JUICIO A DANIEL
EL PROFETA.
PERSONAJES:
FISCAL ACUSADOR: SATANÁS
“JUEZ SUPREMO SEÑOR DE LA VERDAD”: JEHOVÁ-TSIDKENU
ACUSADO: PROFETA DANIEL.
TESTIGO ESTRELLA: JESUCRISTO
MIEMBRO DEL JURADO QUE NARRA LOS HECHOS: AMADA
P.
En un día soleado, 4:30 Pm, yo, Amada
Pérez, fui llamada para ser jurado (1 de 7 miembros) ante un juicio en el
tribunal. No era la primera vez que me llamaban, sin embargo, sentía dentro de
mí que este juicio tenía algo en particular, principalmente por el hecho de que
era la primera vez que me llamaban a un juicio por fraude.
Llego el día, del juicio, ante el
Supremo Tribunal, llegue temprano a la corte, y salude efusivamente a mis
compañeros que, al igual que yo, seriamos Jurado. Al instante cuando se
abrieron las puertas para que entrara el público, me di cuenta la gran cantidad
de personas que asistirían al juicio. Vaya vaya! –Exclamé-, parece que el
acusado es muy famoso. Pero resulta que no era el acusado el famoso. El dueño
de la fama era el fiscal acusador, conocido por todos como el “acusador
estrella”, con centenares de casos
victoriosos bajo su manga, y centenares de miles de prisioneros en sus celdas
infernales, eran pocos los que se libraban de su lengua viperina y acusadora en
el juicio. En lo particular lo conocía ya, hace años, cuando el muy miserable
intentó acusarme ante el Juez Supremo, Señor de la Verdad, de mentirosa y de
violar la “Ley”. Gracias a Dios, tuve a alguien que ya había pagado mi fianza,
por mi castigo; mi amigo Jesús. Sin embargo esa es otra historia…
Al llenarse ya el estrado, los
alguaciles, nos pidieron que nos sentáramos en el estrado del jurado. Cuando
empezaron a llegar los verdaderos protagonistas. Primeramente llegó el Fiscal
acusador, extraordinariamente vestido para la ocasión, con dos sujetos (de muy
mal aspecto) llevando toda clase de carpetas y documentos, él por supuesto no
llevaba nada en las manos, ya que quería saludar a toda la gente, que pedía con
ansias tomarse una foto con él. Hasta le pedían asesoría!
Dentro de mí me preguntaba: ¿pero
cómo la gente podría pedirle algo a ese sujeto? ¿Por qué lo aman? Si es su
principal acusador! Tarde o temprano él los acusaría, y no nada más a él le
vale el acusar, no, sino que también por medio de sus esbirros, hacer caer a
las personas en infracciones de la Ley, así él podría llenar sus celdas
infernales con sus almas, ese era su más preciado objetivo. Pero la gente
prefería dejarse llevar por sus dulces encantos, y esperar un tiempo, para que
no los acusara. Pero nunca era así.
En fin, después de saludar a
todos, se sentó con sus dos “ayudantes” para tratar de ordenar las carpetas.
Minutos después llegó el joven
Daniel, elegante, serio, en silencio, acompañado por sus amigos, Sadrac y
Abednego, con una simple carpeta, al parecer sin mucha documentación. Eso me
condujo primeramente a una mala impresión: pensé que Daniel no había preparado
su defensa adecuadamente, además que no conocía a sus amigos como abogados, por
lo que sé, sus profesiones era de “profetas” o “adoradores del Señor Verdadero”.
Pero, después sabría que había hecho una conclusión precipitada…
El Fiscal acusador, al ver sentarse a Daniel y sus amigos en el estrado de los acusados, vio rápidamente con sus ojos intrigantes la carpeta, pero, al verla, soltó una sonrisilla de autosuficiencia, y dijo entre sus “ayudantes”: -“esto será pan comido”.
En ese momento el alguacil, grito
a gran voz: “todos de pie, entra el Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad”.
Todos grandes y pequeños, nos pusimos de pie para aclamar a nuestro Juez, que
en cierto sentido, siempre lo veíamos, y lo sentíamos como nuestro Padre. En lo
particular siempre me gustaba ver al Gran Juez, lo amaba tanto! Sentía tanta
paz, tanto amor al solo verlo!. También me gustaba ver como el Fiscal acusador
se mordía la lengua y hacia su referencia hacia el Juez, hasta doblaba la
rodilla! No sin antes poner muy mala cara, el muy condenado quería esa
adoración para sí, no para el Gran Juez…
El Gran Juez Supremo, Señor de la
Verdad, tomo asiento en su silla, y pidió al alguacil, que diera comienzo al
Juicio.
El alguacil exclamo: “caso número
16-09, el señor Daniel, de nacionalidad hebrea, nacido según consta en fecha en
el siglo VI A.C…, en ese momento, se paró furibundo el Fiscal acusador y gritó:
Objeción! El acusado falsea su fecha de nacimiento!
El Gran Juez Supremo, Señor de la
Verdad, dijo: ha lugar…. Alguacil por favor diga la fecha exacta o muestre
documento de identidad. El alguacil exclamo, señor Juez Daniel no ha mostrado
su documentación.
El Fiscal acusador, sonrió
maliciosamente, al Ver que Daniel se paraba y pedía la palabra: “Señor Gran
Juez Supremo, Señor de la Verdad, lastimosamente, perdí mi documentación en el
sitio a Jerusalén por el rey Nabucodonosor, en el año 606 A.C, sin embargo,
puedo jurar por el Dios de mis padres que nací el año 620 A.C”.
El Fiscal acusador, enterró sus
ojos llenos de ira en Daniel, exclamando: Juez Supremo, no tomará una simple
juramentación como verdad?
El Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, dio
dos golpes con su martillo, calmando el cuchicheo que se escuchaba entre el
público general, y dijo: Daniel ha jurado, basado en la verdad, porque según
dice la escritura sagrada:
Dan 1:1-6 RV1960: “En el año tercero del reinado de Joacim rey
de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. (2) Y
el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios
de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y
colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios. (3) Y
dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel,
del linaje real de los príncipes,
(4) muchachos en quienes no
hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en
ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y
que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. (5) Y
les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y
del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se
presentasen delante del rey. (6) Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y
Azarías, de los hijos de Judá”.
¿En qué fecha exacta fue el sitio
de Babilonia a Jerusalén, donde el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de
Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de
Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de
su dios? Preguntó El Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad al alguacil. Éste,
dio unos pasos y busco en los archivos “del Rey de Reyes”, localizada a
espaldas de la silla del Juez Supremo. Saco un pesado libro, y hojeándolo,
exclamó: “año 606 A.C Señor Juez”. El
Gran Juez le preguntó a Daniel: cuantos años tenías tu cuando sucedieron estos
hechos? Daniel respondió: - quince su señoría-…
El Juez dijo: entonces esta
hecho, naciste en el año 620 A.C… prosiga Señor Alguacil…
El Fiscal acusador quería
interferir, seguramente, arguyendo cualquier palabrería de su malvada mente,
pero al ver el dictamen del Juez Supremo, guardo sus palabras y se sentó… el
alguacil prosiguió la apertura del expediente, “como decíamos, de nacionalidad
hebrea, acusado de fraude por el Fiscal acusador, y de ser un falso, tanto en su
fecha de nacimiento, como en la autoría del libro de “Daniel”, como de
“vaticinium ex evento”, ósea vaticinios o profecías que se escribieron después
de ocurrido el evento, en su libro”.
Al terminar el alguacil, el Gran
Juez Supremo, Señor de la Verdad, proclamo: - ¿cómo se declara el acusado?- a lo que Daniel respondió: “inocente su
señoría”. El Fiscal acusador soltó un Ja! Con un remedo de autosuficiencia,
notorio de su personalidad…
El Gran Juez, le dio la palabra
al Fiscal acusador: (el cual mostraré íntegramente, a fin de que quede para la
posteridad, la clase de patrañas y mentiras que dice y de lo que es capaz…)
- “Señor Juez, Gran Juez, estoy
aquí en este tribunal, para acusar hoy a este señor “Daniel” (hizo con las
manos seña de abrir comilla) un falso en toda regla por los delitos presentados
ya por el alguacil; sin más, dada su sabiduría Gran Juez, daré comienzo a mi
acusación:
(En ese momento, el Fiscal dio la
orden a uno de sus “ayudantes” que le pasaran unas carpetas, que se veían gruesas
con abundante documentación).
FISCAL ACUSADOR: “La autoría del libro de Daniel fue puesta en
duda desde la disputa entre San Jerónimo y el filósofo pagano Porfirio, quien
afirmaba que las profecías del libro de Daniel eran vaticinium ex eventu, ósea
vaticinios o profecías que se escribieron después de ocurrido el evento. Un
ejemplo clásico de ello, Señor Juez, es
por ejemplo el siguiente pasaje de Lucas: Lc 21:20 “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces
que su destrucción ha llegado”. Ahora sabemos que Lucas se escribió
aproximadamente en el año 90 d.C. Esto quiere decir que cuando se escribió este
pasaje, ya había ocurrido la destrucción del Templo de Jerusalén por las
legiones romanas comendadas por Tito”…
En ese momento, Abednego, amigo
de Daniel, se levantó y protestó: -Objeción Gran Juez Supremo, Señor de la
Verdad, el Evangelio de Lucas y Hechos parecen haber sido escritos alrededor
del mismo tiempo. Lucas primero, después Hechos. Combinados, constituyen una
obra de dos tomos dirigida a "Teófilo" (Luc_1:3; Hch_1:1;) dando una
historia general del establecimiento del cristianismo, desde el nacimiento de
Cristo hasta el encarcelamiento de Pablo bajo arresto en una casa en Roma
(Hch_28:30-31).
El libro de Hechos termina con
Pablo aún en Roma, lo cual lleva a la conclusión de que Lucas escribió estos
libros desde Roma durante el encarcelamiento de Pablo allí (alrededor del 60-62
d.C.). Lucas registra la profecía de Jesús de la destrucción de Jerusalén en el
70 d.C. (Luc_19:42-44; Luc_21:20-24) pero no hace mención del cumplimiento de
esta profecía, sea aquí o en Hechos. Lucas se enfocó en registrar tales
cumplimientos proféticos (cp. Hch_11:28), por esta razón es extremadamente
improbable que él escribiera estos libros después de la invasión romana de
Jerusalén. Hechos tampoco incluye mención alguna de la gran persecución que
comenzó bajo Nerón en el 64 d.C. Además, muchos eruditos establecen la fecha
del martirio de Jacobo en el 62 d.C. y si eso fue antes de que Lucas terminara
su historia, él ciertamente lo habría mencionado. Entonces, la fecha más
probable para este Evangelio es el 60 o 61 d.C. -.
- A lugar! Dijo el Gran Juez,
ofuscando al Fiscal acusador, el cual prosiguió con su acusación: “Actualmente
señor Juez, la crítica histórica le daría la razón a Porfirio, y entraremos a
detallar por qué”.
Se piensa que este señor Daniel,
fue el autor del Libro que lleva su nombre por las siguientes razones:
En las Sagradas Escrituras,
Daniel 1-6: aparece como personaje principal ambientado en la corte Babilónica.
En las Sagradas Escrituras, Daniel
7-12: está escrito en primera persona, por esto hace suponer que Daniel,
escribió los demás capítulos del Libro.
En las Sagradas Escrituras, Daniel
13-14: son las adiciones griegas del Libro o las adiciones deutero-canónicas,
iguales que los caps. 1-6, Daniel es el autor es el personaje principal.
Sin embargo afirmar que este señor, Daniel fue el autor del Libro
conlleva los siguientes problemas su señoría:
En primer lugar, tendremos
problemas de Idioma:
(El Fiscal acusador, pidió a sus
ayudantes que mostraran al público y al Gran Juez, los documentos fotografiados
de los libros y prosiguió):
“El libro de Daniel está escrito
en 3 idiomas; hebreo, arameo y griego, ya que el griego es una adición que
apareció en los LXX. Me centraré solo en el hebreo y arameo”.
En ese momento, Sadrac se levantó
y exclamó: - “Objeción su señoría no podemos decir que”…sin embargo, la lengua
ya entrenada del Fiscal Acusador fue más rápida que la de Sadrac, y gritó -por
favor! No puedes objetar nada, no he terminado mi explicación!
A lo que el Gran Juez Supremo,
Señor de la Verdad, dijo: Prosiga Fiscal… Sadrac se sentó, un poco triste…
“Continúo su Señoría”:
“Como lo podemos ver en las
imágenes mostradas por mis ayudantes, Daniel 1-2,4; 8-12 está escrito en hebreo”.
“Daniel 2,4b-7 en arameo”.
“Daniel 3,24-90 y 13-14 (que son
por demás, adiciones deutero-canónicas en griego)”.
“Es difícil defender la autoría
de una sola persona si el libro está escrito en más de un idioma (hebreo y
arameo) en conclusión, su señoría, este falso hombre no escribió ese libro”!.
El Gran Juez Supremo, Señor de la
Verdad, al ver que se sentaba el Fiscal acusador exclamó: “alguacil, pásenme la documentación presentada
por el Fiscal acusador”, el alguacil, se la dio en sus manos, y el Gran Juez la
leyó y pidió que el alguacil diera copia de ella al jurado. Seguido a esto,
dijo: -“tiene la palabra la defensa”.
Se levantó Sadrac, y dijo:
“Su señoría, nos encontramos ante
un ataque por parte del Fiscal acusador, de las Sagradas Escrituras, nuestro
amado libro de Daniel. Su escritor, que
es mi amigo, el acusado hoy en día, Daniel, es un hombre de renombrada
integridad. El libro que lleva su nombre ha gozado de amplio respeto durante
más de dos mil años. Dicho libro, una obra de historia auténtica escrita por
Daniel el acusado el día de hoy, que ejerce el cargo de profeta hebreo y que vivió
en los siglos VII y VI A.C Según la precisa cronología bíblica, el libro
comprende un período que se extiende desde alrededor del año 618 a.E.C. hasta
el 536 a.E.C., fecha en la que se terminó su escritura. No obstante, sobre él
pesa una falsa acusación. Algunas enciclopedias y otras obras de consulta financiadas
o inspiradas por el Fiscal acusador, dan a entender —o afirman categóricamente—
que es un fraude”.
Prosiguió Sadrac:
“Varios versículos indican que el
escritor claramente es Daniel (Dan_8:15; Dan_8:27; Dan_9:2; Dan_10:2; Dan_10:7;
Dan_12:4-5), cuyo nombre quiere decir: "Dios es mi Juez". Él escribió
en primera persona de manera autobiográfica del Dan_7:2 en adelante.”
El Fiscal Gritó: - Objeción, su
señoría!
“Pido al señor alguacil que lea
de los archivos del “Rey de Reyes” la Enciclopedia Británica en lo referente a
la autenticidad del Libro”:
El Gran Juez, Dijo, “a lugar,
proceda alguacil”
El alguacil, tomo el libro, y lo
leyó en voz alta:
Enciclopedia Británica: “reconocemos
que hubo un tiempo en el que “generalmente se le consideraba [al libro] de
historia auténtica y profecías verdaderas”. Pero después, afirmamos que, en
realidad, Daniel “se escribió en un período de crisis nacional más tardío,
cuando los judíos sufrían una intensa persecución a manos del rey de Siria
Antíoco IV Epífanes”. La enciclopedia sitúa la fecha del libro entre el 167 y
el 164 A.C. y afirma que su escritor no predice el futuro, sino que
sencillamente presenta “acontecimientos que para él son historia pasada como si
fueran profecías de sucesos venideros”.
-He aquí-, dijo el Fiscal
acusador dirigiéndose al público, haciendo alarde y con gestos de señalamiento
a Daniel, que estaba sentado, con una cara de apacibilidad digna de imitar, -“una
prueba irrefutable que este señor es un farsante!”-.
Sadrac, exclamó: Gran Juez,
quiero Proseguir con la defensa del acusado!
-A lugar! Prosiga la defensa!-
Dijo el Gran Juez.
Sadrac prosiguió:
“¿Cuándo empezaron las críticas
al libro de Daniel, y qué dio lugar a una crítica similar en siglos más
recientes?”
“Las críticas al libro de Daniel
no son una novedad. Se remontan al siglo III D.C., cuando un filósofo llamado
Porfirio pensó —al igual que otros muchos ciudadanos del Imperio romano— que la
influencia del cristianismo representaba una amenaza. Con el objetivo de
desacreditar aquella religión “novedosa”, escribió quince libros. En el
duodécimo dirigió un ataque directo contra el libro de Daniel, denunciándolo
como una falsificación realizada por un judío del siglo II A.C. En los siglos
XVIII y XIX se lanzaron acusaciones similares. La alta crítica y el
racionalismo, ésta última financiada y apoyada por el Fiscal acusador, juzgan imposible la profecía, es decir, la
predicción de acontecimientos futuros. El acusado se convirtió en uno de sus
blancos predilectos. En cierto modo, tanto a mi amigo Daniel como a su libro se
les sometió a juicio sin posibilidad de defenderse. Los críticos afirmaron que
había muchas pruebas de que no fue Daniel quien escribió esa obra durante el
exilio judío en Babilonia, sino alguien que vivió varios siglos después. Tantos
fueron los ataques que un escritor hasta compuso una apología titulada Daniel
en el foso de los críticos”.
Prosiguió Sadrac:
- ¿Tienen las rotundas
declaraciones del Fiscal acusador el aval de las pruebas? ¿O respaldan estas a
la defensa? La cuestión es de primordial importancia, pues no solo está en la
balanza el prestigio de esa obra antigua, sino también nuestro porvenir. Si el
libro de Daniel es un fraude, sus promesas para el futuro de la humanidad no
son más que palabras vacías. Si, por el contrario, contiene profecías
auténticas, sin duda querrá saber cuál es su significado para nosotros hoy. Con
esas ideas presentes, examinaremos y nos defenderemos de todas las acusaciones hechas
por el Fiscal acusador hoy, de las que ha sido objeto Daniel.
“En referencia a la acusación de
los tres idiomas distintos, mi compañero Abednego expondrá lo siguiente”:
Palabras de Abednego:
- “Su señoría, el libro de Daniel
se terminó de escribir hacia el año 536 a.E.C. Se redactó en hebreo y arameo, e
incorpora algunas palabras griegas y persas. Esta mezcla de idiomas no es
frecuente en las Escrituras, pero tampoco insólita. El libro bíblico de Esdras
se escribió también en hebreo y arameo. No obstante, algunos críticos alegan
que el uso que da el autor de Daniel a esos idiomas demuestra que la escritura
data de una fecha posterior al 536 a.E.C. Se cita frecuentemente el argumento
de uno de ellos, según el cual la presencia de palabras griegas en Daniel exige
una fecha posterior de redacción. Afirma que el hebreo apoya tal fecha tardía y
el arameo, cuando menos, la permite, y que esta incluso podría ser tan reciente
como el siglo II A.C”.
“Sin embargo, no todos los
lingüistas comparten esta opinión. Algunas autoridades en la materia han
comentado que el hebreo que se utilizó en Daniel es parecido al de Ezequiel y
Esdras, y distinto al de Eclesiástico y otras obras apócrifas posteriores. En
cuanto al uso del arameo en Daniel, pongamos por caso dos documentos que se
hallaron entre los Rollos del mar Muerto. Están escritos también en arameo y
datan de los siglos I y II a.E.C., es decir, no mucho tiempo después de la
supuesta falsificación de Daniel. Ahora bien, los expertos han observado que
hay una marcada diferencia entre el arameo de esos documentos y el de Daniel.
De ahí que algunos de ellos hayan indicado que este último debe ser varios
siglos más antiguo de lo que sus críticos aseguran.
-“Objeción su señoría”!- vociferó el Fiscal acusador: -esto nos es un
problema de lingüística!-
- NO PROCEDE!- Dijo el Gran Juez
Supremo, Señor de la Verdad, -prosiga por favor la defensa!
Siguió Abednego:
¿Qué podemos decir de las
“problemáticas” palabras griegas de Daniel? Se ha descubierto que algunas de
ellas no son griegas en absoluto, sino persas. Las únicas palabras que aún se
cree que son griegas son los nombres de tres instrumentos musicales. ¿Realmente
exige la presencia de esas tres palabras una fecha posterior para Daniel? De
ningún modo. Los arqueólogos han descubierto que la cultura griega ya ejercía
su influencia varios siglos antes de que Grecia se convirtiera en una potencia
mundial. Además, en el supuesto de que el libro de Daniel se hubiera redactado
durante el siglo II A.C, cuando la cultura y la lengua griegas eran
universales, ¿contendría apenas tres palabras en ese idioma? No sería lógico.
Lo más probable es que hubieran sido muchas más. Por lo tanto, el aspecto
lingüístico en realidad respalda la autenticidad de Daniel.
-“Es todo su señoría”-, y se
sentó Abednego, mirando al Fiscal, el cual, puedo decir yo, Amada Pérez,
sentada en el jurado, le respondía la mirada con un poco de nerviosismo.
-“Tiene la palabra el Fiscal
acusador”-
El Fiscal acusador, se levantó y
empezó su segunda acusación:
“Tomemos, por ejemplo, la
imputación que hace The Encyclopedia Americana: “Muchos detalles históricos de
los períodos más tempranos [como el del exilio en Babilonia] aparecen
gravemente distorsionados” en el libro de Daniel. ¿Es cierto eso? Veamos, uno
por uno, tres supuestos errores:
Dn 1,1-2. En el año tercero del
reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén,
y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de
los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de
su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.
El tercer año del reinado de
Joacim sería el 606 a.C, pero Nabucodonosor fue rey en el 605 a.C y Jerusalén
fue sitiada en el 597 a.C, poco después de morir Joacim. Por tanto este es un
error histórico , el autor probablemente se basó en 2 Re 24,1 , donde se
menciona el vasallaje del Rey Joacim y la deportación de Joacim a Babilonia
durante 3 años junto con los utensilios del Templo en 2 Cr 36,5-7.
Dn 5,1-2. El rey Belsasar hizo un
gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino.
Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata
que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que
bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.
En el texto masorético es
bélsa'ssar y en los LXX es Baltasar, Belsasar fue el hijo del último rey
babilónico, Nabonid y como príncipe asistió en el gobierno de su Padre pero
nunca fue rey, prueba de ellos es que nunca celebró el festival del Año Nuevo
en Babilonia, que era un derecho exclusivo del rey en los años en que Nabonid
estuvo ausente en la capital. El pasaje presenta a Belsasar como hijo de
Nabucodonosor, cuando en realidad fue su abuelo.
Dan 9:1 En el año primero de
Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el
reino de los caldeos, Darío el medo no es un personaje histórico, el autor probablemente
se refiere a Darío I, quien no fue hijo de Asuero sino su padre, ( Asuero es
Jerjes).
Son debido a estas razones que
actualmente los exegetas descartan a Daniel como autor del libro ya que si
Daniel hubiera escrito el libro no hubiera incurrido en varios errores
históricos además de haberlo escrito en un solo idioma y como detalle en los
artículos anteriores debido al contexto histórico de las visiones del libro se
ajusta más al periodo de la rebelión Macabea”.
Terminado este discurso, el
Fiscal acusador, se dirigió al estrado del Jurado y dijo estas palabras:
-“Miembros del Jurado, ante estas
pruebas irrefutables, he expuesto a este charlatán a lo que es realmente. Un
experto en fraude, falso profeta y mentiroso, engañador y embustero, que da falsas
esperanzas a la gente de un futuro que no es ni será jamás. El hombre labra su
propio destino”-
Y concluyó, esta vez dirigiéndose
al Gran Juez: -“su señoría, espero que esta vez no haya nada ni nadie que pague
su deuda, y mucho menos que muera por él. Exijo que la pena sea, la humillación
y que, en cada libro de Daniel impreso en la tierra, sean puestas estas
palabras: “Falso Profeta, que nació
después de suceder estos hechos descritos en este libro, haciendo vaticinium ex
evento”.-
El fiscal acusador, terminado su
largo discurso, les hizo señas a sus ayudantes para que entregaran copia de los
documentos al Jurado y al Gran Juez Supremo Señor de la Verdad, levantando gran
aplauso entre el público que lo admiraba.
El gran Juez, golpeo el martillo
dos veces y pidió silencio a la audiencia, seguido a esto, tomo la palabra y
dijo:
-“Debo aclararle al Fiscal
acusador, que el que determina la condena soy yo, y no usted-, tiene la palabra
la defensa”
El Fiscal acusador hizo una mueca
como de desaprobación pero no dijo nada, sabia dentro de sí que el Juez Supremo
tenía razón, así que hizo como que no había escuchado.
Se levantó Abednego y dijo estas
palabras:
“Daniel escribió que Belsasar,
“hijo” de Nabucodonosor, era quien reinaba en Babilonia cuando la ciudad cayó
(Daniel 5:1, 11, 18, 22, 30). Los críticos atacaron durante mucho tiempo esta
afirmación, pues el nombre de Belsasar no aparecía en ningún lugar aparte de la
Biblia. Los historiadores de la antigüedad pensaban, más bien, que Nabonido, un
sucesor de Nabucodonosor, fue el último rey de Babilonia. Por consiguiente, en
1850 Ferdinand Hitzig dijo que Belsasar era obviamente un producto de la
imaginación del escritor. ¿No le parece esa conclusión un tanto precipitada? Al
fin y al cabo, ¿constituiría el hecho de que no se mencionara a ese rey una
verdadera prueba de que nunca existió, máxime tratándose de un período del que
se reconoce que hay muy poca documentación histórica? Pues bien, en 1854 se
desenterraron unos cilindros pequeños de arcilla en las ruinas de la antigua
ciudad babilónica de Ur, en lo que ahora es el sur de Irak. Entre esos
documentos cuneiformes del rey Nabonido figuraba una oración por
“Bel-sar-ussur, mi hijo mayor”. Hasta los críticos tuvieron que admitirlo: se
trataba del Belsasar que aparece en el libro de Daniel.”
En ese momento se levantó el
Fiscal y grito lleno de ira: -“Objeción su señoría este hombre… Pero el Juez
con un martillazo y una seña con la mano, obligo al Fiscal a sentarse de nuevo,
-“prosiga por favor”- Dijo el Juez Supremo.
Prosiguió Abednego:
“Aun así, no se dieron por
satisfechos. “Eso no prueba nada”, escribió uno de ellos, H. F. Talbot. Este
alegó que era posible que el hijo al que la inscripción aludía no fuera más que
un niño, en tanto que Daniel lo presenta como un rey en el poder. Sin embargo,
solo un año después de publicarse los comentarios de Talbot, se desenterraron
más tablillas cuneiformes que indicaban que Belsasar disponía de secretarios y
servidumbre. Evidentemente, no era ningún niño. Otras tablillas zanjaron
definitivamente la cuestión, pues revelaron que Nabonido se ausentaba de
Babilonia por períodos de varios años, durante los cuales “confiaba el reino”
de Babilonia a su hijo mayor (Belsasar). En esas ocasiones Belsasar era rey en
funciones, corregente con su padre”.
El Juez Supremo dijo:
-“Ahora sí, Fiscal acusador,
puede hablar”-
El Fiscal acusador dijo: -“ante
lo dicho por la defensa, en mi entender no prueba nada ya que no responde estas
preguntas. ¿En qué sentido pudo decir Daniel que Belsasar era el hijo de
Nabucodonosor? b) ¿Por qué se equivocan los críticos al afirmar que Daniel ni
siquiera dejó entrever la existencia de Nabonido?.
Abednego respondió:
-“Ciertamente, hay todavía
disconformes, algunos críticos protestan porque la Biblia no llame a Belsasar
el hijo de Nabonido, sino de Nabucodonosor, e insisten en que Daniel ni
siquiera dejó entrever la existencia de Nabonido. Pero ambas objeciones se
desmoronan al examinarlas. Al parecer, Nabonido se casó con la hija de
Nabucodonosor, lo que haría de Belsasar el nieto de este. Ni en hebreo ni en
arameo existen las palabras abuelo o nieto; hijo de puede significar “nieto de”
o hasta “descendiente de” (compárese con Mateo 1:1). Además, el relato bíblico
nos permite identificar a Belsasar como el hijo de Nabonido. Aterrorizado por
la premonitoria escritura en la pared, Belsasar, en su desesperación, ofreció
el tercer lugar del reino al que lograra descifrar aquellas palabras (Daniel
5:7). ¿Por qué el tercero y no el segundo? De la oferta se deduce que el primer
y el segundo lugar ya se hallaban ocupados. En efecto, lo estaban: por Nabonido
y por su hijo Belsasar”.
(En este momento dentro de mí,
presentía que estaba a punto de darse una batalla entre los “abogados” de
Daniel y el Fiscal acusador, éste pidió una carpeta gruesa la hojeó y pidió la
palabra ante el Juez Supremo).
Fiscal acusador: -“¿Por qué
contiene el relato de Daniel más pormenores sobre la monarquía babilónica que
el de otros historiadores de la antigüedad? Y otra pregunta, ¿Quién fue, según
Daniel, Darío el medo, pero qué se ha dicho de él?
Sadrac se levantó y dijo: -“la
mención que hace Daniel de Belsasar no prueba que se ‘distorsionaron
gravemente’ los hechos históricos. Al contrario: aunque no pretendía escribir
la historia de Babilonia, Daniel nos presenta un cuadro más detallado de la
monarquía babilónica que los historiadores antiguos, como Heródoto, Jenofonte o
Beroso. ¿Por qué pudo Daniel consignar los hechos que ellos omitieron? Porque
él estaba allí, en Babilonia. Su libro es la obra de un testigo ocular, no la
de un impostor de siglos posteriores”.
En base a la segunda pregunta: “Daniel
nos dice que tras la caída de Babilonia comenzó a gobernar un rey llamado
“Darío el medo” (Daniel 5:31).
En ese momento se levantó el
Fiscal acusador y grito -es falso! La Enciclopedia Británica afirma que este
Darío es “un personaje ficticio! Salido de la mente de este impostor!.-
Sadrac lo miró y replicó: “Puesto
que ni en fuentes históricas ni arqueológicas se ha encontrado aún ninguna
alusión a Darío el medo,” ¿Por qué deberían los críticos de la Biblia
informarse mejor antes de declarar rotundamente que Darío el medo jamás
existió? Mencionaré al menos una posibilidad respecto a la identidad de Darío
el medo y las pruebas que la respaldan.
Algunos eruditos han sido más cautos
que el Fiscal acusador. Saben que en un tiempo los críticos también tildaron a
Belsasar de “ficticio”. Es de esperar que suceda algo similar en el caso de
Darío. Las tablillas cuneiformes ya han revelado que Ciro el persa no asumió el
título de “Rey de Babilonia” inmediatamente después de la conquista. Un
investigador apunta: “Quien ostentó la designación de ‘Rey de Babilonia’ era un
rey vasallo de Ciro, no el propio Ciro”. ¿Podría ser Darío el nombre o título
de gobernante de un poderoso dignatario medo al que se dejó a cargo de
Babilonia? Hay quienes se inclinan a pensar que Darío fue un tal Gubaru a quien
Ciro nombró gobernador de Babilonia y que, según confirman los anales seglares,
tuvo mucho poder. Una tablilla cuneiforme indica que Gubaru designó
subgobernadores sobre Babilonia. Es de interés que Daniel explique que Darío
nombró a 120 sátrapas para gobernar el reino de Babilonia (Daniel 6:1)”.
El Fiscal acusador preguntó: -“¿Qué
razón lógica pudiera explicar por qué se menciona a Darío el medo en el libro
de Daniel, pero no así en las crónicas seglares? Responda!-
Abednego contestó: “Puede que con
el tiempo salgan a la luz más pruebas concretas sobre la identidad exacta de
este rey. En todo caso, el aparente silencio de la arqueología a este respecto
no es motivo para que se tache de “ficticio” a Darío, y mucho menos para que se
descarte todo el libro de Daniel por fraudulento. Es mucho más razonable
considerar que el relato de Daniel es la declaración de un testigo presencial,
más detallada que las crónicas seglares que han llegado hasta nosotros”.
Mi conclusión su Señoría, Es que
es muy posible que Darío no sea un nombre, sino un título honorífico para Ciro,
quien al lado de su ejército entró a Babilonia el 29 de octubre de 539 a.C. Se
emplea en varias inscripciones para hacer referencia a por lo menos cinco reyes
persas. La historia no menciona a un individuo específico que se llamó Darío de
Media. En Dan_6:28 pudo traducirse "el Darío de Media, quien es también
Ciro de Persia". Una posibilidad menos probable es que Darío sea otro
nombre de Gubaru, el rey designado por Ciro para gobernar la parte de su
imperio que incluía Babilonia. Este Gubaru (o Gobiras) no debe confundirse con
Ugbaru el general, quien murió poco después de conquistar Babilonia”-.
El Fiscal acusador, pidió la
palabra y le preguntó directamente a Daniel: -“¿Por qué no existe ninguna
discrepancia entre tu Libro de Daniel y Jeremías respecto a los años del
reinado de Joacim?-
Daniel se paró y con voz fuerte
respondió al Fiscal acusador: -“en mi
libro de Daniel 1:1 dice: “En el año tercero de la gobernación real de Joacim
el rey de Judá, Nabucodonosor el rey de Babilonia vino a Jerusalén y procedió a
ponerle sitio”. Los críticos señalan falsamente que hay un error en este texto porque
al parecer discrepa de Jeremías, quien dice que el cuarto año de Joacim fue el
primero de Nabucodonosor (Jeremías 25:1; 46:2). ¿Contradijo mi libro de Daniel
a Jeremías? La cuestión se resuelve fácilmente con más elementos de juicio. En
el año 628 a.E.C., el faraón Nekó proclamó rey a Joacim, y este se convirtió en
un simple títere de aquel gobernante egipcio. Esto sucedió unos tres años antes
de que Nabucodonosor sucediera a su padre en el trono de Babilonia (624
a.E.C.). Poco después, en 620 a.E.C., Nabucodonosor invadió Judá y convirtió a
Joacim en un rey vasallo de Babilonia (2 Reyes 23:34; 24:1). Para un judío que
viviera en Babilonia, el “tercer año” del rey Joacim habría sido el tercer año
de su vasallaje a Babilonia. Yo escribí desde esa óptica. Jeremías, en cambio,
escribió desde el punto de vista de los judíos que moraban en la misma
Jerusalén, así que fijó el comienzo del reinado de Joacim en el momento en que
el faraón Nekó lo hizo rey”.
-Por lo tanto-, siguió Daniel, -“las supuestas discrepancias
solo refuerzan la prueba de que yo, Daniel escribí mi libro en Babilonia
mientras me contaba entre los judíos exiliados. Sin embargo, en la
argumentación del Fiscal acusador contra mi libro de Daniel, su Señoría, hallo otra enorme brecha. Recordemos que yo
tenía a mi alcance el libro de Jeremías, y que incluso me referí a él (Daniel
9:2). Si yo fuera un hábil falsificador según aducen los críticos y el Fiscal
acusador, ¿me hubiera arriesgado a contradecir a una fuente tan respetada como
Jeremías, y además, en el mismo primer versículo de su libro? Por supuesto que
no”-.
(En ese instante la cara del
Fiscal acusador estaba roja de ira y odio contra Daniel. La extraordinaria
explicación dada, por él mismo, había desarticulado sus falsos planes, a todas
luces se veía expuesto ante el público y ante nosotros, el Jurado).
El gran Juez Supremo, pidió un
receso de quince minutos, a fin de dar concluido la primera parte del caso.
Yo, Amada Pérez, quise preguntar
a mis compañeros del Jurado que opinaban sobre el caso. Casi en su mayoría,
para mi sorpresa se inclinaban a por la tesis del Fiscal, que el libro de
Daniel era un fraude. Yo les explicaba que no, ya que las pruebas estaban
expuestas y refutadas por la defensa claramente, pero pensaban: -“esto de las profecías, me parece muy irreal,
e increíble”-. Era inaudito lo que escuchaba….
Al pasar los quince minutos, el
Juez reabrió el juicio y dio la palabra al Fiscal acusador:
-“¿Prueban los factores externos
que Daniel sea una falsificación? ¿Qué afirman los críticos en cuanto al lugar
que Daniel ocupa en el canon de las Escrituras Hebreas?
Uno de los argumentos que con más
frecuencia se esgrimen contra el libro de Daniel tiene que ver con el lugar que
ocupa en el canon de las Escrituras Hebreas. Los rabinos de la antigüedad
agruparon los libros de estas en tres secciones: la Ley, los Profetas y los
Escritos. A Daniel no lo situaron con los Profetas, sino con los Escritos. Ese
es un indicio de que el libro no debía de conocerse para el tiempo en que se
recopilaron las obras de los demás profetas, y supongo que se le incluyó en los
Escritos debido a que estos se recopilaron más tarde.-
Abednego contesto:
-No todos los biblistas coinciden
en que los antiguos rabinos dividieran el canon de una forma tan rigurosa o en
que excluyeran a Daniel de los Profetas. Pero aunque los rabinos lo hubieran
catalogado entre los Escritos, ¿probaría ese hecho que el libro data de una
fecha posterior? De ningún modo. Prestigiosos eruditos han propuesto varias
razones por las que los rabinos pudieron excluirlo de los Profetas. Por
ejemplo, quizá lo hicieron porque les ofendiera o porque consideraran a Daniel
un profeta distinto a los demás por haber ocupado un puesto en la
administración de un país extranjero. Sea como fuere, lo verdaderamente
importante es que los judíos de la antigüedad sentían un profundo respeto por
el libro de Daniel y lo tenían por canónico. Además, las pruebas indican que el
canon de las Escrituras Hebreas quedó completo mucho antes del siglo II A.C. Y
no se admitieron incorporaciones posteriores, ni siquiera las de algunos libros
escritos durante dicho siglo-.
El Fiscal acusador rebatió:
-“Todos aquí sabemos Cómo se ha
utilizado el libro apócrifo de Eclesiástico contra el libro de Daniel, y
demuestra que el razonamiento tiene base”-.
Sadrac contestó:
-“Resulta irónico que una de
estas obras posteriores que se descartaron como inspiradas por Dios, se haya
utilizado contra el libro de Daniel. El libro apócrifo de Eclesiástico, de
Jesús Ben Sirá, se cree que data de alrededor del año 180 A.C. Los críticos
gustan de señalar que Daniel no figura en la larga relación de hombres justos
que aparece en el libro, por lo que razonan que en aquel entonces no se le
conocía. Este argumento goza de amplia aceptación entre los especialistas. No
obstante, pensemos en lo siguiente: esa misma lista omite a Esdras y Mardoqueo
(a quienes los judíos de después del exilio tenían por héroes), al buen rey Josafat
y al recto Job; de todos los jueces, solo incluye a Samuel. ¿Calificaremos de
ficticios a todos esos personajes debido a que no se encuentran en una lista
que no pretende ser completa y que se halla en un libro no canónico? Es
ridículo siquiera pensarlo.-
El Gran Juez Supremo tomo la
palabra y dijo: -“ya expuestas las dos partes, me gustaría que expusieran sus
puntos finales”.-
Daniel se levantó y tomó la
palabra:
-Señor Gran Juez, mi conocimiento
de los pormenores de la antigua Babilonia constituye una prueba convincente de
la historicidad de mi relato. Por ejemplo, Daniel 3:1-6 nos dice que
Nabucodonosor erigió una enorme estatua para que todo el pueblo la adorara. Los
arqueólogos han descubierto pruebas de que ese monarca fomentó las prácticas
nacionalistas y religiosas entre sus súbditos. De igual modo, en el libro de Daniel
se refiere a la jactancia de Nabucodonosor por sus logros arquitectónicos
(Daniel 4:30). Los arqueólogos no han podido confirmar sino hasta fechas
recientes que Nabucodonosor fue, efectivamente, el promotor de gran parte de
las edificaciones de Babilonia. Tal era su engreimiento, que incluso mandó
estampar su nombre en los ladrillos. Quienes critican mi libro de Daniel no
pueden explicar cómo un supuesto farsante del tiempo de los macabeos (167-63
A.C) pudo saber de esas construcciones unos cuatro siglos después de que se
erigieron, y mucho antes de que la arqueología las sacara a la luz.
Mi libro de Daniel revela
asimismo algunas diferencias fundamentales entre la ley babilónica y la
medopersa. Por ejemplo, en conformidad con la ley babilónica, se arrojó a los
tres compañeros de Daniel a un horno ardiente por no someterse al mandato del
rey. Unas décadas más tarde, se me echó a mí mismo al foso de los leones por
negarme a acatar una ley persa que violaba mi conciencia (Daniel 3:6; 6:7-9).
Hay quienes han intentado desacreditar el relato del horno ardiente
calificándolo de legendario, pero los arqueólogos han descubierto una carta
babilónica de la época que menciona de modo específico esa forma de castigo.
Para los medos y los persas, en cambio, el fuego era sagrado, así que estos
optaron por otros métodos despiadados de tortura. De ahí que la referencia al
foso de los leones no nos sorprenda.-
En ese momento se escuchó una
risa maquiavélica en la corte. Era el Fiscal acusador, que, entre risas
preguntó: -¿Qué contraste entre las legislaciones babilonia y medopersa se pone
de manifiesto en el falso libro de Daniel?-
Daniel contestó: -“yo muestro que
Nabucodonosor tenía la potestad de promulgar y cambiar decretos a su antojo,
pero Darío no podía hacer nada para modificar ‘las leyes de los medos y los
persas’, ni siquiera las que él mismo había aprobado (Daniel 2:5, 6, 24, 46-49;
3:10, 11, 29; 6:12-16). Ante esto me gustaría señalar lo dicho por el
historiador John C. Whitcomb, quien escribe: “La historia antigua corrobora
esta diferencia entre Babilonia, donde la ley estaba sujeta al rey, y
Medopersia, donde el rey estaba sujeto a la ley”.
El Fiscal acusador pidió la
palabra y preguntó: -¿Qué pormenores del
banquete de Belsasar reflejan que Daniel conocía por experiencia propia las
costumbres babilónicas? No muestra nada este falso!-
Sadrac le respondió: -“El sobrecogedor relato del banquete de
Belsasar, que se halla en el capítulo 5 de Daniel, proporciona muchos detalles.
Parece ser que los invitados empezaron a comer con alegría y a beber en
abundancia, puesto que se hacen varias referencias al vino (Daniel 5:1, 2, 4).
De hecho, en relieves escultóricos de banquetes similares es lo único que se ve
consumir a los invitados. Es evidente, pues, que el vino era muy importante en
esas celebraciones. Daniel también menciona la presencia de mujeres en el
banquete: las esposas secundarias y las concubinas del rey (Daniel 5:3, 23). La
arqueología confirma esta característica de las costumbres babilónicas. Tanto
los judíos como los griegos del período macabeo consideraban inaceptable la
idea de que las esposas se unieran a los hombres en los banquetes. Tal vez sea
esta la razón por la que las versiones más antiguas de la traducción Septuaginta
griega omitan la referencia a aquellas mujeres. Ahora bien, el supuesto
falsificador del libro de Daniel habría vivido en el mismo ambiente cultural
helenizado (griego) que produjo la Septuaginta, y posiblemente hasta en la
misma época”.-
A lo que el Fiscal replicó: -¿Cuál es la explicación más lógica según
ustedes, de que Daniel tuviera un conocimiento personal de la época del
destierro en Babilonia, así como de las costumbres de aquel entonces?-.
Abednego contestó:
-A la vista de esos detalles,
cuesta entender que la Enciclopedia Británica, y los críticos afirmen que el
autor del libro de Daniel solo tenía un conocimiento “superficial e inexacto”
de los tiempos del exilio. ¿Cómo podía un farsante de siglos posteriores
conocer tan a fondo las costumbres antiguas de Babilonia y Persia? Recordemos,
asimismo, que los dos imperios habían caído mucho antes del siglo II A.C. Al
parecer, en aquellos tiempos no había arqueólogos ni tampoco los judíos de la
época se preciaban de conocer la cultura y la historia de otras naciones. Solo
el profeta Daniel, testigo presencial de la época y de los sucesos que relata,
pudo escribir el libro bíblico que lleva su nombre.
El Fiscal pidió la palabra y
Dijo: -“no hay testimonios externos que avalen este libro de Daniel, por ende
es falso, y fue escrito después de suceder los hechos, las pruebas son
indudables”.-
Sadrac replicó: - “el Fiscal dice
mentiras grandes aquí su Señoría y miembros del jurado. Me gustaría que volvamos
a los aspectos positivos de la cuestión. Se ha dicho que ningún otro libro de
las Escrituras Hebreas está tan corroborado como el de Daniel. A modo de
ejemplo, el célebre historiador judío Josefo atestigua su autenticidad, pues
indica que cuando Alejandro Magno llegó a Jerusalén en su ofensiva contra Persia
en el siglo IV A.C, los sacerdotes judíos le enseñaron una copia del libro de
Daniel. El propio Alejandro Magno comprendió que las palabras proféticas de
Daniel que se le señalaron se referían a su propia campaña militar contra
Persia. Este hecho habría ocurrido un siglo y medio antes de la “falsificación”
que suponen los críticos. Por supuesto, estos han atacado el mencionado pasaje
de Josefo y su alusión al cumplimiento de algunas profecías de Daniel. Sin
embargo, como dijo el historiador Joseph D. Wilson, “es probable que Josefo
supiera más al respecto que todos los críticos del mundo”.-
“Les tengo otra prueba, ante
ustedes, y son los Rollos del Mar Muerto. El descubrimiento de los Rollos del
mar Muerto en las cuevas de Qumrán (Israel) ratificó todavía más la
autenticidad del libro de Daniel. Entre los hallazgos que salieron a la luz en
1952 figura una cantidad sorprendentemente elevada de rollos y fragmentos del
mismo. Se ha determinado que el más antiguo data de finales del siglo II A.C,
de lo que se desprende que en esa fecha temprana el libro de Daniel ya era
popular y muy respetado. The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible
señala: “Debe desestimarse ya la época macabea al fijar la antigüedad de
Daniel, aunque solo sea porque no permite suficiente tiempo entre la escritura
del libro de Daniel y la aparición de copias de este en la biblioteca de una
secta religiosa macabea”.-
El Fiscal respondió: -no hay
ninguna prueba antigua de que Daniel vivió durante el destierro en Babilonia y
era muy conocido ya en aquella época!-.
Abednego respondió: -“claro que
si contamos con pruebas. Contamos con un testimonio mucho antiguo y fidedigno.
Ezequiel fue un contemporáneo de Daniel y también profeta en la época del
destierro en Babilonia. Su libro menciona a Daniel por nombre en varias
ocasiones (Ezequiel 14:14, 20; 28:3). Esas referencias demuestran que a Daniel
ya se le conocía incluso durante su propia vida (siglo VI A.C.) como alguien
justo y sabio, digno de que se le mencionara junto a hombres piadosos como Noé
y Job.-
ES TODO SU SEÑORÍA.
El Fiscal rabioso ya, ante una
posible derrota hizo un último intento por derrotar a Daniel. Pidió la palabra para concluir ante
el Gran Juez y dijo:
-“Todos sabemos lo falso y
mentiroso que eres Daniel, si hubieras sido un verdadero profeta, de esos que
una vez que otra manda para mal nuestro ese Dios, habrías profetizado sobre los
últimos tiempos y ese mismo Dios habría corroborado con su palabra lo dicho en
tu libro, ante esto, no tienes nada que decir ni que contestar… jajajaja!-.
(Increíblemente, ante su risa, la
defensa de Daniel, sus amigos Sadrac y Abednego estuvieron en Silencio, no
hallaban como responderle al fiscal acusador!)
Pero Daniel se levantó y dijo: -“quiero llamar al estrado, ante esta falsedad
y calumnia sin igual, a JESUCRISTO REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.-
Todo el público se levantó de
estupor y temor, el Juez alzo sus ojos y accedió a que el alguacil, abriera la
puerta del tribunal para que entrara el “mayor testigo que ha tenido el mundo”…
En ese momento vi la cara del
Fiscal, quien ya se había enfrentado a Jesús en innumerables juicios
anteriores, (incluido el mío) y había resultado vencido, pero de forma
humillante, ante el Cordero de Dios. Su cara era de un poema, no hallaba que
hacer si huir o inclinarse… o sentarse!.
Todo lo contrario de la cara de
Jesucristo entrando al estrado, seguro, firme, apacible, lleno de paz, y
firmeza, se parecía tanto al Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad!, es más
dentro de mi sabía que eran iguales y uno solo…
Jesús entro y se paró delante del
fiscal, que yacía de pie estupefacto al ver a Jesús.
El alguacil dijo a gran voz: -“Escuchemos
por último al mayor de todos los testigos que avalan la autenticidad de Daniel:
el propio Jesucristo”.-
El Fiscal acusador, tartamudeando
se acercó al Juez y replicó: -“Juez Supremo este testigo no fue invitado”-; a
lo que el Gran Juez le contesto: -“y ¿cómo no va a ser invitado? Jesús se
refirió a “Daniel el profeta” y a una de sus profecías (Mateo 24:15; Daniel
11:31; 12:11).-
PALABRAS DE JESUS:
- “Su Señoría, miembros del
Jurado, público en general que está el día de hoy en este tribunal, si la
teoría macabea de los críticos fuera cierta, también lo sería una de estas dos
afirmaciones: o esa falsificación me engañó a mí, Jesús, o yo nunca dije las
palabras que Mateo puso en su evangelio. Ninguna de estas opciones es posible.
El Evangelio de Mateo es fidedigno. El apóstol Pablo escribió: “Toda la
Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16). Por lo tanto, si Daniel
fue un fraude, entonces Pablo también lo fue. ¿Podría yo, Jesús estar engañado?
Difícilmente, ya que yo existía en el cielo cuando el libro de Daniel se
escribió. Incluso dije: “Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido” (Juan 8:58). De
todos los seres humanos que han vivido, A mí sería a quien mejor podríamos
preguntar respecto a la autenticidad de Daniel”.
“Yo soy el camino la verdad y la
vida. Mi resurrección de los muertos, y la tumba vacía, demuestran que todo lo
que dije, reflejado en gran parte en los evangelios, tiene el sello, el imprimatur divino. Yo no vi necesario
hasta el día de hoy mostrarme ante ustedes en este tribunal. Como hemos visto,
el testimonio de mi siervo Daniel, y sus pruebas presentadas ante la corte hoy,
no podría estar más claro. Pero quiero aclarar un punto especial”….
Prosiguió Jesucristo: - “en el
mismo momento de mi bautismo, en ese instante, se dio cumplimiento a una
profecía de Daniel relativa a sesenta
y nueve semanas de años (Daniel 9:25, 26; véase el capítulo 11 de este libro).
Incluso si la teoría expuesta por el Fiscal acusador, de la fecha tardía, como
podríamos llamarla, estuviera en lo cierto, el escritor de Daniel todavía
hubiera conocido el futuro con unos doscientos años de antelación. Es evidente
que Dios no inspiraría a un farsante para que pronunciara profecías auténticas
con un nombre falso”.
“Las personas fieles a Dios, mis
ovejas fieles, aceptan de todo corazón mi testimonio. Aunque todos los
entendidos y críticos del mundo se aliaran para denunciar a Daniel, mi
testimonio los desmentiría, pues YO SOY “el testigo fiel y verdadero” (Apocalipsis
3:14).-
El Fiscal acusador, gritó (esta
vez con la voz un poco insegura) - Objeción! No es convincente lo dicho por
Jesús!-
A lo que Jesús contestó: -“Ni
siquiera mi testimonio les basta a muchos críticos y enemigos de la Biblia.
Tras un examen minucioso de la cuestión, uno no puede menos que preguntarse si
jamás se convencerían, sin importar la cantidad de pruebas que se presentasen. Nada
se gana con responder a las objeciones mientras persista la idea preconcebida
de que “no puede haber profecías sobrenaturales”. De modo que el prejuicio los
ciega y su prejuicio es el negar que
existe un Dios verdadero, que Inspiró
por su Espíritu Santo las Sagradas Escrituras, y mandó a su Hijo
Jesucristo para salvación de las almas. Pero esa es su decisión.
En ese momento, el Fiscal cayó de
rodillas, con sus ojos hinchados de odio, derrotado ya ante las evidencias, y
lo dicho por Jesús. El Gran Juez Supremo, Señor de la Verdad, le pidió al
alguacil que pidiera al Jurado cuál era su veredicto: -yo, Amada Pérez, estaba segura que Daniel había
escrito el libro, desde un principio, por las pruebas dadas, y sobre todo por
mi fe. Mis demás compañeros del Jurado, me confesaron después, que estaban como
hipnotizados por el Fiscal y no fue, hasta la llegada de Jesús, que vieron la
verdad. Pasamos nuestro veredicto al gran Juez, el cual lo leyó, y dijo: -“concordamos
en la decisión”-.
-TODOS DE PIE-, GRITO A GRAN VOZ
EL ALGUACIL.
PALABRAS DEL GRAN JUEZ SUPREMO,
SEÑOR DE LA VERDAD:
“Quisiera enfatizar... que
ninguno de los profetas ha hablado tan claramente acerca de Cristo como lo ha
hecho éste, mi Profeta Daniel. Pues no sólo declaró que Él (y señaló a Jesús) vendría,
una predicción común también entre los demás profetas, sino que además señaló
la fecha concreta en la que vendría. Además citó a los diferentes reyes en
orden, declarando el número histórico de años implicados, y anunció de antemano
las señales más claras de los acontecimientos futuros”.
“Daniel es uno de los libros más
fascinantes y también entre los más cruciales del Antiguo Testamento.
Seguramente debido a sus predicciones precisas, profecías mesiánicas, y ejemplo
inspirador de limpia separación de la religión apóstata del mundo, Daniel ha
sufrido los ataques de la erudición racionalista e incrédula, como todos hemos
visto hoy”.
“Porfirio, el atacante del
cristianismo en el tercer siglo, sostuvo que el libro de Daniel era una
falsificación hecha en el tiempo de los Macabeos, 170-164 antes de Cristo, un
tiempo cuando confesadamente no había profetas; escrito después de los
acontecimientos en cuanto a Antíoco Epífanes, los cuales el libro profesa
predecir; lo sostuvo porque los detalles son muy exactos. Esto es una prueba
concluyente de la inspiración de Daniel, si se puede probar que sus profecías
habían sido hechas antes de los acontecimientos”.
“Ahora sabemos por Josefo, que
los judíos en los días de Jesús, reconocían el libro de Daniel como parte del
canon. Zacarías, Esdras y Nehemías, siglos antes de Antíoco, hacen referencias
al libro. Jesús se refiere a él en su título característico: "Hijo del
Hombre", Mat_24:30 (Dan_7:13); también expresamente por nombre, y como
"profeta", en Mat_24:15 (véase Mat_24:21 con Dan_12:1, etc.); y en el
momento que decidió su vida (Mat_26:64) o su muerte, cuando el sumo sacerdote
le conjuró por el Dios viviente. También, en Luc_1:19-26, "Gabriel"
se menciona, cuyo nombre no aparece en ningún otro lugar de las Escrituras
excepto en Dan_8:16; Dan_9:21. Además de las referencias a él en el
Apocalipsis, Pablo confirma la parte profética del libro, en cuanto al rey
blasfemo (Dan_7:8, Dan_7:25; Dan_11:36), en 1Co_6:2; 2Th_2:3-4; la parte
narrativa, acerca de la liberación milagrosa de "los leones" y
"del fuego", en Heb_11:33-34. De modo que el libro es expresamente
atestiguado por el Nuevo Testamento sobre los tres puntos que formaban la
piedra de tropiezo de los modernistas: las predicciones, el relato de milagros,
y las manifestaciones de los ángeles”.
“El hecho de que desde el
versículo cuatro del capítulo dos hasta el fin del capítulo siete, el idioma
del libro es caldeo, y lo demás hebreo, no es un argumento en contra sino a
favor de su autenticidad. Así también en Esdras se hallan los dos idiomas. La
obra, si es de un solo autor, habría sido compuesta por alguno que estuviera en
las mismas circunstancias de Daniel, es decir, por alguno conocedor de los dos
idiomas. Ningún hebreo, nacido en Palestina, que no hubiera vivido en Caldea,
habría conocido el caldeo tan bien como para usarlo con la misma libertad
idiomática que su lengua nativa; las mismas impurezas gramaticales en el uso
que Daniel hace en ambas lenguas, eran tan naturales para algunos en sus
circunstancias, pero no naturales para algunos de tiempos posteriores, o para
algunos que no fueran medio hebreo y medio caldeo en cuanto a su residencia,
como lo era Daniel”.
“Aquellas partes de Daniel, que
conciernen al mundo entero, son mayormente caldeas, en aquel entonces el idioma
de un imperio mundial. Así el griego fué hecho el idioma del Nuevo Testamento,
que fué destinado a todo el mundo. Las partes que conciernen a los judíos,
están en su mayoría en hebreo; y éste no es tan impuro como el lenguaje de
Ezequiel. El caldeo de éste, es una mezcla de hebreo y arameo. Dos predicciones
solas son suficientes para convencernos de que Daniel era profeta verdadero. 1.
Que sus profecías alcanzan más allá de Antíoco, es decir, él predijo el
desarrollo de cuatro grandes monarquías: Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma
(siendo la de Roma desconocida en los días de Daniel, más allá de los límites
de Italia, más correctamente, de el Lacio), y que ningún otro reino terrenal
conquistaría al cuarto, Roma, sino que se dividiría en partes”.
“Todo esto se ha cumplido.
Ninguna quinta monarquía se ha levantado, aunque se ha hecho la tentativa, como
por Carlomagno, Carlos V y Napoleón. 2. El tiempo de la venida del Mesías, como
fechada desde cierto decreto; que sería rechazado, y que la ciudad de Jerusalén
sería destruida”. "Quien niega las profecías de Daniel—dijo Sir Isaac
Newton—socava los cimientos del cristianismo, que se funda sobre las profecías
de Daniel acerca de Cristo."
“POR ENDE, MI DECISIÓN ES QUE EL PROFETA DANIEL, QUEDA LIBERADO DE LOS
CARGOS FALSOS PRESENTADOS POR EL FISCAL ACUSADOR, Y SE DECLARA INOCENTE”-.
En ese momento el público, otrora
admirador del Fiscal acusador, ahora ponía su duda en él. Aplaudían la valentía
de Daniel y de sus amigos, su defensa brillante ante cada trampa, ante cada
flecha lanzada por el Fiscal acusador. Éste, ahora expuesto a su público, y
avergonzado se sentía desnudo ante la verdad redentora de Jesús y su
testimonio, huyendo despavorido de la corte con sus ayudantes. Hasta sus falsas
pruebas y carpetas las había dejado!. Que sirvan éstas para la historia que el
Fiscal acusador, lo que busca es robar, matar y destruir… alerta a ello!
Al dar el alguacil el permiso
para que saliéramos de la corte, note dos cosas que me llamaron poderosamente
la atención. La primera, fue el abrazo entre Daniel y sus amigos con Jesús, al
saber el veredicto, sus lágrimas de alegría, y como dialogaban alegremente,
escuche a Jesús que decía jocosamente: -“este juicio no fue tan caluroso como
el horno ¿ah Sadrac?- Y todos reían.
Lo segundo que noté, que gran
parte del público, como en otras ocasiones, al huir del tribunal el Fiscal
acusador ni lo nombró, ni le pidió autógrafos (como otras veces vi), sino que
lo ignoró totalmente. El público estaba fijando su mirada en Jesús. Prestando
atención a sus gestos, recordando sus palabras. Otros, se acercaron y pidieron
a Jesús casi de rodillas y llorando que sea su salvador, ya que les había
llegado un mensaje del Fiscal acusador, que les iba a presentar querella por
delitos cometidos en su vida!
Jesús salió del Tribunal,
acompañado de Daniel, Sadrac y Abednego, y todo el público tras él; querían
indagar y saber más de ÉL, para gloria de Dios!. Antes de salir, Jesús me miró
directo a los ojos y me guiñó un ojo, sonriendo, dijo mi nombre y me pidió que
lo siguiera. Desde ese día, llevo toda mi vida siguiéndolo.
¿CUÀNDO LE ABRIRÁS TU CORAZÓN A JESÚS
PARA QUE ÉL ENTRE A TU VIDA Y SEAS SALVO?
A MODO DE EPÍLOGO
Si comprendes que no existe
ninguna razón justificada para dudar de la autenticidad del libro de Daniel, entonces
estás listo para emprender un emocionante viaje de descubrimientos. Quedará
cautivado por la narrativa de Daniel y admirado por sus profecías. Y lo que es
más importante, con cada capítulo su fe seguirá fortaleciéndose. Nunca se
arrepentirá de haber prestado mucha atención a las profecías de Daniel.
Jesús es nuestro Señor y Salvador. Nada más y nada menos que Él, en su profético discurso del monte de los olivos, relativo al final de los tiempos, nombro al Profeta Daniel. En muchas de sus enseñanzas, se hallan por inferencia numerosas referencias a la profecía de Daniel, particularmente en su uso de la frase “Hijo del Hombre”. En Mat_24:30, leemos: “Verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” Palabras que parecen un eco claro de Dan_7:13-14 : “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre y le fue dado dominio, gloria y reino” (cf. Mat_16:27-28).
Quisiera terminar con Lutero:
“Recomendamos a todos los
piadosos cristianos leer este libro de Daniel, el cual les resultará consolador
y útil en estos últimos tiempos miserables. Empero, a los impíos no les presta
utilidad alguna, como el autor mismo dice al final: "Los impíos"
quedan incrédulos y "no lo comprenderán". Pues semejante profecía de
Daniel y las de la misma índole, no sólo se han escrito para que se sepan la
historia y las tribulaciones futuras y para satisfacer la curiosidad de
novedades, sino para consolar con ellas a los piadosos y alegrarlos; para
fortalecer su fe y esperanza en la paciencia cuando ven y oyen aquí que su
miseria terminará y que, libres de pecado, muerte, diablo, mal (como lo
ansían), vendrán al cielo con Cristo a su bienaventurado reino eterno, como
también Cristo en Lucas 21 consuela a los suyos por medio de anuncios
terroríficos, diciendo: "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y
levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca", etc. Por
ello vemos también aquí que Daniel termina siempre todas las visiones y
ensueños, por horribles que sean, con una nota de alegría, a saber, con el
reino y la venida de Cristo. Por causa de esta venida como el acontecimiento
principal, más importante y definitivo se han formado, interpretado y escrito
tales visiones y ensueños. Quien quiera leerlos con provecho no debe apegarse o
adherirse a los cuentos o a las historias y conformarse con esto, sino que ha
de alegrar y consolar su corazón con la prometida y cierta venida de nuestro
Salvador Jesucristo, que es la redención feliz y dichosa de este valle de
lágrimas y miseria. Para ello nos ayude nuestro amado Señor y Salvador,
juntamente con el Padre y el Espíritu Santo loados en la eternidad. Amén y amén”.
Espero que este Librito les haya
servido para entender un poco más sobre el libro de Daniel.
EDWING PIÑANGO. (Autor.-)