tener abundancia. Cuando tenía mucho, sabía cómo usarlo.

La gracia abundante lo capacitaba para poseer abundante prosperidad. Cuando su barco iba viento en popa, lo cargaba con mucho lastre, y así flotaba. Se necesita más que habilidad humana para llevar la rebosante copa de gozo mortal con mano firme. Sin embargo, el apóstol había aprendido aquel arte, pues dice: “En todo y por todo estoy enseñado, así para hartura como para hambre”. Saber cómo estar hartos es algo que solo Dios puede enseñarnos. Los israelitas estuvieron hartos una vez, pero, con la carne aún en sus bocas, la ira de Dios vino sobre ellos. Muchos han pedido bendiciones solo para satisfacer la codicia de sus corazones.

Aquellas personas que solo navegan en un barco pequeño por un lago no tienen historias que contar acerca de aventuras en el mar. Pero el que va a escribir un libro acerca de viajes largos debe viajar muy lejos de la tierra y contemplar el mar en tiempos de tormenta así como de calma. Quizá te convertirás en un cristiano experimentado; darás gran honor a Dios al ser el medio de consuelo para otros que serán probados de manera similar a como tú lo fuiste.

Te prepararás para ser un héroe y eso no puede lograrse excepto por medio de penas grandes y amargas que te sobrevengan. Creo que entre nosotros hay algunos a quienes Dios no puede confiarles mucho gozo. La cabeza se marearía si se le pone en un pináculo muy alto y se volvería orgullosa y autosuficiente y por lo tanto se destruiría. Dios no mataría a sus hijos con caramelos como tampoco lo haría con amargura. Cuando lo necesiten tendrán un tónico, pero si el tónico es tan amargo que pareciera que no pueden tomarlo y seguir viviendo, el Señor les quitará el tónico o les dará alguna dulzura deliciosa que quite todo el sabor amargo.”

CONCLUSIÓN:

En todo y por todo Pablo había aprendido el secreto, lo mismo de estar saciado que de tener hambre, lo mismo de tener abundancia que de padecer necesidad. ¿Y cómo había aprendido el apóstol esta lección? Sencillamente de esta manera: estaba confiado en que estaba en la voluntad de Dios. Sabía que, estuviese donde estuviese, o se encontrase en la circunstancia que fuese, estaba ahí por disposición divina.

Si tenía hambre, era porque Dios quería que tuviese hambre. Si estaba saciado, era porque así lo había planeado su Señor. Ocupado con fidelidad en el servicio de su Rey, podía decir: «Sí, Padre, porque así fue de tu agrado». El apóstol tenía fortaleza para soportarlo "todo" (vv.Flp_4:11-12), y esto incluía tanto las dificultades como la prosperidad en el mundo material. “En Cristo que me fortalece”. La palabra griega que se traduce "fortalece" significa "poner poder adentro". Gracias a que los creyentes están en Cristo (Gál_2:20), Él infunde en ellos su energía para sustentarlos hasta que reciban alguna provisión (Efe_3:16-20; 2Co_12:10). No tenía Pablo esta fuerza como resultado de cierta capacidad innata, ni tampoco por la excelencia de la resolución mental, sino que derivaba de su relación íntima con Cristo.


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